Con método o sin él, Lola Flores (Jerez de la Frontera, 1923 - La Moraleja, 1995) siempre supo cómo dejar huella. Llenar el primer párrafo de clichés acerca de su figura resultaría de lo más sencillo, pero de ella ya se ha analizado, criticado y alabado prácticamente todo. Hasta ha sido resucitada con inteligencia artificial (IA) para resaltar la magia del acento en un reciente, y popular, anuncio de cerveza.

En el año de su centenario, se sigue reivindicando su figura con la misma fuerza con la que pisaba el escenario. También los motivos que la convirtieron en icono. "Para mí es un misterio", indica a EL ESPAÑOL Luis Sánchez-Gijón, director de Lola (2021), la miniserie de Movistar+. "No es una artista que dejara un legado notorio mas allá de su persona, no revolucionó el mundo del cante ni del baile, no destacó como una actriz prodigiosa", pero no se la pierdan. Así lo apuntó, también, una famosa crítica de The New York Times que nunca existió, pero que Lola se encargó de reproducir en cada aparición televisiva. 

"Rezumaba una sexualidad prohibida con la que querían identificarse los empobrecidos españolitos de la posguerra", explica Sánchez-Gijón. En una época en la que la mujer quedaba relegada a la familia y la casa, Lola "le metió un gol al nacionalcatolicismo imperante", lo que la elevó a la categoría de "mito". 

Para celebrar la efeméride y su legado, las editoriales Egales y Dos Bigotes publican de forma conjunta Flores para Lola (2023), una "mirada" a la Faraona desde una perspectiva feminista, de género y queer. Un análisis de por qué su personaje ha calado incluso en las generaciones que ni siquiera la vieron morir. "Cuando daba una entrevista lanzaba titulares atemporales que podían funcionar en cualquier momento", afirma a este medio el editor del libro, Carlos Barea. "Se siente identificado un millennial, un boomer y la generación Z", apostilla. 

Para Barea, la figura de Lola "trasciende todo", de ahí que cada una de sus vivencias haya sobrevivido al agrietamiento del papel couché. Sin embargo, considera que no se había investigado en profundidad por qué la artista fue, y es, un icono del colectivo. "Quise dar una lectura diferente, no hacer una presentación objetiva", incide. 

"Lola Flores le metió un gol al nacionalcatolicismo imperante [...] rezumaba una sexualidad prohibida"

Luis Sánchez-Gijón, director de 'Lola'

Lola Flores en 'Embrujo'.

Lola Flores en 'Embrujo'.

Con objetiva se refiere al hecho de que 'La Faraona' era "un personaje con luces y sombras". A su naturalidad, su espontaneidad y su predilección por los amigos 'mariquitas', se unía su escasa motivación política y sus visitas al Palacio Real de La Granja, una crítica que le perseguiría en el periodo de transición a la democracia.

Releer al personaje

"Vivía en el franquismo, tenía que comer y sobrevivir", relata a EL ESPAÑOL Mili Hernández, dueña de la librería Berkana, la primera en España especializada en contenido LGTBIQ+, y editora en Egales. "No significa que le gustara el régimen", añade, a la vez que pide que a Lola Flores se la estudie dentro de su contexto y época. "No me gusta lo políticamente correcto. ¿Qué iba a decir? 'Quiero a mis amigos queers'", bromea. Pese a los guiños al régimen franquista, Mili considera que "dio visibilidad a gente que estaba en el más oscuro de los armarios". 

"A las estrellas se les exigía que fueran afines al sagrado movimiento, y si no, que no dieran la lata", relata Luis Sánchez-Gijón. El director de Lola cuenta cómo la folclórica era un valor sagrado para el régimen, una figura 'marca España' con la que Franco quería modernizar la imagen que se tenía del país fuera de sus fronteras. "España necesitaba reconocimiento internacional para no caer en el abismo", puntualiza.

Barea, que recopila en Flores para Lola testimonios de diversos expertos, no sólo de 'La Faraona', también de la danza, de la cultura o del activismo gitano, considera que "si hubiese sido perfecta no hubiese sido interesante". "Estoy seguro de que, a día de hoy, ni siquiera se declararía feminista", añade. En sus contradicciones se encuentra la franqueza que la convirtió en el icono que resiste a la hemeroteca. 

[El 'Embrujo' de Lola Flores: el día que la Faraona le arrebató el estrellato a Manolo Caracol]

"Era una mujer tradicional pop", incide el editor del libro. En esa especie de muñeca rusa, compuesta por capas y pinceladas de diversos mundos, estaba, por un lado "la familia tradicional y ser una esposa de su casa"; pero por otro, sin embargo, "hacía lo que quería". En pocas palabras, era "orden dentro del caos". 

"Ni de una manera completamente vanguardista, ni plegándose completamente a los códigos de una estética reaccionaria", así la define Fernándo López, bailarín de flamenco e investigador. Esa forma de posicionarse, "o de no hacerlo", permitió a Lola "navegar las diferentes épocas que le tocaron vivir", afirma a este medio.

"El éxito de Lola es ser una persona que no se ha marcado, si le puedes recriminar algo es que fuese apolítica", explica Barea. "Si la leemos con los ojos de ahora estaría canceladísima no, lo siguiente", pero en su época, su postura a favor del colectivo o de las mujeres "era importante".

El 'pipazo con una amiga', frase que tampoco se ha podido rastrear, las pesetas y el crowdfunding, el pendiente perdido buscando auxilio en el Florida Park, su enemistad con Isabel Pantoja, su amistad con Rocío Jurado... "Lola hizo declaraciones muy potentes para la época, como personaje popular que era debemos celebrar que se atreviera a cuestionar, a su modo, cosas como el aborto, las drogas o la fidelidad conyugal", relata Luis Sánchez-Gijón.

"El éxito de Lola es ser una persona que no se ha marcado, si le puedes recriminar algo es que fuese apolítica"

Carlos Barea, editor de 'Flores para Lola'

Musa de sus 'mariquitas'

Después del titubeo parlamentario para aprobar la ley trans -una de las más polémicas del actual Gobierno de coalición-, resulta llamativo pensar que en 1995, en el programa Lola Lolita Lola, la artista se plantó en la televisión pública y presentó a cuatro mujeres trans, a quienes prestó su altavoz. Nada parecido se ha replicado en 2023, o 2022, año en el que la transexualidad estuvo en el punto de mira informativo. 

"Es una figura que estuvo activa en los años en los que no había referentes", motivo que lleva a Carlos Barea a explicar por qué Lola Flores duerme en el Olimpo de diosas del colectivo LGTBIQ+. "Necesitamos apropiarnos [de ella], teníamos que leer entre líneas", añade. 

Su arte, su personalidad, su explosión vital dentro y fuera del escenario... una larga lista de elementos que la convierten en musa de sus 'mariquitas', un término que en la actualidad se consideraría hasta inapropiado. "Los mitos no se crean siguiendo unos criterios objetivos de valoración, sino exagerando ciertas características y borrando otras", explica Fernando López. 

Los hombres homosexuales solían formar parte del caldo de cultivo de las folclóricas, pero las mujeres lesbianas no han sentido el mismo amparo, pese a que la copla siempre ha tenido cierto carácter lésbico. La rumoreada orientación sexual de María del Monte se confirmó en 2022, en el pregón del Orgullo Gay de Sevilla. "Jamás en mi vida me he escondido de nadie, ni lo voy a hacer por amor", declaró entonces. Pocos días después, Isabel Pantoja alegaba ser "una más de ustedes" en la celebración de la gala Mister Gay en Madrid. Se generó un debate que osciló entre la celebración y la puntualización de la tardanza de ambos discursos.

"Lo sabíamos todo de las folclóricas y ella era la más libre de todas"

Mili Hernández, librera y editora en Egales

Lola Flores.

Lola Flores. EP

"No se le puede exigir a nadie que salga del armario, pero es verdad que muchas lesbianas nos hemos sentido solas", alega Mili Hernández. "Lo sabíamos todo de las folclóricas y ella era la más libre de todas", explica sobre Flores. La editora y librera cuenta que, en España, ser lesbiana estaba más denostado que ser un hombre homosexual. "Que se hablara de lesbianismo en la folclóricas siempre ayudaba". "Teníamos que agarrarnos a lo que teníamos", añade.

Años después de su muerte, Lola Flores sigue presente. En la memoria, en el arte, en la cultura e incluso en la publicidad. En Andalucía y fuera de ella. A través de su familia y de aquellos que expanden su legado. "Que hoy se hable de ella se debe, en gran medida, a que los medios la siguen celebrando. Para ser un icono pop hace falta que alimenten y publiciten tu figura, y ella supo manejarse muy bien con ellos", explica Luis Sánchez-Gijón.

"Si no sales en la foto no existes y ella sigue saliendo", concluye.