Me ha costado un mes asentar las ideas, centrar lo que realmente quiero decir, para poner en valor lo que de verdad importa, cuando de verdad importa. Porque, una vez más, los hechos y las circunstancias ocurridos hace algunas semanas en Valencia y también en Málaga, han puesto en valor la fuerza del sector primario. Y no me refiero a la fuerza comercial precisamente, sino al valor humano.
La fuerza de los agricultores, la solidaridad del mundo agro cuando las cosas vienen mal dadas, el ‘hombro con hombro’ para sacar adelante lo que desde instancias superiores políticas y administrativas se tarda días y hasta semanas en solucionar. La fuerza, el pundonor y el orgullo del tejido empresarial agrícola ha demostrado, nuevamente, que es capaz de sacar adelante este país cuando las cosas se dan mal.
Siento orgullo al decir que los agricultores y el mundo agro en general son los que sacan adelante al pueblo. Esto se demuestra en las imágenes que hemos podido ver en televisión y en los medios de comunicación en general en los últimos días, donde desde el primer momento hemos comprobado que han sido los agricultores, la gente del campo, los ganaderos, los que han puesto a disposición su maquinaria, sus manos, y todos sus medios, palas, tractores… sumándose a los voluntarios, que han salido a la calle a abrir vías, sacar coches de auténticos lodazales, desencajarlos de en medio de las vías, limpiar donde las personas no podían llegar. De tal forma que, para cuando los medios oficiales han llegado, se han encontrado que los caminos ya estaban abiertos y la solución ya estaba en vías de darse.
Desde Málaga, donde yo me encuentro, no son pocos los agricultores y ganaderos que se han puesto manos a la obra desinteresadamente para ayudar y sacar a los vecinos de sus casas cuando el agua ya estaba dentro. Los han montado en sus tractores para ponerlos a salvo de la situación tan dantesca en la que se encontraban. Las imágenes han dado la vuelta al mundo: esas filas interminables de tractores, de agricultores llegando a las poblaciones afectadas con la solución en sus manos.
Es un orgullo haber colaborado en esta causa, con los medios de los que dispongo. Pero no deja de sorprenderme que, cada vez que se da una circunstancia crítica, el sector primario siempre, sin excepción, estamos ahí para apoyar donde más se nos necesita.
Todo esto me lleva a reflexionar sobre por qué en los altos cargos y mandos de los distintos Ministerios, de las distintas delegaciones y consejerías, no hay especialistas en cada una de las disciplinas. A cambio, tenemos políticos sin experiencia ninguna en el sector en el que nos representa.
La falta de profesionales especializados en cada ámbito lleva al desorden, a la descoordinación, al miedo, al descontrol… ese es el factor determinante y la clave de por qué la ayuda no ha llegado ni está llegando a tiempo. Los agricultores, desde el minuto uno, han estado dando soluciones inmediatas donde sí ha hecho falta. Acostumbrados como están a convivir con las inclemencias meteorológicas, porque de ellas y de su gestión depende gran parte del desarrollo de su negocio.
Permítanme que hoy saque pecho, por otros días en los que quizá sean otros los temas. Hoy, más que nunca, siento orgullo de agricultor.