Pedro Sánchez, durante la sesión de control al Gobierno de este miércoles.

Pedro Sánchez, durante la sesión de control al Gobierno de este miércoles. Mariscal Efe

Política SESIÓN DE (DES)CONTROL

De negro y con mandíbula prieta: primer 'round' de Pedro Sánchez con "Koldo existe", el partido abalista

28 febrero, 2024 12:54

Debemos exigir para Koldo García Izaguirre los mismos derechos de los que disfruta cualquier otro ciudadano. En el Congreso, es impensable que un diputado se refiera a una persona por su nombre de pila. Y a Koldo, nuestro Koldo, lo llaman así, "Koldo", como si lo conocieran de toda la vida.

Este miércoles, esta vulneración de derechos ha alcanzado su máxima expresión cuando Nacho Martín Blanco, del PP, ha llegado a decir "el señor Koldo". Ha dicho, en concreto: el señor Ábalos y el señor Koldo.

A nadie se le escapa que ese trato diferencial a la baja –¡dónde están los nacionalistas vascos para defenderlo!– se debe a su condición de grandullón partidor de troncos. A Correa nadie en la tribuna le llamaba "Francisco", a Roldán nadie le llamaba "Luis" y a Puigdemont nadie le llama "Carles", por citar otros corruptos.

Empezamos la crónica de esta manera porque hay que hacer tiempo. Ábalos ha demostrado con su ausencia que tiene la sartén por el mango. En lugar de sentarse en su butaca del grupo mixto, se ha ido a Alsina a las nueve en punto. Exactamente la misma hora a la que empezaba la sesión de control.

Los diputados, de derechas y de izquierdas, con el pinganillo. Literalmente. Los del PSOE, como los aficionados de equipo pequeño cuando se jugaban a la vez los partidos de la última jornada. Con el auricular puesto, preguntando: "¡Cuánto queda, José Francisco! ¿Qué pasa en el campo de tal? ¿Hay gol? ¿Bajamos o nos mantenemos?". El devenir de su día de hoy, su sesión de control, no estaba en la Carrera de San Jerónimo, sino en esa voz aterciopelada, acunada en tantas noches oscuras del alma.

Estaba vacía la butaca de Ábalos. Soraya dejó un bolso para suplir a Rajoy. Podía haber tenido el detalle José Luis de hacer carne su ausencia con una entrada del Toni2, con un ejemplar de Mundo Obrero, con una bolsa de hielos, con el capote de su padre, el torero republicano Carbonerito.

Todos mirábamos: ¿dónde se va a sentar exactamente? El verdadero rival de hoy no era el PP, sino "Koldo existe", ese partido de un escaño que acaba de nacer y que será determinante cuando el PSOE necesite una mayoría simple.

El presidente peleaba con un fantasma. Y así lo va a hacer todo lo que quede de legislatura. Ábalos está en todos sus recuerdos, en todas las primeras veces, en todos los detalles oscuros a los que obliga la política. Pronto veremos cuánto y cómo dispara.

Sánchez, de luto. Serio, con las manos entrelazadas. Ha llamado de veras la atención el color de su traje porque suele ir de azul marino y justo hoy se ha puesto de negro. También ha habido otra novedad. Cuando se ha levantado para contestar, lo ha hecho con las piernas juntísimas, casi sin espacio entre las dos; los pies juntos también, como un militar que debe aparentar la seguridad que no tiene.

Quizá para creerse esa impostada seguridad haya dicho lo primero –refiriéndose al PP–: "Causa sonrojo que alguien saque tajada de la corrupción". Firmado el candidato que ganó la moción de censura gracias a la Gürtel. O el que va a mantenerse en la presidencia a través de la amnistía de la corrupción catalana.

Sánchez es un animal salvaje. Se le nota en la mandíbula. Siempre muerde. Y si va a morir, muerde mejor que nunca. No hace prisioneros, no le ha concedido a Ábalos siquiera la convención de la ginebra. No le ha dado la posibilidad de charlar.

Era un día para la nostalgia en el Congreso. El hombre que puso la primera piedra en esta iglesia socialista no fue Pedro, sino José Luis. Y José Luis ya es hoy el rostro que recortan de las fotos con estajanovista precisión los fontaneros de Ferraz. ¡Son tantos los diputados sentados esta mañana que le deben el escaño a "José"!

Ha salido el padre Feijóo a la tribuna y algunos de los suyos ni siquiera se han quitado los auriculares. "¡Usted lo sabía y lo tapó!". La política de oposición funciona así, por elevación: uno coge cualquier sospecha para darla por hecha y acusar al otro de un delito. Feijóo, por decirlo con todas las palabras, no ha hecho otra cosa que endosar a Sánchez un delito de encubrimiento.

El PP –lo han medido sus asesores– saben que esa táctica funciona porque España es un país dado a creer todas las conspiraciones. Millones de españoles dan por hecho que el Rey sabía lo del 23-F, que Felipe González estaba detrás de los GAL, que Rajoy sabía todo lo de Bárcenas y que al Madrid le amañan los partidos cuando lo necesita. ¿Cómo no iba a saber Ábalos lo de Koldo? ¿Y cómo no iba a saber Sánchez lo de Ábalos?

El plot point, el punto negro sobre el que Feijóo ha construido su tesis, es que Sánchez cesó a Ábalos como ministro en 2021 y nunca llegó a explicar por qué lo hizo. Todo cuadra, pero también podría no cuadrar. El sentido común nos lleva ahí, a que Koldo no pudo hacerlo solo, pero el sentido común y la investigación judicial a veces no encajan. Basta con leer a Simenon.

El padre Feijóo ha asumido el riesgo porque sabe que la opinión pública, en general, está de su parte. En una actualización de la "gente de bien" que suele emplear, ha dicho: "Se lo digo en nombre de todo un país". Feijóo, juguetón gracias al contexto, ¡cómo ha cambiado la cosa en una semana!, incluso ha utilizado el verbo "desnudar".

Pero Óscar Puente, que ha entrado tarde, jugueteando con una botella de agua como si el debate estuviera siendo en otro lado, ha asestado un golpe a Feijóo con la rapidez del tuitero experimentado: si Sánchez tenía que saber a la fuerza lo de Koldo, él también habría tenido que saber a la fuerza a lo que se dedicaba su amigo Marcial Dorado –el narcotraficante que no había sido condenado como tal cuando la foto–.

Es llamativo lo de Puente. Desde fuera, cabría pensar que el resto de ministros está incómodo con los enfrentamientos que el sucesor de Ábalos mantiene con la prensa en las redes sociales. ¡Nada más lejos de la realidad! El puenting fascina a los inquilinos de La Moncloa y se han preocupado de hacérselo saber con guiños, halagos y palmas.

Sánchez, mandíbula batiente, ha contestado a Feijóo con la historia de la corrupción del PP. Y ha metido en el ajo a Pablo Casado: "Cayó por denunciar la corrupción y usted está en pie por taparla". Pero Sánchez tiene un problema con ese argumento: ya nadie se acuerda de Casado y lo del hermano de Ayuso quedó en nada según los tribunales.

Al acabar el control dirigido a él, Sánchez ha huido. La mayor inquietud de la bancada socialista ha tenido la banda sonora de las cámaras de fotos. Los disparos iban dirigidos a Marlaska, Armengol y Torres. Los tres que contrataron con la empresa de la trama Koldo.