Tanques en Zaporiyia

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Zaporiyia, la 'aldea gala' del sureste de Ucrania: siembra minas para frenar a los tanques rusos

La ciudad está en un estado de total movilización: trincheras, campos minados y milicias urbanas esperan al invasor ruso.

27 abril, 2022 03:48

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Lugansk, Izium, Donetsk, Mariúpol, Melitopol y Jersón. Esas son las seis grandes ciudades que ahora mismo controla Putin en el este y el sur de Ucrania. Resisten, como decíamos antes, Kramatorsk y Sloviansk, que hacen de verdaderas capitales del Donbás ucraniano. Resisten, sobre todo, Zaporiya y Dnipro, la puerta de entrada a occidente, el camino más recto para unir un extremo de la Novarrosiya con el otro. El problema para Putin es que, cada día que pasa, estas ciudades se fortifican más y encuentran más recursos para defenderse gracias a la ayuda de los aliados del régimen de Volodimir Zelenski.

¿Por qué son tan importantes estas ciudades? Primero, por una cuestión casi psicológica: son las únicas ciudades del sudeste que resisten el ataque ruso. Segundo, por una cuestión estratégica. Tal y como explicamos en EL ESPAÑOL en cuanto se hizo público el plan de hacer un corredor desde el Donbás a Transnitria, la toma de estas dos ciudades a la orilla del río Dniéper, con sus fábricas y su tejido industrial, facilitarían por un lado la pinza sobre las tropas ucranianas en el frente oriental y, por el otro, la marcha sobre Odesa.

No sólo eso: el avance sobre Zaporiyia y Dnipro implicaría la capacidad de la infantería rusa para romper líneas de defensa enemigas, algo que no hemos visto, insisto, en el último mes y medio. Hay dos momentos que mostrarían un claro cambio de tendencia en esta guerra: uno sería la toma de Kramatorsk; el otro, la de Zaporiyia. Mientras no se produzcan, el resto son victorias pírricas: pueblos como Sieverodonetsk, Rubizhne, Kraminna... que sirven para llevar unos kilómetros más allá el frente, pero que no suponen un cambio sustancial en el paisaje de la guerra.

Por otro lado, del bando ucraniano queda la "tranquilidad" de quien sólo tiene que reaccionar a los movimientos ajenos y, como mucho, intentar preverlos. Ucrania sabe que Zaporiyia es clave y la va a defender con uñas y dientes. De hecho, según informa la prensa británica, la ciudad está en un estado de total movilización: trincheras, campos minados y milicias urbanas esperan al invasor ruso. Otra cosa es lo que pueda tardar dicho invasor, teniendo en cuenta que no se están dando las condiciones para un ataque serio y coordinado sobre la ciudad más allá del lanzamiento ocasional de misiles, como los dos que no encontraron su objetivo este martes, según fuentes ucranianas.

Las tropas del Donbás no avanzan, las de Mariúpol están agotadas tras casi dos meses de lucha calle por calle y las de Melitopol y Crimea están con un ojo puesto en los avances ucranianos sobre Jersón, donde el supuesto referéndum previsto para este miércoles parece ahora mismo un imposible.

El interior de un edificio destruido cerca de la central nuclear de Zaporiyia, en Ucrania.

El interior de un edificio destruido cerca de la central nuclear de Zaporiyia, en Ucrania. Reuters

Agitar Transnistria para inquietar a Odesa

Precisamente en Jersón vimos este lunes un hecho que nos ayuda a hacernos a la idea de la diferencia entre "ocupar" y "controlar" una ciudad en medio de una guerra. Jersón lleva en manos rusas desde finales de marzo, pero sólo esta semana han conseguido llegar hasta el Ayuntamiento, arriar la bandera ucraniana y establecer su propio consejo de mando. Mientras, las tropas ucranianas que defendían Mikolaiv siguen avanzando tan lentamente como lo hacen las rusas por el este. No se espera que les dé para llegar a la capital, pero obligan a numerosas unidades a quedarse a proteger lo conquistado en vez de marchar hacia Mikolaiv y Odesa.

Porque el asunto aquí, después de todo, es Odesa, no nos engañemos. Si Putin quiere unir el Donbás y Transnitria; si quiere tener bajo su poder la "Nueva Rusia" en suelo ucraniano, necesita acortar por el Dniéper... pero sobre todo necesita conquistar Mikolaiv y Odesa. No parece que Rusia esté ahora mismo en condiciones de conseguirlo a corto ni a medio plazo. El problema que tienen las tropas de Putin con estas ciudades es que es imposible rodearlas. Sólo se las puede atacar desde un flanco. En el caso de Mikolaiv, desde Jersón. En el caso de Odesa, desde el Mar Negro.

Patrullas de defensa territorial en Odesa en un control para detectar espías rusos.

Patrullas de defensa territorial en Odesa en un control para detectar espías rusos. EP

Tomar Zaporiyia supone poder marchar hacia Mikolaiv desde el nordeste y al menos aumentar la presión. De ahí que Putin se vea obligado a intentarlo. En cuanto a Odesa, parece que por fin el Kremlin se ha decidido a agitar el avispero de Transnitria, territorio independiente que hace frontera con Ucrania justo por la costa del Mar Negro, y que se separó en su momento de Moldavia para convertirse en un protectorado de Rusia. El intento de convencer a las autoridades locales de entrar en guerra tampoco afectaría demasiado: para Rusia sería complicadísimo llevar tropas hasta allí en número suficiente... y los arsenales que hay en la zona son antiguos, de la época soviética y poco funcionales.

Aún a vueltas con Mariúpol

Putin ha redoblado sus esfuerzos en una segunda ofensiva que se prometía devastadora y que, en dos semanas largas, apenas ha producido efecto alguno. Ante la imposibilidad de avanzar desde el este en línea recta, subir tropas desde Mariúpol o bajarlas desde Izium para rodear a los cuerpos de élite de las JFO ucranianas en el Donbás, el Ejército ruso parece poner sus miras en el sabotaje de las vías ferroviarias que sirven de transporte de armas y suministros desde el oeste.

Los equipos de emergencia retiran los escombros del teatro de Mariúpol, bombardeado hace unos días.

Los equipos de emergencia retiran los escombros del teatro de Mariúpol, bombardeado hace unos días. Reuters

El lunes, los misiles de precisión rusos dañaron seis estaciones de tren; el martes, como decíamos más arriba, otros dos misiles intentaron alcanzar Zaporiyia, aunque uno acabó en el agua y el otro fue interceptado por las defensas antiaéreas. Poco bagaje para un régimen que ya no se plantea acabar la 'Operación especial' el 9 de mayo, puesto que es imposible, sino ir avanzando pueblo a pueblo hasta conseguir en algún momento llegar a los últimos bastiones de Ucrania en la zona.

La situación tampoco mejora en la acería Azovstal, donde los resistentes siguen sin rendirse y los invasores siguen sin atreverse a entrar. Este martes, el Kremlin instó a Kiev a pedir a las tropas del Batallón del Azov que se rindieran inmediatamente... pero Zelenski sabe de la importancia de resistir y mantener ocupado el mayor número de unidades rusas dándole vueltas a cómo completar la conquista de la ciudad y ofrecérsela al gran líder.

En definitiva, el equilibrio de fuerzas sigue intacto un día más mientras siguen llegando armas occidentales a Ucrania y sigue sufriendo -aunque menos de lo esperado- la economía rusa. El tiempo juega a favor de Kiev y Rusia necesita moverse con velocidad. De ahí que se puedan esperar algunas decisiones desesperadas, incluso temerarias. Lanzarse sin más hacia Zaporiyia y Dnipro sería una de ellas. Potencialmente devastadora en caso de éxito, potencialmente ruinosa en caso de fracaso.