Una persona toca la bandera ucraniana sobre el féretro de un soldado ucraniano.

Una persona toca la bandera ucraniana sobre el féretro de un soldado ucraniano. EFE

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Rusia y Ucrania se atribuyen más de 60.000 muertos en la guerra más criminal del siglo XXI

Calcular con precisión el número exacto de muertos que puede estar cobrándose esta guerra es muy complicado, pero podemos acercarnos.

12 junio, 2022 02:20

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En los primeros días de la guerra, algunas organizaciones internacionales como la ONU, o locales, como el Ministerio de Defensa británico, se atrevieron con estimaciones sobre el número de fallecidos de los dos bandos desde el inicio la guerra. Eso fue allá por marzo, cuando aún pensábamos que esto podría ser corto. Desde entonces, hemos visto masacres en los alrededores de Kiev, en las cercanías de Járkov, en cada una de las calles, puertos y fábricas de Mariúpol y todas las noticias que nos llegan del frente del Donbás hacen pensar en una auténtica carnicería.

No son pocos los testimonios de veteranos de guerra en Siria, Afganistán o Irak que han acabado volviéndose a sus países repitiendo que lo vivido en Ucrania no se parece en nada a aquello. Bombardeos día y noche, asaltos edificio por edificio, desprecio absoluto por la vida de los civiles, trincheras atacadas por drones de alta tecnología, transportes atacados por tierra, mar y aire… Calcular con un mínimo de precisión el número exacto de muertos que puede estar cobrándose esta guerra es muy complicado, pero podemos acercarnos, por supuesto.

De entrada, tenemos los datos de cada uno de los ejércitos, aunque sabemos que están trufados de propaganda. Según Ucrania, han muerto 31.900 soldados rusos. Según Rusia, han muerto 31.700 soldados ucranianos. Ya la similitud entre ambas cifras invita a la sospecha. En rigor, el ejército que ataca siempre tiene más bajas en una guerra de desgaste, puesto que necesita más hombres para poder tomar terreno, mientras el defensor puede retirarse todo lo que precise. Estas cifras, por cierto, no incluyen civiles. El alcalde de Mariúpol estableció en 10.000 los fallecidos solo en su ciudad.

Un soldado camina por el cementerio durante las ceremonias fúnebres de un soldado ucraniano.

Un soldado camina por el cementerio durante las ceremonias fúnebres de un soldado ucraniano. EFE

Ambos ejércitos se atribuyen, por lo tanto, 63.600 muertos entre los dos bandos. En tres meses y medio. Para hacerse una idea, Estados Unidos reconoce haber perdido 7.000 soldados en las invasiones de Irak y Afganistán combinadas. Cuando la Unión Soviética tomó y ocupó el país afgano en 1979, perdió 15.000 soldados… en diez años. La propia guerra del Donbás entre Ucrania y Rusia, abierta en 2014 con la proclamación de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk habría provocado un total estimado de 14.000 fallecidos, según informes de las Naciones Unidas, entre ellos 3.000 civiles. Eso, insistimos, a lo largo de ocho años.

El menguante ejército ucraniano

El salto a 63.600 es gigantesco, aunque probablemente exagerado. Es normal que cada bando infle las bajas de su enemigo por cuestiones de propaganda. De hecho, el ministerio de defensa ruso da una cifra de vehículos militares dañados que ya es superior a los que tenía Ucrania al principio de la guerra. Tendrían que estar defendiéndose con tirachinas, de ser verdad. Vayamos con análisis más ponderados: por ejemplo, el del grupo de expertos militares independientes Oryx, publicado esta misma semana, habla de 15.155 soldados rusos fallecidos por 4.621 ucranianos. Hablamos de cifras “verificadas” por testimonios directos o imágenes. Obviamente, no representan el total y siguen sin incluir civiles.

De hecho, el propio ministerio de defensa ucraniano casi dobló la cifra de sus bajas en un informe publicado este sábado, reconociendo 10.000 fallecidos desde el 24 de febrero. Es un número extraño cuando desde el propio gobierno de Kiev se habla de unos 150-200 muertos diarios solo en el Donbás y hasta 800 heridos al día. Eso supondría unos 5.000 muertos y 20.000 heridos al mes, número que parece incompatible con el que se da para los tres meses y medio de contienda, si bien es verdad que, en las primeras semanas, Ucrania tuvo relativamente pocas bajas militares.

Lo más probable es que la verdad esté en algún punto entre esos 10.000 que reconoce Ucrania y los casi 32.000 que le atribuye Rusia. Si multiplicamos por tres para intuir el número de heridos, como suele ser la práctica habitual en este tipo de conflictos, hablaríamos de entre 40.000 y 128.000 tropas que han quedado fuera de combate. Teniendo en cuenta que hablamos de un ejército, contando reservistas, de unos 500.000 hombres, las posibilidades de seguir resistiendo a este ritmo de bajas son escasas. Ucrania no puede sostener una guerra así durante mucho más tiempo.

Las cartas bajo la manga de Rusia

¿Puede Rusia? Desde luego, no sin una movilización general, a la que Putin se resiste para no causar incomodidad entre su opinión pública, especialmente en las grandes ciudades. Al principio de la invasión, Rusia puso en la frontera con Ucrania entre 150.000 y 200.000 hombres, a los que ha ido añadiendo luego más voluntarios, mercenarios del Grupo Wagner, chechenos, sirios y hasta tropas destinadas en el Pacífico. Aparte, cuentan con el apoyo de las milicias prorrusas del Ejército Popular de Donetsk y el de Lugansk. Tienen margen y están jugando con esa ventaja, sin importarles demasiado perder vidas con tal de causar el mayor daño posible.

El problema para Rusia es que sus tropas son de ocupación, es decir, tiene que ir dejando remanentes en cada gran localidad capturada para evitar insurrecciones y poder defender la zona de una posible contraofensiva. De ahí sus retiradas inesperadas en Kiev y Járkov: no había cómo estirar aquel chicle. A Rusia le resultaba imposible atacar Mariúpol, conservar Jersón y Melitopol en el sur, amenazar Odesa, organizar una guerra total en el Donbás…y a la vez intentar mantener el control sobre el norte del país.

No sabemos cuántas tropas rusas hay ahora mismo en Ucrania ni cuántas exactamente han quedado incapacitadas para el combate. Intuimos, de igual modo que hicimos con Ucrania, una cifra entre los 15.000 verificados por Oryx y los 32.000 que mantiene el gobierno de Kiev. Eso nos dejaría en cifras muy parecidas a las ucranianas, pero recordemos que el ejército invasor siempre sufre más bajas porque necesita atacar con más gente. Hablar de 10.000 muertes ucranianas y 20.000 rusas no dejaría de ser una estimación, pero parece razonable visto lo visto. No serían 63.600, pero sí 30.000. De nuevo, más que en los demás conflictos bélicos de este siglo y más que en la ocupación rusa de Afganistán en la década de los ochenta.

Recientemente, conocimos un nuevo dato que nos podría ayudar a acercarnos al número real de bajas por distintos motivos. Según medios no adscritos a la propaganda gubernamental del Kremlin, se habrían presentado más de 50.000 solicitudes para averiguar el paradero de familiares mandados a Ucrania. Podrían ser muertos, heridos o desaparecidos… y obviamente no se incluye a los ya reconocidos por el propio ministerio de defensa (no llegan a 5.000). Mientras, el Donbás está quedando como un auténtico páramo. Si lo que quería Rusia era desnazificar la zona y ayudar a sus hermanos prorrusos, le está saliendo regular. Si lo que quería era, simplemente, crear una zona devastada en su frontera occidental para protegerse de posibles ataques futuros, está dando en el clavo.

El precio a pagar por calmar la paranoia es lo que está en discusión.