Ni el recibo de la luz / batiendo récords diarios, / ni el presidente andaluz / abriendo al Covid la mano.

Ni el Málaga kokunero / con su planta descarada, / ni el obispado diciendo / que de procesiones nada.

Para luego recular / y decir que despacito / sin correr, sin achuchar, / en retorno progresivo.

No lo habremos de olvidar, / recordemos cada día / al monstruo que volverá / segando bosques y vidas.

El monstruo ganó la guerra / y en su mazmorra infernal / abrasó a Sierra Bermeja / y quemó al Valle del Genal.

Me duelen sus pinsapares / me duele el alcornocal, / el monte bajo, el pinar, / me duelen sus animales.

Duele el miedo en las miradas / del que por su casa teme, / duele el valor entre llamas / de aquellos que le hacen frente.

Y aguantan su beso seco, / entregando hasta la vida, / mientras los de los chalecos / continúan con su partida.

Hasta lo más doloroso, / hasta lo más inhumano, / hasta lo más bochornoso, / hasta lo que es más sagrado.

Lo sacan a pasear / entre columnas de humo, / fuego y polvo incandescente. / Se nos vuelve a confirmar / que no hay relato ninguno / sin políticos que enmierden.

Revolviendo en la miseria, / retozando en la zahúrda / donde celebran su feria, / donde se ve que disfrutan.

Donde la gente de bien / se sonroja y llora penas / pagando el trago de hiel / de la que no es su vergüenza.