Política INVESTIDURA

Anatomía de dos fotos: los protagonistas de Bildu son los mismos, en el PSOE el que cambia es Sánchez

Sánchez admitió con su reunión del viernes que la izquierda abertzale es una aliada indispensable para que pueda formar un nuevo Gobierno.

15 octubre, 2023 03:38

Se suponía que la foto de este viernes 13 tenía que representar la normalidad política de una relación que hace tiempo que se da por supuesta, la del PSOE con EH Bildu, pero que sigue desencajando los esquemas de buena parte de los que se ven envueltos en ella. Si durante la última legislatura pudo quedar alguna duda, la realidad es palmaria esta vez: la izquierda abertzale es una aliada indispensable del Gobierno de España y el presidente, Pedro Sánchez, ya no tiene miedo de admitirlo.

Sí lo tuvo hace cuatro años, la primera vez que los socialistas invitaron a los herederos de Batasuna a sus dependencias en el Congreso. Ocurrió el 17 de diciembre de 2019 y allí estaban todos, iguales, un lustro más jóvenes, desde la sonrisa de los representantes de Bildu hasta la contención del los socialistas. Hasta la Sala Martínez Noval de la antigua biblioteca del PSOE sigue siendo la misma, después de su última reforma. 

Si cabe, lo único que cambian son los representantes del lado del Gobierno. Las caras de consternación de Adriana Lastra y Rafael Simancas han dado paso a la afabilidad de Santos Cerdán, secretario de Organización del PSOE, y Pedro Sánchez, secretario general. Porque los favores se pagan y no hay pago que Bildu desee más que ser tratado como el resto, sin cordones sanitarios de por medio. 

[Pedro Sánchez se reúne por primera vez con Bildu, que le "garantiza" su apoyo a la investidura]

Sólo así se explican las sonrisas de los dos representantes de la delegación vasca, ambos con gran peso en la organización y un largo pasado político a sus espaldas. Uno es Mertxe Aizpurua, portavoz en el Congreso y número 2 de Arnaldo Otegi en Madrid. Fue redactora jefe, directora, fundadora y editora del llamado comando de papel de ETA, sus órganos mediáticos, entre los que se incluye el clausurado Egin, del que se decía que "señalaba" a las futuras víctimas de la banda.

El otro protagonista es algo más desconocido para el público general. Gorka Elejabarrieta, portavoz en el Senado, conocido durante años como el "ministro de Exteriores" de Batasuna, quien se encargaba de los contactos con gobiernos e instituciones extranjeras desde Bruselas. Es, además, uno de los que acuñaron la tesis de que la violencia "estaba impidiendo a la izquierda abertzale llevar el proceso político a una nueva fase".

Ni Elejabarrieta ni Aizpurua han condenado nunca los atentados de la banda terrorista, pero sí han conseguido llegar a esa nueva fase de la que hablaban. A la vista están los últimos cuatro años, lo que empezó con aquella imagen de 2019 y se culmina con otra en 2023. Una fotografía muy pequeña en una sala recién reformada que representa un asunto gigantesco en una historia que nunca termina.

En busca del 'sí'

La foto del viernes 13 es la guinda evolutiva de una coalición electoral que todavía se resiste a condenar el terrorismo de ETA, pero que ha moderado su discurso para abarcar a un electorado más allá del movimiento abertzale. El precario equilibrio entre una cosa y la otra ya le funcionó para superar al PNV en las últimas elecciones generales, pero sigue pasando factura al socialismo.

En este ámbito, la implicación directa de Sánchez en esta nueva tanda de conversaciones no es baladí. Si en 2019 necesitaba la abstención para ser presidente, este 2023 necesita sus síes, los de Bildu y los de ERC y Junts, y hacia ellos han ido dirigidos la mayoría de gestos de los últimos días.

El presidente del Gobierno en funciones dio el primer paso el miércoles, horas antes de su reunión con Esquerra, al llamar personalmente al líder del partido, Oriol Junqueras, como gesto de "respeto y normalidad" tras cuatro años de relación indirecta, siempre a través de intermediarios. El resultado fueron dos comunicados hilados entre los dos equipos de comunicación, con escasas diferencias entre ambos.

No obstante, el propio presidente ha reconocido que esta negociación es "mucho más compleja" que la de 2019, pero que avanza poco a poco y sobre el terreno de una legislatura con más o menos entendimiento. No empieza de cero, como quien dice, y pactos como el de la amnistía o gestos como el de la llamada no molestan a nadie dentro del nuevo bloque de investidura.

Luego llegó la foto, con Bildu, el viernes, y a la espera está todo el mundo de cuál podría ser el guiño a Carles Puigdemont, cuyo apoyo es a priori el más complicado. Cualquier de los gestos de Sánchez con sus socios, desde la llamada hasta la foto, bien podría significar el nacimiento de una nueva legislatura o el epitafio de su carrera política.