Pedro Sánchez, presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, recibe al opositor venezolano Leopoldo López.

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, recibe al opositor venezolano Leopoldo López. EP

Política EXTERIORES

La escapada y acogida de Leopoldo López tambalean el difícil equilibrio de Sánchez con Venezuela

Impulsa el diálogo vía Borrell, pero rechaza las elecciones de Maduro. Saca al embajador, que molestaba al régimen, y ahora lo defiende.

1 noviembre, 2020 02:08

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Hace dos semanas, en la sesión plenaria de octubre, el Parlamento Europeo interrogó a Josep Borrell por el supuesto cambio de la política comunitaria frente al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela. Aquel día, don Leopoldo López Gil fue de los más beligerantes con el Alto Representante para la Política Exterior de la UE y se revolvió contra la alusión pública a su posible "carga emocional" por ser padre de un preso político.

Borrell había acudido renuente a dar cuentas a la Eurocámara, alegando que no tenía por qué explicar el envío de una "misión exploratoria", y acusando a los europarlamentarios del PPE y de Ciudadanos de "organizar una escandalera sin fundamento para combatir al gobierno de España".

Ese preso político está hoy en Madrid, acogido por España tras más de seis años de represión, cárcel y torturas. Y su peso ha movido el fiel de la balanza con la que Pedro Sánchez mide sus pasos para no desequilibrarse entre la dignidad democrática, los legítimos intereses comerciales y la realidad pura y dura.

Josep Borrell, durante el debate de este miércoles en la Eurocámara sobre Venezuela

Josep Borrell, durante el debate de este miércoles en la Eurocámara sobre Venezuela Parlamento Europeo

Es cierto que habían sido los representantes españoles en el Grupo Popular Europeo y en el liberal Renew los que habían impulsado la petición. Pero no es menos cierto que con sus solos votos no habría prosperado el empeño de forzar la comparecencia ante los eurodiputados de la cabeza de una de las máximas instituciones de la Unión.

"Ocurre que el asunto venezolano no se toma a broma en Europa, como tampoco el bielorruso", explica a este diario un diputado de la Cámara en Bruselas, "y nuestros compañeros de otros países se fían del criterio de los españoles en esto".

Ésa es la clave de todo. La de que Borrell tuviera que pasar el examen y la de que muchos crean que la UE está virando hacia el posibilismo de su mano... "como ya lo hizo España desde que él llegó al Ministerio de Exteriores, al caer Mariano Rajoy y entrar Pedro Sánchez en la Moncloa", explica una fuente de la oposición venezolana.

¿Por qué nadie da la cara, por qué prefieren callar sus nombres unos y otros? Porque, tras la llegada de Leopoldo López -el hijo, el opositor represaliado, encarcelado, torturado y finalmente huido-, nadie quiere ser el responsable de que se desmorone ese débil equilibrio del Ejecutivo español. Ni de que caiga del lado contrario de la Historia.

Es verdad que Sánchez hizo todo lo posible por no recibir a Juan Guaidó cuando visitó España en enero de este año. Y lo logró. Pero un año antes lo había reconocido como presidente legítimo de Venezuela. Aunque luego lo llamó simplemente "líder de la oposición". Ahora juega la doble baza de recibir a López pero hacerlo como líder del PSOE para no molestar a Maduro, que califica Madrid como "centro de la conspiración" contra el chavismo.

La embajada

Josep Borrell, jefe de la diplomacia española cuando Guaidó fue nombrado presidente encargado, apoyó su reconocimiento desde Madrid. Pero nunca dejó de repetir que "una cosa es lo que se dice y otra la realidad, y lo cierto es que el poder está en manos de Maduro".

Meses después, tras la fracasada Operación Libertad, de abril de 2019, fue el mismo Borrell el que tomó la iniciativa de que Jesús Silva, embajador español en Caracas, diera cobijo en su residencia a López, que tenía la misión de hacer caer al régimen de la mano de Guaidó.

Finalmente, no cayó por una traición de última hora en el alto generalato. Rusia y EEUU lo tenían todo a punto y acordado, con el conocimiento de España. Y el avión con el motor encendido esperaba a Nicolás Maduro para su salida a Cuba -según fuentes militares venezolanas-. La isla iba a ser un mero puente hacia otro exilio más "agradable", previo paso por Moscú. 

Jesús Silva, embajador de España en Venezuela.

Jesús Silva, embajador de España en Venezuela. REUTERS

Hace un mes, La Habana era la sede diplomática desde la que se previó que saliera el sustituto de Silva, incómodo para Caracas. Juan Fernández Trigo, un diplomático con una larguísima relación con Cuba -adonde llegó en 2004 como número dos de la legación- fue el organizador de la visita oficial de Pedro Sánchez al país de los Castro en 2019.

¿Un movimiento para congraciarse con Maduro? "Lo que es seguro es que no le molesta el que viene y sí el que se va", explicaba hace unas semanas Leopoldo López Gil a este diario. De hecho, este miércoles, el mandatario de Caracas insultaba públicamente a Silva, sólo días después de que fuera homenajeado por la Asamblea Nacional, de mayoría opositora.

El Ministerio de Arancha González Laya ha protestado formalmente contra las invectivas de Maduro, ha decidido no mandar sustituto por considerar "ilegítimas las elecciones"... y el jueves, por primera vez en dos años, la Policía y el Sebin (servicio secreto) levantaron el cerco a la legación española. Aunque Silva sigue sin destino.

Podemos y Bruselas

Hay quien señala que todos estos sucesos concatenados no son casuales. Y que Borrell se tentaba la ropa cuando estaba en el Gobierno, y que él habría sido más agresivo contra el régimen bolivariano. "Pero el PSOE dependía del apoyo de Podemos, que nació acunado por Chávez y Maduro", señala un antiguo preso político, hoy líder de una asociación de refugiados venezolanos en España. 

Pablo Iglesias, en un programa de la TV iraní 'Hispan TV' sobre Venezuela.

Pablo Iglesias, en un programa de la TV iraní 'Hispan TV' sobre Venezuela. E.E.

Y que quizá por eso el exministro aceptó encantado volver a Europa a su edad. "La prueba es que la posición oficial, y por escrito, es que la UE no acepta las elecciones que Maduro quiere convocar en diciembre", añade otra fuente en Bruselas.

"Ahora, con González Laya, parece que importamos menos... hace política de contención, no proactiva". Que ése puede ser el doble juego ahora: desde Madrid más amigables, para no desequilibrar la coalición con Pablo Iglesias; desde Bruselas más firmes.

Equilibrios de la oposición

Otras fuentes de la colonia venezolana en Estados Unidos señalan otra clave. "Las únicas empresas que el régimen no ha esquilmado o expropiado son españolas", recuerdan, "y Madrid debe guardar eso, no sólo para tener una buena posición cuando caiga la dictadura, sino por la seguridad de sus trabajadores allí". ¿Seguridad laboral o personal? "Las dos, claro. En Venezuela la vida vale menos que la batería de un móvil".

Entonces, ¿ha cambiado o no España su posición desde que gobierna el PSOE? "Es menos beligerante", reconocen en las filas de la resistencia democrática. Pero cuando se pide una respuesta con nombre y apellidos, la cosa vira a un discurso más oficialista, que también hace equilibrios: "La posición de fondo es la misma, hallar una vía democrática, unas elecciones libres, la salida de Maduro y su camarilla, la libertad de Venezuela".

La realidad es que antes de que López pisara suelo español, los líderes democráticos residentes en Éspaña enviaban cartas públicas al presidente Sánchez, le acusaban de "seguir los pasos de Zapatero, el amigo de Iglesias y del usurpador Maduro"... y hacían comparecer a Borrell ante el Parlamento Europeo para calificar de "fracaso desafortunado" su intento de mediar con el régimen.

El domingo pasado se supo que Leopoldo López había escapado de la embajada española y de las garras del régimen de Maduro. Su llegada a España abre un nuevo escenario para las relaciones de España con Venezuela.