Cada 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer, nos invita a reflexionar sobre los avances en igualdad y los desafíos que aún persisten. En el sector fundacional, las mujeres desempeñan un papel esencial, no solo como profesionales y líderes, sino también como impulsoras de un cambio social que busca construir un futuro más justo.
El informe recién publicado por la Asociación Española de Fundaciones (AEF) sobre la igualdad entre hombres y mujeres en las fundaciones nos ofrece una radiografía del sector desde una perspectiva de género. Los datos reflejan un escenario con luces y sombras.
Por un lado, el 65,3% de las personas empleadas en fundaciones son mujeres y el 54,5% de estas organizaciones están dirigidas por una mujer. Estos porcentajes son significativamente más altos que en otros ámbitos profesionales y ponen de manifiesto el liderazgo femenino en el tercer sector.
Sin embargo, cuando se analizan los órganos de gobierno, los números revelan una brecha aún por cerrar: las mujeres representan solo el 34,7% en los patronatos, con un 35,2% de presidentas y un 29,6% de vicepresidentas.
Aunque algunos patronatos que gozan de gran visibilidad están formados mayoritariamente por mujeres que, además, son referentes en sus respectivos ámbitos sociales y profesionales, lo que sin duda es inspirador para otras organizaciones, hay un recorrido importante en el conjunto del sector.
Las fundaciones han sido, y deben seguir siendo, espacios donde la igualdad no solo se predique, sino que se practique. Su papel en la promoción de la igualdad de género es fundamental, tanto desde la propia estructura de las organizaciones como en los proyectos que impulsan, y contribuyen así de manera directa al Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 5, que persigue la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.
Muchas fundaciones trabajan en áreas clave como la conciliación, la educación o el acceso al empleo. También incorporan la diversidad como objetivo fundacional, entendida como la integración de todos los colectivos en los distintos estamentos de nuestra sociedad, especialmente de los más vulnerables e infrarrepresentados.
Para lograr avances significativos, es vital que las fundaciones adopten medidas concretas para garantizar la paridad en todos los niveles. Esto implica revisar sus estructuras internas, fomentar el acceso de mujeres a cargos directivos y asegurar que las iniciativas que impulsan tengan un impacto real en la vida de las mujeres.
También es importante reconocer los desafíos adicionales que enfrentan muchas mujeres en el sector fundacional, como la brecha salarial o la carga desproporcionada de responsabilidades familiares. Además, es clave fortalecer redes de apoyo y espacios de mentoría que faciliten el desarrollo profesional de las mujeres dentro del sector.
La igualdad no solo es un beneficio para las mujeres sino para toda la sociedad. Mi experiencia profesional me dice que las organizaciones con mayor diversidad de género en sus equipos directivos obtienen mejores resultados, tanto en términos de innovación como de impacto social.
En el caso de las fundaciones no solo equilibra la representación, sino que enriquece la visión estratégica y amplía el alcance de las iniciativas sociales. Una mirada diversa de los patronatos debería ser una palanca para la incorporación de más mujeres a los órganos máximos de decisión y esta, a su vez, debería coadyuvar a la incorporación de talentos y experiencias que enriquezcan los órganos de gobierno.
Más allá de los números, el reto está en seguir construyendo estructuras más equitativas. Es positivo que el liderazgo femenino en el sector fundacional sea una realidad, pero aún queda camino por recorrer en la representación en los órganos de decisión.
La igualdad de género no es solo una cuestión de cifras, sino de participación real en la toma de decisiones y de la posibilidad de influir en el rumbo de las organizaciones. Para lograr un cambio, es fundamental fomentar políticas de igualdad, promover modelos de liderazgo inclusivos y garantizar que las mujeres tengan acceso a redes de influencia y formación especializada.
Además, el compromiso con la diversidad en las estructuras de poder no solo beneficia a las mujeres, sino que fortalece la capacidad de innovación y la eficiencia del sector fundacional. La presencia equilibrada de mujeres en los espacios de decisión es clave para generar un impacto social más justo y equitativo.
A propósito del Día de la Mujer, es importante reconocer el trabajo de tantas mujeres que, desde las fundaciones, están transformando la sociedad. Pero también es el momento de asumir el compromiso de avanzar hacia estructuras más inclusivas.
Porque el sector fundacional no solo debe reflejar la sociedad en la que vivimos, sino ser un motor activo de la sociedad que queremos construir. La igualdad de género no es un objetivo inalcanzable, es una meta que podemos y debemos alcanzar con el esfuerzo conjunto de todas las personas y organizaciones comprometidas con un futuro más justo.
*** Pilar García Ceballos-Zúñiga es presidenta de la Asociación Española de Fundaciones (AEF).