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La doctora Catheline Lauwers (Knokke, 1963) se fascina cada vez que realiza un ecocardiograma. Lleva más de 30 años ejerciendo como cardióloga, pero no se cansa de observar el cuerpo humano y, más concretamente el corazón. Con una eco puede verlo todo: cada cavidad del órgano, sus válvulas, cómo bombea sangre por todo el sistema circulatorio... Es un espectáculo natural del que agradece poder ser espectadora. "Los antiguos médicos hubieran matado por ver el cuerpo por dentro y nosotros somos capaces", cuenta orgullosa. 

Ella misma ha sido testigo de la evolución de su especialidad. Ha pasado de que los pacientes que llegaban con infartos se quedasen en un mal estado físico o fallecieran rápido, a la posibilidad de dejarles el corazón como nuevo. "Es increíble. Hace 30 años no era imaginable que viniese un paciente con un infarto y se le pudiese abrir la arteria obstruida dejándola casi indemne. Antes, cuando diagnosticabas una insuficiencia cardíaca o un corazón dilatado que bombeaba mal, prácticamente no podías hacer nada: al paciente le quedaba la salida del trasplante si era joven, y casi ninguna más. Ahora, a base de poner poco a poco distintos fármacos, puedes revertirlo y dar fuerza a ese músculo. Pasas de ver corazones dilatados que contraen muy mal a órganos prácticamente normalizados".

La actual jefa del Servicio de Cardiología en el Hospital Quirónsalud Valencia, da cuenta de estos impresionantes cambios en su profesión, aunque admite que todavía hay mucho por hacer, sobre todo en lo relativo al trato a las pacientes. A las mujeres todavía se les infradiagnostica enfermedades cardiacas, pese a que la primera causa de muerte en mujeres en España y en Europa es la enfermedad cardiovascular. "En 2007 hubo un trabajo del Ministerio de Sanidad con la Sociedad Española de Cardiología donde nos llamaban la atención sobre esto. Entonces, una mujer moría en Europa cada 6 minutos de una enfermedad cardiovascular. Son cifras muy altas y nos decían que en los últimos 20 años había disminuido la mortalidad cardiovascular en los hombres, especialmente por infartos, pero en la mujer no".

La doctora Catheline Lauwers en la clínica.

La doctora Catheline Lauwers en la clínica.

Las causas principales de estas altas de mortalidad, explica la doctora, eran que "no reconocíamos bien los síntomas o no les hacíamos caso, lo que retrasaba mucho el diagnóstico. Las pacientes venían en mal estado y aún así les hacíamos menos tratamiento (menos cateterismos, cambios valvulares, operaciones de corazón...)". 

Desde ese aviso han pasado más de 10 años y las cifras aún no son muy alentadoras ya que, las mujeres tienen aún el doble de probabilidades de morir si sufren un infarto, tal y como advierten los datos de la Sociedad Española de Cardiología publicados este mismo año. "Si tienes un infarto en España y eres hombre, la probabilidad de muerte será del 9%, pero si eres una mujer es del 18%". Es cierto, afirma la doctora, que "hay un factor edad", la mujer vive más y tiene su enfermedad cardiovascular más tarde, después de la menopausia, "pero incluso si corregimos ese factor edad sigue habiendo una diferencia muy importante".

Pese a todo, Catheline se muestra optimista y asegura que "ha habido una evolución a mejor" entre los profesionales. "Creo que los cardiólogos de ahora somos muy conscientes de que tenemos que corregir aún muchas cosas". Por ejemplo, ahora tienen muy en cuenta la diferencia de sintomatología que muestran las pacientes cuando llegan con problemas cardiacos: cuando tienen un infarto no sufren el clásico dolor de brazo y pecho, al que nos han acostumbrado las películas. En muchas ocasiones sienten ahogo o presión en el pecho que los profesionales pueden confundir con otras patologías, "hasta con un cuadro de ansiedad". "Yo he visto a varias mujeres con un infarto evolucionado, a las que le habían dicho que eso era un cuadro de ansiedad, es fácil mezclarlo". 

Por suerte cada vez hay más investigación y profesionales como Catheline, sensibilizados sobre este asunto. No obstante, ella critica que en los ensayos clínicos, las mujeres representen solo un 30%. "Eso no puede ser, hay que meter el 50% porque somos la mitad de la población". Consciente de que este problema puede llevarse vidas, cada día, cuando llega a consulta, Catheline se recuerda a sí misma que "los síntomas pueden ser un poco distintos y que la primera causa de muerte en la mujer es la enfermedad cardiovascular". "Necesito hacerlo y ser muy sensible". 

Trayectoria en la gestión

La parte que más le gusta a Catheline Lauwers es justamente el trato con los pacientes, "ese retorno inmediato que recibes cuando se levantan de la consulta y te dan las gracias". Nacida en Bélgica, Catheline se siente española ya que lleva viviendo en nuestro país desde los 10 años. Primero en La Palma "esa isla que tanto está sufriendo ahora", y luego en Valencia.

Desde los siete años decía que quería ser médico, cree que guiada por una vocación de cuidados, aunque también puede haber heredado el interés por el cuerpo humano de su abuela, que estudió dos años de medicina en los años veinte del siglo pasado. "Lo tuvo que dejar para seguir su carrera como violinista profesional", relata la doctora. Curiosamente, nadie más de su amplia familia ha seguido estos pasos. Sea como fuere, cuando durante el colegio visitó la consulta del padre de una amiga, que era cardiólogo, reforzó ese sueño de convertirse en médico. 

Después de licenciarse con el Premio Extraordinario al mejor expediente académico, comenzó su residencia en el Hospital Universitario la Fe de Valencia. Al terminar consiguió su plaza en propiedad en el Hospital de Gandía, una experiencia de la que se siente "súper agradecida" y que recomienda a todos los jóvenes médicos. "En un hospital comarcal tienes que aprender hacer de todo y a ser autónoma. Pasar por un centro así te da muchísimas tablas y muchísimo valor porque lo necesitas cuando tienes dudas sobre qué hacer con un paciente". 

Guiada siempre por sus ganas de aprender y mejorar su especialidad, Catheline también se ha embarcado en otras aventuras profesionales. En 2004 fue elegida presidenta de la Sociedad Valenciana de Cardiología y, en 2007, se convirtió en directora médico del Hospital Clínico de Valencia, un puesto que ocupó durante más de un lustro. "Me lancé porque pensé que era una oportunidad de hacer más cosas y me gusta asumir pequeños retos para no entrar en esa zona de comodidad donde ya te estancas", explica. "En ese tiempo aprendí muchísimo y pienso que me dio una visión global de la medicina, también en lo que se refiere a tener una responsabilidad hacia mis compañeros, además de los pacientes".

Por si fuera poco, formó parte de la Consejería de Sanidad, participando en diferentes comisiones. Catheline recuerda principalmente la Comisión de Farmacia, en la que "ordenábamos el papel del buen uso de los fármacos y evaluábamos la ganancia en salud de lo que cuesta cada cosa para que todo sea asumible entre todos". 

Satisfecha por todo lo logrado en esos años, en 2012 vio que era el momento de volver a la clínica y a estar cara a cara con sus pacientes, esas personas a las que tanto bien puede hacer y de forma tan rápida, y comenzó entró en el Hospital Quirónsalud de Valencia. "Lo que me gusta es la asistencia, creo que como al 90% de los médicos". 

Cuidar el corazón

Aunque ella ame su profesión, más de 30 años después de haber empezado, admite que lo mejor sería que no tuviese pacientes que necesitasen su ayuda. Por eso, anima a todo el mundo a cuidar de su corazón, ese órgano vital que nos da la vida con cada latido, para así prevenir enfermedades cardiovasculares que "matan cada año a 19 millones de personas en el mundo". "En toda la pandemia no han llegado a los cinco millones de fallecidos por la Covid", recuerda. 

Además de una alimentación saludable y evitar el tabaco, Catheline destaca "descansar y saber relajarse", una pauta que ella cumple cuando sigue su otra gran pasión: disfrutar del mar. "Siempre he vivido al lado del mar, mi refugio es Jávea", comenta con una sonrisa de oreja a oreja. Por supuesto, también hacer ejercicio, otro criterio que ella cumple al practicar el running. "Todos tenemos que hacer al menos 150 minutos de ejercicio moderado a la semana. Yo soy una amante del ejercicio, me encanta correr. Es uno de los pilares porque mantienes tu colesterol, tu tensión, tu azúcar, tu peso, eres más feliz y tienes una actitud más positiva. Además, no está reñido con que te tengas que tratarte con fármacos de forma precoz para no tener problemas a largo plazo".