Laura Baena, fundadora del Club de Malasmadres y presidenta de la Asociación Yo No Renuncio.

Laura Baena, fundadora del Club de Malasmadres y presidenta de la Asociación Yo No Renuncio. Álvaro Tomé

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Laura Baena: "La mayoría de madres no nos cuidamos y cuando lo hacemos, es con culpa"

La fundadora del Club de Malasmadres y presidenta de la Asociación Yo No Renuncio presenta su libro 'Yo no renuncio. Mi historia de no conciliación'.

16 mayo, 2022 01:35

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En 2014, Laura Baena comenzó, casi sin buscarlo, un movimiento que nunca habría imaginado hasta dónde iba a llegar. Estaba indignada, cansada y frustrada. Al ser madre, algo que siempre había deseado, se dio de bruces con una realidad muy distinta a la que se cuenta. Se sentía engañada, culpable por no llegar a todo y que no cumplía con las expectativas sociales.

Un día, desde el ordenador de su casa, empezó a desahogarse por Twitter y vio que no era la única en esa situación. Se dio cuenta de que era un sentimiento común que atravesaba a casi todas las madres, fueran cuales fuesen sus situaciones particulares. Así nació el Club de Malasmadres, un espacio dedicado a desmitificar la maternidad. Una comunidad en la que las madres se apoyan entre sí y comparten experiencias. 

Con el paso del tiempo, y según la comunidad de Malasmadres crecía, Baena puso el foco en otro de los grandes problemas de las madres en la actualidad: la conciliación. Creó la Asociación Yo No Renuncio y en los últimos años ha llevado estas cuestiones a las instituciones, a los medios. Ha llevado a cabo multitud de iniciativas para visibilizar la crisis de los cuidados, las dificultades que viven miles de madres en España, ha publicado el primer estudio que mide el coste de la conciliación en nuestro país...

Portada de 'Yo no renuncio'

Portada de 'Yo no renuncio'

Ahora, Laura Baena, madre de tres niñas, 'malamadre jefa' y, previamente, creativa publicitaria en distintas empresas, publica Yo no renuncio. Mi historia de no conciliación (Lunwerg, 2022). Un libro que cuenta su historia, pero también la de miles de mujeres, y que es el resultado de diez años de trabajo por el derecho a la conciliación real. 

Un libro cuyos beneficios servirán para "seguir ayudando a las mujeres" a través de las iniciativas de la asociación y que cuenta con unas páginas amarillas en las que cada madre podrá escribir su propia historia de renuncia.

"Me gustaría que a partir de mi historia se destapen muchas más. Que sirva para romper el silencio de tantas mujeres, tantas madres que seguimos callándonos muchas cosas. Que fuera el inicio de una revolución que haga que todas esas madres, cuando lleguen al final del libro, escriban su historia y me la envíen para generar algo muy bonito con ello", explica Baena a MagasIN.

Pregunta: ¿Cómo empezó Malasmadres? ¿Cuándo toma conciencia de que debemos cambiar la forma en la que concebimos la conciliación y la maternidad?

Respuesta: Fue realmente en mi primera maternidad. Por eso el libro es un recorrido y un viaje emocional por los últimos diez años. Realmente comienza con mi renuncia. Me di cuenta de que nos habían engañado, que la conciliación es un cuento chino, y que el modelo social de madre que estaba establecido y que se supone que tú tenías que cumplir, no tiene nada que ver con la realidad que vives.

Hemos arrastrado un modelo tradicional de madre y de repente nosotras, que empezamos a trabajar fuera, que teníamos otras metas en nuestra vida más allá de ser madres, nos damos cuenta de que ese modelo está obsoleto. 

Es como: Dios mío, ¿pero esto qué es? Nos han engañado, me siento mala madre, esto no era lo que esperaba. Nos habíamos lo creído, primero, esa imagen de madre perfecta que tenemos que ser; y luego el amor romántico y que realmente la maternidad nos iba a hacer ver la vida de otra manera.

Cuando de repente lo descubres, te sientes muy mala madre. Por eso empecé a desahogarme en Twitter una noche y a darme cuenta de que no era la única. El sentimiento conectó con una necesidad social de que alguien dijera la verdad de la maternidad. Se fue generando esa comunidad emocional y ese movimiento social que es Malasmadres.

Con lo cual, primero llega ese sentimiento de que realmente el modelo que hay no me representa, luego ese desahogo y después la lucha por la conciliación. Más allá de la parte emocional y social, estamos en un sistema que nos penaliza, que nos castiga por ser madres. En esa experiencia personal que tengo de intentar conciliar, al final veo que tengo que renunciar a mi carrera profesional. El problema social de las madres y de la mujer hoy en día en la falta de conciliación. 

"Nos venden la renuncia como una elección personal"

Empezó a destapar esa realidad de la maternidad cuando nadie hablaba de ello. ¿Alguna vez se ha sentido juzgada por expresar esos sentimientos en voz alta? 

Más que juzgada, me he sentido muy acompañada. Mi voz hizo que muchas mujeres empezaran a decir la verdad de la maternidad y a compartir sus sentimientos propios. Ha sido siempre un ejemplo de sororidad, de liberación y de realidad. La mayoría ha sido apoyo y 'gracias por decir lo que todas estábamos pensando y nadie decía'.

Por recordar la última, ayer mismo una malamadre me dijo eso: 'Gracias porque te tiras mucho tiempo pensando que esto que tú sientes solo te pasa a ti. Y cuando hay un grupo y un movimiento tan grande que lo dice, pues ayuda a sentirte menos sola'.

Aunque el libro está repleto de citas, datos, entrevistas y experiencias que han compartido con usted otras madres, lo principal es su historia. Nunca la había contado con tanta profundidad. ¿Cómo ha sido el escribirlo y mostrarlo al público?

Sí, hay muchas cosas que no he contado nunca. Necesitaba ese viaje emocional, contar todo el recorrido que había hecho, tanto personal como profesional. Era una manera de compartir mi historia y mi verdad, que es parte de la historia de muchas mujeres. Liberarme también esa parte, porque sí que hay cosas que siguen doliendo. Me parece que ahora, después de diez años, es el recorrido suficiente para compartir muchas cosas y hacer reflexionar. En definitiva, ha sido emocionante, un poco catarsis. Un viaje, pero a la vez también ha sido liberador y gratificante.

"En el primer trimestre de 2021 el 85% de las personas que dejaron su empleo de manera temporal para cuidar de sus hijas o hijos fueron mujeres". Un dato lanzado en enero de 2022 por el Ministerio de Igualdad y recogido en el libro Yo no renuncio.

¿En qué momento personal está ahora? Es decir, ¿ha conseguido librarse de esa culpa, de ese sentimiento de mala madre que expresa en el libro? 

Bueno, yo creo que la culpa siempre está ahí, constantemente. No es que te liberes al 100% de ella, pero empiezas a vivirla de otra manera. Haces un viaje de autoconocimiento y de quererte como la madre que eres. Debemos reconocernos cada una de nosotras que lo hacemos lo mejor que podemos, además con las herramientas y con los recursos que tenemos.

Entonces claro, eso que sabes ahora después de diez años. Al principio tienes mucho miedo, inseguridades, frustración. Por eso también hablo de esos momentos y de cómo me sentía. Por otro lado, entiendes que no son sentimientos propios y únicos, sino que es transversal a una generación de mujeres a las que nos han engañado, lo que hace que lo mires de otra manera.

También aprendes a dejar el juicio exterior y a quedarte con lo que tú sientes y con lo que tus hijas sienten, con el modelo de madre que quieres ser. Al final en Malamadres yo siempre he intentado reivindicar eso: que no hay un modelo único de maternidad, sino que cada una tenemos que encontrar el nuestro y dejar la culpa atrás, porque normalmente es uno de los mayores obstáculos de las mujeres.

Incluso el autocuidado, porque yo siempre pongo sobre la mesa la conciliación personal, nuestro tiempo. La mayoría de las madres no nos cuidamos y cuando nos cuidamos, lo hacemos con culpa. Hay que empezar a reflexionar de eso y a decir: mira, da igual lo que piensen los demás, realmente tengo que estar bien para cuidar. 

Laura Baena.

Laura Baena. Álvaro Tomé

En este sentido, en el libro sostiene que a los hombres o a los padres no les cuesta tanto cuidarse, ¿las mujeres tenemos muy interiorizado que nuestra obligación es cuidar de los demás?

Claro. Es que hemos pasado de ese modelo de madre abnegada al modelo de madre superwoman. La presión social que tenemos las mujeres no es para nada la presión de los hombres y claro, a ellos les viene fenomenal. Nosotras tenemos que forzar el cambio porque si no va a seguir todo igual. Ahí hay mucho que hacer y muchas conciencias que mover.

Otro de los factores sobre los que reflexiona es la precariedad. Primero, la dificultad de muchas mujeres para ser madres por la precariedad económica, y después, los problemas laborales de las que sí que logran ser madres.

Al final, muchas mujeres han renunciado a ser madres porque no llegan a ese momento de estabilidad económica y emocional. Cuando hablas de conciliación no solo hablas de las medidas de las empresas. También de los derechos sociales, de que tienes que tener una estabilidad económica, una vivienda digna y una serie de circunstancias para ser madre, o así nos lo han hecho entender. Porque queremos dar una situación digna a nosotras y a nuestra familia.

Pero es que cuando llega esa estabilidad y decides ser madre y te arriesgas, das un paso atrás. Lo que has conseguido no lo puedes mantener. Tienes que conciliar y eso no te lo permite casi ninguna empresa, ninguna institución ni la sociedad. Es contradictorio. Estamos atrapadas en reducciones de jornada, que no es conciliar, y en la renuncia, que nos pasa factura a muchísimas mujeres.

Renuncias y luego la reincorporación laboral una vez te has parado para cuidar, es casi imposible. Además, nos venden la renuncia como una elección personal. Muchas mujeres creen que están eligiendo cuando realmente están renunciando. ¿Esas mujeres renunciarían si de verdad tuvieran flexibilidad laboral y apoyo a la maternidad? Hay que destapar esas trampas, y es también a partir de mi historia y de las reflexiones del libro lo que me gustaría que pasara.

"Queremos que los hombres cuiden por responsabilidad, no por obligación"

La pandemia ha puesto de manifiesto más que nunca esta necesidad de conciliar. ¿Se ha mejorado en este sentido?

Bueno, es una realidad que lo ha puesto de manifiesto. Ha quedado patente lo que ya sabíamos muchos y lo que se sabía que iba a ocurrir: la crisis de los cuidados y que además es global. El problema es que no hemos utilizado este momento para poner las estructuras de apoyo necesarias. Ni siquiera en una crisis como la que hemos vivido hemos sabido implementar unas estructuras de apoyo, un Plan Me Cuida que realmente funcionara. ¿A qué estamos esperando? 

Por un lado es como la esperanza de decir, oye, se ha puesto de manifiesto. Pero luego la frustración de ver cómo el mundo vuelve al presencialismo y da otra vez la espalda a la maternidad. Vemos los datos de la fecundidad que caen, caen, caen... y parece que a nadie le importa. Lo único que hacemos es poner parches. 

También está el tema del teletrabajo, que como lo plantean es una trampa. Cuando dicen: 'Es que el teletrabajo invisibiliza a la mujer en el hogar'. Pero ¿por qué pasa eso? Pasa porque no se regula con perspectiva de género. Si tú pones un teletrabajo obligatorio a todas las personas, hombres, mujeres, padres, no madres, como un beneficio y un derecho a la conciliación, tú no estás invisibilizando a las mujeres. Invisibilizas a las mujeres si vuelves a conseguir que el teletrabajo sea una trampa de conciliación que solo cojan ellas.

¿El tema de los cuidados se sigue percibiendo como una cuestión que concierne únicamente a las familias?

Totalmente, ese es el gran problema de lo personal y de la familia. Siempre se ha visto como lo privado, lo particular y que se soluciona de puertas para adentro. Pero es que esto es político y público. El cuidado es una responsabilidad social. Eso es lo que hay que cambiar, porque está muy profundo en la mentalidad de la gente. 

Es como los permisos igualitarios intransferibles de maternidad y paternidad que han sido tan polémicos. Necesitamos esos pequeños impulsos porque, si no, el hombre nunca va a dar el paso y decir: voy a cuidar. No es atractivo y además está penalizado laboralmente. Tenemos que empezar a hacer medidas que realmente sean un cambio temporal, porque evidentemente qieremos que cada familia pueda elegir cómo conciliar. Queremos que los hombres cuiden por responsabilidad, no por obligación. Pero es que venimos de una cultura patriarcal, tradicional, hegemónicamente masculina, y si no cambiamos desde la base con esas palancas, no lo vamos a conseguir.

Ha ido al Congreso en varias ocasiones para exponer las propuestas de Malasmadres y la Asociación Yo No Renuncio. ¿Está viendo cambios por parte del Gobierno y los grupos políticos?

No, evidentemente, no porque hay una polarización y un partidismo... Tú hablas con cada uno de ellos y tienen la conciencia y la intención de lo importante que es la conciliación. Pero las medidas que se ponen son parches, luego no entran en presupuestos, no se aprueban porque las propone uno y no otro… Estamos en este juego político que no nos representa y que no lucha por nuestros derechos. Necesitamos un Plan Nacional por la Conciliación.

Es verdad que hace un mes tuve una reunión con la ministra Isabel Rodríguez, la portavoz del Gobierno, que fue positiva porque le hemos pedido a la Subcomisión de Conciliación del Congreso de Diputados para empezar a trabajar en lo que sería ese plan transversal que impacte en todos los sectores. Y bueno, ese es el camino, no un Plan Corresponsables que tenga un presupuesto mínimo. Hay que sentarse a trabajar con más transversalidad y desde la base. Que impacte en todo, en la vida, la educación, en las instituciones... En toda la sociedad.

"El 50% de las mujeres afirma que su salud mental ha empeorado este año. La sobrecarga de tareas, la falta de corresponsabilidad y la incertidumbre han llevado a su deterioro. Para 4 de cada 10 este malestar se ha traducido en insomnio y el 17% acusa caída de pelo y erupciones en la piel". Datos del estudio de Malasmadres, La hora de cuidarse, recogidos en el libro.

¿La salud mental de las madres es otro de los puntos donde habría que poner el foco?

Sí. En la asociación tenemos dos servicios: uno es el Teléfono Amarillo de la Conciliación y el otro es el servicio de atención psicológica Yo Me Cuido.es. Además de los talleres que hacemos mensuales y de todo nuestro trabajo de investigación social y ciencia política, para mí también es importante decir que todo lo que se recaude del libro será para poder seguir ayudando a las mujeres.

La pandemia se ha visto cómo ha afectado a la salud mental, porque al Estado le ha salido gratis la conciliación, bueno siempre, pero estos dos años más todavía. Y lo hemos pagado las mujeres con nuestra salud mental y con nuestros sueldos, con la renuncia.

Con este servicio pretendemos ayudar. Porque en el análisis del estudio Hora de cuidarse veíamos que había tres barreras a la hora de pedir ayuda: la falta de dinero. Sabemos que estamos en una media europea muy baja de psicólogos por número de habitantes y eso tiene que mejorar. La otra barrera es el tiempo. Las madres no tienen tiempo y cuando lo tienen es a las 22:00 de la noche cuando ya están agotadas.

Pero la última que más me preocupa es la vergüenza por el qué dirán. Es importante, por romper ese mito de la madre perfecta, de la madre superwoman, y hacer ver que realmente, si tú las expectativas las tienes más cerca de la realidad, no te sentirás tan mal. Eso es importante saberlo. No se trata de ‘vamos a decir la verdad para que nadie sea madre’. Pero si llegas a la maternidad con unas expectativas más reales, pues la frustración será menor.

"Cuando eres madre, no eres menos válida. No eres menos profesional. Simplemente necesitas apoyo y flexibilidad"

En el libro también cuenta su propia experiencia siendo jefa e intentando tener una empresa que sea ejemplo de conciliación. ¿Qué medidas son las que toman y que puedan seguir pequeñas empresas? 

Nosotros vamos mucho más allá que cualquier empresa. Partiendo de la base de que antes de la pandemia ya conciliábamos porque teníamos una oficina en Madrid y teníamos dentro del espacio una tienda que sólo abríamos por la mañana. Hacíamos jornada continua para que la gente pudiera conciliar. Ahora todos teletrabajamos. Somos 14 personas que estamos en distintos puntos de España. Tenemos intervalos de horas comunes en los que sabemos que todos estamos disponibles y luego mucha comunicación.

Hemos hecho un trabajo muy fuerte en procesos, en digitalizarlo todo, en marcar muchas reuniones diarias y semanales de distintos temas para estar coordinados. Muchas veces lo que ocurre para que es este tipo de modelo, mucho más conciliador, es que la comunicación puede ser complicada. 

Por la flexibilidad horaria 100% y sólo por trabajar por objetivos, cada uno se organiza su tiempo. Cada uno es lo suficientemente responsable como para saber cuál es el trabajo que tiene que hacer. A partir de ahí, esa responsabilidad que cada uno tiene se iguala a la confianza que tengo yo en ellos.

La verdad es que somos un equipo con muchas ganas y que ponemos mucha pasión en lo que hacemos porque creemos firmemente en este proyecto. Ha sido mucho trabajo todos los años para poder organizarnos y tener esos procesos que te digo, pero los resultados son maravillosos, no sólo a nivel profesional, sino a nivel personal.

"Estamos en este juego político que no nos representa y que no lucha por nuestros derechos. Necesitamos un Plan Nacional por la Conciliación"

Vamos, que merece la pena ese esfuerzo.

Exacto. Nos han enseñado un modelo de liderazgo que está siempre basado en el control y en la falta de confianza. En esa autoridad como si siempre fueran a hacerlo mal. Cambiar ese modelo es difícil, pero creo que se puede liderar con empatía, haciendo equipo y creyendo realmente en las vidas que hay detrás del trabajo.

Porque una de las cosas importantes de las empresas es que no hacen la escucha activa. Tienes que adaptar el trabajo a las necesidades de cada persona, hay que flexibilizar. Lo que pasa es que este modelo sirve cuando tú crees realmente en ello. Por eso yo siempre hablo de que tiene que haber planes de igualdad, planes de conciliación y regular y legislar sobre esto, porque si dejamos a la buena voluntad del empresario o empresaria, la mayoría de las empresas no van a hacer nada.

¿Cuál es el mensaje fundamental con el que quiere que se queden las madres que lean el libro? 

Lo primero, que no están solas. Yo creo que lo que más anima dentro del Club de Malasmadres es sentirse identificada. También me dicen que todo el trabajo que hacemos en la asociación, los estudios y los datos que damos, les sirve a ellas de argumento a la hora de defenderse en la empresa o a la hora de proponer algún cambio. Es decir, no es como 'lo estoy diciendo yo porque es lo que me parece', sino que demuestra que es la realidad.

Parece que la única solución es reducirnos la jornada o renunciar. Y realmente, cuando eres madre, no eres menos válida. No eres menos profesional. Simplemente necesitas apoyo y flexibilidad. Yo creo que tenemos que luchar por nuestros derechos.