Con su permiso, hablaré bajito y en prosa, contraviniendo esta costumbre de cada viernes de aliñar las portadas de la prensa local de Málaga. Hay tres motivos para ello: el primero, que es Viernes Santo, y una denominación tan rotundamente solemne para este día no pide florituras; el segundo, que para pretendidos versos, los plateados, dorados y floreados exornos que se han asomado a las portadas de la prensa y a las calles de Málaga desde el pasado domingo; y el tercero, que estoy obligado a ser certero para poder poner este punto y aparte adecuadamente.

Estamos en tiempo de contrición, por lo que admitiré que les he estado engañando. No soy poeta ni lo he sido, ni a mis rimas se les pueden llamar versos. Considero humildemente que ha sido divertido para ustedes y para mí, pero, como a todo buen trilero, se me está acabando por ver el truco. El juicio más implacable es el que a uno mismo se aplica y acudo a él sin abogado defensor (en tratar de serlo andamos) y ante un fiscal que me tiene ojeriza. El veredicto ha sido contundente: cesación de la actividad en tanto no sienta que tengo algo verdaderamente bueno que ofrecer.

Y les decía que ha sido divertido. Mi vocación frustrada de periodista ha encontrado casi plena satisfacción durante este tiempo que me ha permitido sentarme en la misma mesa que un grupo de verdaderos profesionales. Isabel, Alba, Bea, Inma, Sebas, Francisco, Juan y Demófilo: gracias de todo corazón por no mirarme como a un intruso y por vuestro contagioso espíritu crítico, ágil y fresco. El Español de Málaga es una misión estimulante por donde se mire y ha sacado cosas buenas de mí. Larga vida a todos y a vuestros proyectos. Director, mi querido Fran, mucha suerte e inspiración para que así sea. Ha pasado justo un año, cincuenta y dos semanas con sus cincuenta y dos resúmenes de las portadas de la prensa local, primero en Portadas Y Tostadas, y luego aquí. Ha sido un tiempo en el que nos hemos acompañado en momentos duros y felices, he disfrutado, he aprendido y me he sentido completamente libre. Ha merecido toda la pena. Espero que también para ti.

Hablar de uno mismo es muy feo (ya me sabrán perdonar esto también) y uno de los puntos fuertes de esta columna, según el primo Dani, es que tiene la duración justa. Por ello, voy a ir recogiendo mis cosas y marchándome rapidito y sin hacer ruido, como Curro Romero, sin tan siquiera haber hablado antes con la cuadrilla. Espero haberles entretenido, haber molestado lo justo y haberles emocionado en algún momento. Presento mis sinceras disculpas a quienes haya podido agraviar y mi agradecimiento por sus muestras de cariño, que han sido muchas. Cuídense, sean felices y lean El Español de Málaga.

Gracias y hasta muy pronto.