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Política PP

Crece en el PP el debate del voto de conciencia ante el aborto: el partido lo aprobó en 2017 y lo aparcó

El PP resulta una anomalía en relación a sus 'hermanos' europeos. Votar en conciencia ha conllevado multa e incluso expulsión de las listas electorales.

17 septiembre, 2022 03:05

–No sé qué hacer. Estoy atacada. Tengo que hablarlo con mi confesor.

Son palabras de una parlamentaria del Partido Popular en 2015. Su formación acababa de dar un giro. El presidente Mariano Rajoy había cambiado de opinión y, en lugar de defender la vuelta a la ley del aborto de los ochenta, apostaba por conservar la norma de José Luis Rodríguez Zapatero añadiendo la obligación a las menores de contar con el permiso de sus padres para interrumpir el embarazo.

Esta parlamentaria afrontaba un dilema de difícil solución: votar en conciencia o plegarse a la disciplina del partido. Eligió lo segundo. Por grueso que suene, antepuso su trabajo y su sueldo a sus principios morales. Eso fue lo que sucedió.

Hoy, cuando llegue al Congreso la nueva ley del aborto, decenas de diputados, en este caso los pertenecientes a la facción más liberal del PP, podrían verse en la misma tesitura: votar en conciencia y apoyar la propuesta del Gobierno [en caso de que su redacción y carácter técnico les convenciese] o acatar el mandato de sus superiores y posicionarse en contra. Una vez más, la encrucijada entre el sueldo (la disciplina de partido) y la conciencia.

Todavía no está claro qué va a hacer Alberto Núñez Feijóo con la ley del aborto, pero el debate del voto de conciencia crece en el partido. Pero este es solo un ejemplo de lo que ocurre en el Partido Popular cada vez que la Cámara debate un asunto que afecta a las convicciones morales o religiosas del parlamentario.

Fuentes de la dirección nacional confirman que es un tema pendiente de abordar. Y este fin de semana, en Toledo, se reúne la plana mayor del partido. Con los líderes nacionales, autonómicos y municipales presentes.

Es la primera que preside Feijóo –la clausurará el domingo– y con la cercanía de las elecciones se ha convertido, en la práctica, en una convención de rearme ideológico. Todos los parlamentarios, afectados directamente por la cláusula para votar en conciencia, estarán allí.

El nuevo presidente del PP se inclina por permitir el aborto siempre y cuando, al tratarse de una menor, exista el permiso escrito de los padres. Pero Isabel Díaz Ayuso, en cambio, no cree en la necesidad de ese consentimiento.

La cuestión es: ¿qué ocurre con una votación así? ¿Y con la eutanasia? ¿Y con la gestación subrogada? ¿Y con la prostitución? Paradójicamente, y a tenor del recorrido realizado por este periódico entre algunos miembros del grupo parlamentario popular, son los más conservadores y los más liberales quienes confluyen en la petición de que se permita el voto en conciencia. Los primeros para garantizarse su oposición; los segundos para lo contrario.

La prueba de la inquietud que genera en el PP el asunto del voto en conciencia reside en el temor de los diputados a expresarse con el micro abierto. Prefieren hacerlo desde el anonimato.

A lo largo de las últimas décadas, la dirección nacional del partido ha sancionado a varios diputados por votar en conciencia y saltarse el mandato de los suyos. La multa oficial rondaba los 600 euros, pero la multa real iba mucho más allá: la marginación y hasta la exclusión de las listas.

El ejemplo paradigmático anida en los diez parlamentarios que, descontentos por el giro de Rajoy en relación al aborto, votaron diferente a lo ordenado. "Faltaban sólo unos meses para las elecciones. Ninguno de los diez repetimos en las listas", cuenta a EL ESPAÑOL uno de los afectados.

"Nuestro partido había presentado un recurso de inconstitucionalidad contra la ley del aborto del PSOE. ¿De repente íbamos a acatarla con la mera modificación de exigir el consentimiento paterno en el caso de las menores? Votamos en conciencia y nos pasó factura", relata esta fuente.

Hoy, estos sucesos no deberían volver a ocurrir, ya que los estatutos del PP rubricados en 2017 dicen así en su artículo 7: "Se reconoce el derecho al voto en conciencia (...) en aquellas propuestas que, no formando parte del programa electoral, afecten exclusivamente a cuestiones éticas y/o morales que pongan en cuestión sus convicciones más profundas, comunicando previamente al portavoz del grupo correspondiente las razones que le motivan".

Eso dice la teoría, pero la práctica lo refuta: no se ha permitido el voto en conciencia desde 2017. Cayetana Álvarez de Toledo, en su etapa de portavoz, intentó que Casado lo avalara entre los suyos de cara a la votación referida a la eutanasia, pero éste no quiso.

En su última entrevista con este diario, la diputada por Barcelona decía: "Ya no solo por cumplir las reglas que nos damos, sino porque existen sensibilidades muy diversas en el PP. El voto en conciencia es una manera de ensanchar el partido a través de esos asuntos morales. Dar la libertad de conciencia en asuntos tasados me parece eficaz".

Con el objetivo de que el voto en conciencia sea garantista pero no amenace al partido, se incluyó en los estatutos de manera tasada. Siempre que no afecte a cuestiones incluidas en el programa [para que un elector no vea traicionado su voto] y con la condición de que se avise antes al portavoz [para evitar derrotas sorpresivas en las votaciones].

Núñez Feijóo, también en una conversación con EL ESPAÑOL, ésta del pasado julio, se comprometía a poner en marcha el voto en conciencia llegado el momento: "En nuestro partido, la interrupción voluntaria del embarazo es algo en lo que cualquier diputado del Partido Popular puede votar lo que considere oportuno".

El desafío que afrontará Feijóo es considerable, teniendo en cuenta que el Gobierno pretende llevar al Congreso vayas leyes de este ámbito. La decisión [reconocen también los partidarios del voto en conciencia] es compleja porque entraña un coste a corto plazo: la aparición del PP en los medios como una organización dividida e indisciplinada. Sin embargo, esa herida puede ser un antídoto a medio-largo plazo; porque haría a los diputados sentirse cómodos... y útiles. Pensantes.

"La anomalía europea"

Luis Peral, consejero del Gobierno de la Comunidad de Madrid con Gallardón primero y con Esperanza Aguirre después, fue el encargado de presentar la enmienda en favor del voto en conciencia durante aquel congreso de 2017.

En conversación con este diario, refiere que se trata de "algo fundamental": "Existe en casi todos los países democráticos del mundo. Y lo más importante es que se ejercita. Los diputados quieren tener ese derecho y ponerlo en práctica".

Peral se ausentó de la Asamblea regional de Madrid para no apoyar la llamada Ley LGTBI. Fue sancionado y multado económicamente por el PP. Se encuadra en la facción conservadora, aunque él prefiere llamarla "democristiana".

Menciona que la organización a la que pertenece representa una "anomalía" en Europa: "La libertad de voto del parlamentario es un derecho reconocido en la práctica política de los grandes países occidentales. En Francia, el mandato imperativo a la hora de votar es nulo. En Alemania, los diputados están sujetos únicamente a su conciencia y no pueden ser sancionados a consecuencia de su voto. En Italia, no se pueden pedir explicaciones por el sentido del voto a los diputados".

Peral también pone como ejemplos a Canadá, donde los conservadores y los liberales permitieron el voto en conciencia en relación al matrimonio homosexual; y a Australia, donde ocurrió lo mismo con el aborto, la eutanasia y las leyes LGTBI.

Diagnostica, igual que Álvarez de Toledo, el peligro de las "listas cerradas y bloqueadas". ¿Cómo se va a atrever a votar en conciencia un diputado que puede perder su trabajo por exhibir una opinión distinta a la del aparato?

La maniobra fallida

Aunque fue Luis Peral quien presentó la enmienda aprobada del voto en conciencia [también lo hizo otro diputado, Jesús Postigo, de manera paralela], el verdadero profeta en estas lides se llama Eugenio Nasarre (Madrid, 1946). Proveniente de la UCD, director general de RTVE, fundador de FAES y secretario general de Educación con el gobierno de Aznar.

En charla con este periódico, desvela una maniobra soterrada con la que intentó implantar el voto en conciencia no ya solo en su partido, sino en el Congreso en general. Porque el problema del que da cuenta este reportaje es extensible a cualquier formación grande, por ejemplo el PSOE.

Se debatía la ley del aborto de Zapatero. "Intenté que se invitara a los diputados a que votaran en conciencia. Hablé con José Bono, que era el presidente de la Cámara. Le conté mi plan, que consistía en lograr que el voto en conciencia fuera promovido por un grupo de diputados de PP y PSOE", cuenta.

–¿Y qué pasó?

–Bono me dijo que le parecía bien, pero también me explicitó que, como presidente del Congreso, no podía intervenir directamente. Me indicó algunos diputados del PSOE que él creía que podrían aceptar. Acudí a ellos, pero lo rechazaron.

–Cuando hizo aquella intentona, ¿tenía usted el apoyo de Mariano Rajoy?

–No. No lo tenía. Él no estuvo al tanto. No le pedí permiso. Creí que si algunos diputados de las dos formaciones dábamos ese paso, habríamos forzado la reflexión de las direcciones de nuestros partidos.

Después llegó el Congreso de Sevilla, año 2012. Nasarre intentó que prosperara la enmienda que acabaría aceptándose en 2017, pero fracasó. Le rebatieron –cuenta él mismo– diciéndole que aquello alentaría la "división interna" y la "formación de corrientes". "Había mucho miedo", resume Nasarre.

Le pusieron el ejemplo de la UCD, precisamente defenestrada por sus líos de familias políticas distintas. "Los hombres del aparato esgrimían ese argumento. Y es verdad que era un argumento de peso. Pero un antecedente no puede marcar una regla. Basta con estudiar un poco de filosofía", discurre Nasarre.

–Y cuando le decían lo de la UCD, ¿usted qué respondía? Porque es un argumento de mucho peso.

–Que el voto en conciencia se estaba abriendo paso en todos los partidos democráticos del centro-derecha europeo.

La hora de la verdad

Nasarre no se dio por vencido. Cuando se acercó el Congreso de 2017, decidió hablar directamente con Rajoy. Cabe mencionar que eso fue posible gracias al predicamento de este dirigente en el partido. Fue muy respetado primero por Aznar y luego por el propio Rajoy.

"Él se había opuesto al voto en conciencia, sí, pero me constaba que no había intervenido directamente en el rechazo de la enmienda. Fui a hablar con él. Nos reunimos en La Moncloa", rememora.

–¿Y qué dijo Rajoy?

–Es un hombre realista y pragmático. Se dio cuenta de que era un paso que había que dar y de que era un paso positivo. Dio su visto bueno y, claro, el asunto se desbloqueó.

Así llegó el voto en conciencia a los estatutos del PP, donde todavía permanece, pese a que jamás se haya aplicado. Alberto Núñez Feijóo, llegado el momento, deberá tomar la decisión. Voto en conciencia [tal y como ha prometido en distintas entrevistas]... o continuar con la tradición genovesa.