Adriana Lastra y Cuca Gamarra, en el Congreso.

Adriana Lastra y Cuca Gamarra, en el Congreso. Europa Press

Política CONGRESO

El PSOE reconoce "más cercanía" con el PP que con Podemos en el debate sobre la prostitución

La ley que pretenden aprobar los socialistas convence más a los de Feijóo que a Yolanda Díaz y a Ione Belarra.

7 junio, 2022 02:22

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Solía decir Pedro Sánchez que la presencia de Pablo Casado al frente del PP acababa con cualquier opción de pactos de Estado entre las dos formaciones más numerosas del Congreso de los Diputados. La llegada de Alberto Núñez Feijóo no ha traído novedades en ese frente. Pero parece ser el presidente quien ha reabonado el camino que le llevó a Moncloa: la mayoría con los nacionalistas. En su última comparecencia, dedicó casi media hora a mentar la corrupción del PP de Rajoy.

La coincidencia entre PSOE y PP ha llegado en un ámbito, a priori, de duro enfrentamiento: el del feminismo. Distintos dirigentes socialistas muestran su rechazo a las tesis de Podemos y reconocen una mayor "cercanía" con los conservadores. En concreto, sobre la prostitución.

En Ferraz no muestran reservas: se definen como abolicionistas. Quieren prohibir la prostitución. "Multar a los proxenetas y a los puteros". También a quienes se benefician alquilando locales que luego acaban convertidos en burdeles.

En 2019, el Partido Popular votó a favor en el Congreso de una proposición similar, aunque no tenía efecto vinculante. Y, salvo sorpresa, apoyará la nueva norma de Sánchez, que va a ser admitida a trámite este martes.

Los mandatarios socialistas encargados de la negociación con sus socios de coalición hablan en tono de reto: "Que se postulen. Nosotros tenemos claro que somos abolicionistas, pero ellos no. Parecen regulacionistas".

Unidas Podemos está sufriendo mucho internamente con esta propuesta. Irene Montero sí apuesta, por ejemplo, por multar a los proxenetas y a los puteros. Sin embargo, los comunes catalanes, que forman parte del llamado espacio confederal, lamentan el carácter "punitivo" del texto. La división existe tanto en las bases como en la dirección.

Este lunes, Unidas Podemos, con el objetivo de esconder esa debilidad, anunciaba que votará "sí", pero asumía que los comunes pueden decir "no". Yolanda Díaz, por su parte, intenta desmarcarse y afirma que se trata de un "debate viejo" y que lo que conviene pasa por apuntalar una ley de trata.

Las fuentes del PSOE consultadas por EL ESPAÑOL consideran esa postura una "trampa legal" para echar el balón hacia delante y no prohibir la prostitución. "Hay más sintonía con el PP, es cierto", concluyen.

De manera similar se expresaron estos dirigentes, en privado, cuando se debatía la ley de libertad sexual, más conocida como "ley del sólo sí es sí". Irene Montero apostó por conceder bajas sufragadas por el Estado a las mujeres con "reglas dolorosas".

En el PSOE pusieron el grito en el cielo, aunque guardaron las formas de puertas hacia fuera para no dañar la coalición de gobierno: "Eso es estigmatizar a la mujer. No podemos considerar la regla una enfermedad. La regla, en sí, no es el problema, sino los trastornos asociados a ella, que son los que provocan el dolor".

Tras una negociación in extremis, los socialistas consiguieron que Irene Montero cambiara el texto y añadiera una postdata que vinculaba esas reglas con los diagnósticos médicos.

Pero la disputa no acabó ahí: siguiendo con esa estrategia de "reto", el PSOE presentó enmiendas a la ley de Montero. ¿Cuáles? Aquellas que pretendían abolir la prostitución con esa misma norma. Negociaron con el PP. Sabían que tenían los votos suficientes. Pero acabaron retirándolas cuando conocieron que, de seguir por ahí, el resto de socios de la investidura –sobre todo ERC– votaría en contra. Dieron un paso atrás y salvaron el proyecto.

Ahora, el PSOE vuelve a jugar ese partido. Vuelve a colocar en el brete a Unidas Podemos. La abolición de la prostitución es sólo la punta del iceberg: subyace la batalla por el liderazgo del feminismo, que viene produciéndose desde que Sánchez se vio obligado a ceder a Podemos el Ministerio de Igualdad, entre otros, para ser investido presidente.