Antonio Valdés González-Roldán, ministro de Obras Públicas entre 1974 y 1976.

Antonio Valdés González-Roldán, ministro de Obras Públicas entre 1974 y 1976.

Política MEMORIA

El Gobierno retira por "franquista" el cuadro del artífice de la M-30 y de otras grandes autopistas

Antonio Valdés fue ministro el último año de Franco, pero también durante el primer gobierno de la monarquía. Su perfil siempre fue técnico.

27 febrero, 2023 02:25

El Gobierno continúa quitando escudos y retratos en virtud de la Ley de Memoria Democrática. Después de que retirara el cuadro de Antonio Garrigues del Ministerio de Justicia y de que tuviera que reponerlo por el escándalo ocasionado, acaba de producirse un caso similar. Se ha descolgado del Ministerio de Transportes la figura de Antonio Valdés González-Roldán.

Así lo ha contrastado documentalmente EL ESPAÑOL. Igual que Garrigues, Valdés estuvo en el primer Gobierno de la monarquía tras la muerte de Franco, que presidió Carlos Arias Navarro. Lo hizo en calidad de responsable de Obras Públicas.

Es cierto que también integró el último Consejo de Ministros del dictador, pero esa misma condición la ostentaron Manuel Fraga –padre de la Constitución– o Torcuato Fernández-Miranda –autor intelectual de la Transición–. El mandato de Valdés fue de 1974 a 1976.

Para más inri, Antonio Valdés, ministro eminentemente técnico, ideó la construcción de la M-30, del trasvase Tajo-Segura y de las primeras grandes autopistas españolas. También diseñó las ampliaciones portuarias de Barcelona, Bilbao, Valencia, Sevilla o Avilés. Todos estos logros le granjearon importantes reconocimientos ya en democracia: la medalla de Madrid en 1977 y una calle en la capital que data de 2012.

Con el propio Adolfo Suárez –quien fue líder del Movimiento– y con los ya mencionados Fraga o Fernández-Miranda, el Gobierno concibe que su evolución democrática los "habilita". Estaba por ver qué sucedía con esos ministros que, dejando atrás la dictadura, integraron el primer Gobierno de la monarquía como aperturistas o como exclusivamente técnicos. Era el caso de Garrigues y es el caso de Valdés.

Tal y como reveló este periódico, Moncloa no ha acuñado un criterio. Con la misma rapidez que decidió quitarlo, repuso el retrato de Garrigues. Este diario ha pedido explicaciones sobre el caso de Valdés al Ministerio de Transportes, desde donde aseguran "haber analizado" el caso y tomado la decisión con la Ley de Memoria en la mano.

Guillermo Rocafort, abogado e historiador, fue el primero en percatarse de lo ocurrido. Se enteró mediante una consulta en el Portal de Transparencia. Preguntó por los vestigios del franquismo que se habían retirado y se topó con el nombre de Valdés en el inventario que le remitieron.

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"Perteneció también al primer gobierno de la monarquía. Además, su perfil siempre fue técnico. Si se repuso el retrato de Garrigues, con éste debe ocurrir otro tanto", opina Rocafort.

La Ley de Memoria vuelve a toparse con un muro que no puede esquivar: su carácter absoluto clasifica como "franquistas" a todos los que desempeñaron su labor profesional en cargos de responsabilidad durante la dictadura, independientemente de que fueran verdaderos exaltadores del franquismo o no. La norma no está siendo capaz de atender a casos individuales.

La progresiva retirada de los retratos ha sido ideada por el Ejecutivo actual, ya que el Gobierno de Zapatero no institucionalizó la medida. Los cuadros han colgado –y siguen colgando en muchos sitios– como reflejo de la Historia. En las paredes del Congreso de los Diputados están todos sus presidentes, incluidos los de la dictadura. En el salón de plenos del Ayuntamiento de Zaragoza, todos sus alcaldes. Allí gobernaron, ya con la Ley de Memoria aprobada, tanto el PSOE como Podemos. Y ninguno retiró los lienzos.

Opositores

Antonio Valdés, asturiano, fue un gran admirador de Jovellanos. Reunió una importante biblioteca a lo largo de su vida, que donó al Foro Jovellanos. Ignacio García-Arango, su presidente, no da crédito cuando se entera de que el Ministerio de Transportes le va a descolgar de su pared.

Casualmente, García-Arango también es ingeniero de caminos y conoció personalmente a Valdés: "Era un perfil absolutamente técnico. Fue elegido por su talento. Se había especializado en tráfico, estudiando en Estados Unidos. Había cuatro en España que sabían lo que sabía él. Arias Navarro, alcalde de Madrid, lo fichó para que le organizara todas las carreteras de la ciudad. Luego, cuando el Rey lo nombró presidente, se lo llevó al Gobierno".

"Valdés no era un franquista puro ni un hombre ideológico. Era simplemente un hombre de su época. Como todos. Yo me saqué las oposiciones en 1970, también podrían decir que soy un ingeniero franquista", ironiza.

El caso de Valdés ha impactado también a Pedro de Silva, presidente Asturias con el PSOE entre 1983 y 1991. Es escritor, intelectual respetado en la región y descendiente de Jovellanos.

En conversación con EL ESPAÑOL, apunta: "He demostrado de forma práctica mi compromiso con la recuperación de la memoria de tantas personas victimadas o vejadas por el franquismo. Pero en cuanto a la retirada de vestigios, es preciso ser muy cuidadoso, evitando caer en la damnatio memoriae y limitando la actuación a evitar el enaltecimiento de personas comprometidas en actuaciones abyectas o criminales en el pasado".

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De Silva escribió, por ejemplo, El rector, una obra de teatro sobre el asesinato de Leopoldo García-Alas, hijo de Leopoldo Alas Clarín y asesinado por los franquistas en 1937. La representación se estrenó con lleno completo y por partida doble en el Campoamor, de Oviedo.

Sigue De Silva, expresidente autonómico del PSOE: "Aplicar esta ley a Antonio Valdés, un asturiano que, con un perfil técnico bien acreditado fue ministro ya al borde de la Transición y que se distinguió por su empeño en algunas obras públicas decisivas... Me parece un buen ejemplo de las injusticias y estupideces a las que puede llevar una ley cargada de buena intención cuando se aplica por manos ignorantes o descuidadas".

Este veterano socialista y escritor concluye: "Valdés era ferviente admirador de Jovellanos y donó su biblioteca jovellanista a la Institución que enaltece su memoria".