La “Casa de la Cultura de Putin” en Berlín.

La “Casa de la Cultura de Putin” en Berlín. Salvador Martínez Berlín

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La Casa de la Cultura de Putin en Berlín burla las sanciones internacionales por la guerra en Ucrania

Las autoridades de la capital alemana investigan la “Casa Rusa de la Ciencia y la Cultura”, situada en pleno corazón de Berlín.

18 abril, 2023 02:26
Berlín

Casi como la monumental embajada que tiene Rusia en Berlín, cuya fachada se extiende a lo largo de 200 metros en el céntrico bulevar berlinés de Unter den Linden, la enorme “Casa Rusa de la Ciencia y la Cultura” ocupa casi una manzana de una de las más lujosas calles para las compras de la capital alemana, la Friedrichstrasse

El edificio cultural, también vestigio berlinés de la Unión Soviética, fue levantado en 1984. Su primer nombre fue el de “Casa Soviética de la Ciencia y la Cultura”. Cuenta 23.000 metros cuadrados. En el interior de la “Casa Rusa de la Ciencia y la Cultura” hay un cine, espacio para exposiciones, un café, un restaurante, una biblioteca y una escuela donde aprender la lengua de León Tolstói. En esta primera quincena de abril ponían películas de animación para niños en el cine de este centro cultural. Son días de vacaciones escolares. 

Por fuera, y, sobre todo, por dentro del edificio, nada hace pensar que el país cuya cultura se promueve ahí a bombo y platillo está en guerra contra Ucrania. Pero eso es sólo si uno se queda en lo que se observa a simple vista. Y eso es precisamente lo que han invitado hacer más de uno en Berlín. 

Puerta de  la “Casa de la Cultura de Putin” en Berlín.

Puerta de la “Casa de la Cultura de Putin” en Berlín. Salvador Martínez Berlín

Por ejemplo, la activista ucraniana residentes Berlín Olga Filipova. Ella lanzaba el año pasado una petición en internet para cerrar la “Casa Rusa de la Ciencia y la Cultura” e impedir así que se haga allí “propaganda” del dictatorial régimen de Putin pese a las sanciones que pesan sobre Rusia, sobre todo, después de que comenzara el año pasado la ilegal invasión rusa contra Ucrania

Cuando en la iniciativa de Filipova se habla de “propaganda”, esta activista no exagera. Utiliza los mismos términos que ha empleado el popular periódico local Berliner Kurier en sus páginas cuando, a finales del año pasado, se mostraban en la sala de proyecciones de esta “Casa de la Cultura” de Putin contenidos audiovisuales urdidos por RT. Esa es una cadena de televisión pública rusa cuya actividad ha quedado suspendida en la UE por formar parte de la maquinaria de “desinformación” y “manipulación” contra los 27. 

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Se ha proyectado en el cine “Casa Rusa de la Ciencia y la Cultura” una película documental llamada “El Holocausto: Hilos de la Memoria”, en la que a los ucranianos se les presentaba como persistentes pro-nazis. Para justificar su guerra de agresión contra Ucrania, Putin ha dicho que lo que él llama “operación militar especial” tiene por objetivo “desnazificar" el país de Volodímir Zelenski.

La situación de este masivo centro cultural ruso, comparable en sus fines, por ejemplo, al Instituto Francés de Madrid o el Instituto Goethe, resulta excepcional. Sus responsables lo saben y, seguramente por eso, nada más comenzar la invasión contra Ucrania cerró sus puertas durante meses el año pasado. Volvió a abrir tras el verano. Ha sido escenario de protestas de activistas que defienden la causa ucraniana.

“Nosotros no hacemos política”

A finales del año pasado, la publicación alemana especializada en asuntos jurídicos Legal Tribune Online puso de relieve la pasividad de las autoridades de Berlín frente a la “Casa Rusa de la Ciencia y la Cultura” pese a que dicha institución depende de la llamada “Agencia para Asuntos de la Comunidad de Estados Independientes, los Ciudadanos Residentes en el Extranjero y la Cooperación Humanitaria Internacional”. A esa agencia se la conoce más como Rossotrudnitschestvo.

En último término, ese órgano depende del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, en manos del sempiterno jefe de la diplomacia rusa, Sergey Lavrow. Rossotrudnitschestvo, de acuerdo con los términos de la Unión Europea, es “la principal agencia estatal para propagar el soft-power y la influencia híbrida del Kremlin”. Por eso se encuentra entre las entidades sancionadas por la UE.

“El jefe y el subjefe de Rossotrudnichestvo han expresado claramente su apoyo a la guerra de agresión rusa contra Ucrania (…) Por lo tanto, es responsable de apoyar o ejecutar acciones o políticas que socavan o amenazan la integridad territorial, la soberanía y la independencia de Ucrania o la estabilidad o la seguridad en Ucrania”, se lee en la documentación europea a cuenta de la agencia que, en último término, tiene abierta en Berlín la “Casa de la Cultura de Putin” en la capital alemana. 

Con motivo de la reapertura de la “Casa Rusa de la Ciencia y la Cultura” tras el pasado verano, su director, Pavel Izvolski, ha ido al encuentro de medios locales para defender su institución. “Nosotros no hacemos política”, ha defendido Izvolksi en declaraciones al diario Berliner Zeitung. Ese periódico berlinés titulaba así a cuenta de su encuentro con Izvolksi: “Visita a la casa rusa de Berlín. El director no utiliza la palabra guerra”.

Abierta una investigación

No se puede decir que Izvolksi haya convencido con sus intervenciones. Al menos no ha persuadido a Volker Beck, ex político de Los Verdes que, aparentemente cansado de la pasividad de las autoridades berlinesas, ha puesto una denuncia contra la “Casa de la Cultura de Putin”. “El normal funcionamiento de esta institución en Berlín es un problema por la guerra de Rusia contra Ucrania, más allá de que, por ejemplo, allí han tenido lugar eventos culturales del régimen iraní. Sirve, por así decir, de arma diplomática”, explica Beck a EL ESPAÑOL. 

Gracias a la demanda de Beck, la Fiscalía de Berlín investiga si el espacio cultural de Putin en Berlín viola las leyes que se han visto afectadas por las sanciones internacionales contra Rusia. Según Beck, en una institución así, “no se puede no hacer política”. “La Casa Rusa de la Ciencia y la Cultura funciona por un acuerdo entre Rusia y Alemania, goza de un estatus especial, por eso no se puede ir contra el director de la institución, ya que ese acuerdo le protege especialmente”, abunda Beck, aludiendo a Izvolski.

Cartel en la “Casa de la Cultura de Putin”, Berlín.

Cartel en la “Casa de la Cultura de Putin”, Berlín. Salvador Martínez Berlín

El director de la "Casa de la Cultura de Putin" tiene estatus de diplomático en Berlín. Pero, su institución, a diferencia de la Embajada de Rusia, que tiene aspecto de estar siempre cerrada y cuya acera no se puede ni pisar por medidas de seguridad, el espacio cultural ruso que dirige Izvolski funciona como si nada. ¿Por mucho tiempo? La respuesta la tienen en la Fiscalía de Berlín. Pero ya hay quien, para referirse a la situación de "la Casa de la Cultura de Putin" en la capital alemana, alude al caso del hostal de la embajada Corea del Norte en Berlín que, ilegalmente, estuvo financiando a los representantes del país de Kim Jong-Un en suelo germano.