La sequía del embalse de Baells, en Cataluña, a 14 de marzo de 2023.

La sequía del embalse de Baells, en Cataluña, a 14 de marzo de 2023. Nacho Doce Reuters

Noticias

Una comisión de expertos urge a frenar la crisis del agua: “Estamos cambiando el ciclo hidrológico global”

La Comisión Mundial sobre la Economía del Agua alerta de una creciente crisis mundial del agua unida a la de biodiversidad y al calentamiento global.

17 marzo, 2023 01:50

“Por primera vez en la historia de la humanidad, no podemos contar con la precipitación como única fuente de agua dulce. Estamos cambiando todo el ciclo hidrológico global”, asegura Johan Rockström, director del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático, en Alemania, y copresidente de la Comisión Mundial sobre la Economía del Agua, auspiciada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el gobierno holandés.

El científico sueco, que también desarrolló la teoría sobre los límites del planeta, alerta ahora de que “cada grado de calentamiento global agrega aproximadamente un 7% de humedad al ciclo del agua, sobrecargándolo e intensificándolo, lo que nos lleva a más y más eventos climáticos extremos”. Y asegura: “El agua es tanto un impulsor como una víctima del cambio climático”.

A medida que cambia el clima, cambian también los recursos y nuestra relación con el agua. Si no se frenan las emisiones de gases de efecto invernadero que calientan la atmósfera, se pueden observar, por ejemplo, subidas del nivel del mar cada vez más aceleradas y más dañinas para las zonas costeras. Por no hablar del impacto sobre las reservas subterráneas de agua, que frente a extremos climáticos pueden verse disminuidas o contaminadas y poner en riesgo el consumo humano.

[La sequía obliga a sacrificar toneladas de peces de un embalse de Cataluña para salvar el agua potable]

El agua vuelve así al centro del debate. El primer informe mundial revelado por la Comisión Mundial sobre la Economía del Agua –tras su creación en mayo de 2022– alerta de una creciente crisis mundial del agua y expone las medidas que pueden y deben tomarse de forma urgente para detenerla. De lo contrario, destacan, el mundo también fallará en la acción climática y en todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. 

No hay más que fijarse en el caso particular de Madagascar. Hace un año, esta isla africana se conoció como la zona cero del cambio climático. Como informaron entonces numerosos medios, una devastadora sequía de una duración de tres años estaba condenando a más de un millón de personas a morir de inanición.

Esta crisis del agua, al estar entrelazada con el calentamiento global y con la pérdida de biodiversidad, se refuerzan mutuamente. Y las actividades humanas no ayudan, porque están cambiando los patrones de lluvia, la fuente de todo agua dulce, lo que conduce a un cambio en el suministro de agua en todo el mundo. Rockström va más allá y asegura que “cada punto de vista del cambio climático que excluye el agua es incompleto”.

Según señala el informe, más de 2.000 millones de personas aún carecen de acceso a agua gestionada de manera segura. Un niño menor de cinco años muere cada 80 segundos por enfermedades causadas por agua contaminada. 

Por este motivo, Ngozi Okonjo-Iweala, directora general de la Organización Mundial del Comercio y copresidenta de la Comisión, señala que “Necesitamos desarrollar una nueva economía del agua que nos ayude a reducir el desperdicio de agua, mejorar la eficiencia del agua y brindar oportunidades para una mayor equidad”. Para la experta, “el agua no puede volver a una trayectoria sostenible sin justicia y equidad en todos los rincones del mundo”. 

La sequía extrema en Cataluña.

La sequía extrema en Cataluña. Nacho Doce Reuters

Una de las principales cuestiones que plantea la Comisión es que se debe reconocer y gestionar el ciclo del agua como un bien común global, restaurándolo para todos. Los enfoques actuales de la gestión del agua, en gran medida locales, no reconocen que los países están interconectados y dependen unos de otros. Pero los ríos, las corrientes de aguas subterráneas y los flujos atmosféricos de vapor de agua cruzan las fronteras internacionales.

Considerar esto a nivel global lleva así a una acción colectiva para estabilizar el ciclo del agua. Según el informe, para ello, movilizar a las múltiples partes interesadas, públicas, privadas, de la sociedad civil y de la comunidad local; utilizar la política de innovación y la estrategia industrial para catalizar soluciones a problemas concretos y aumentar las inversiones en agua a través de nuevas modalidades de colaboración público-privada.

Además, se debe dejar de infravalorar el agua. Como recoge el documento, combinado con un apoyo específico a las personas pobres y vulnerables, garantizar que el agua tenga un precio adecuado permitirá que se utilice de forma más eficiente en todos los sectores, de forma más equitativa en todas las poblaciones y de forma más sostenible tanto a nivel local como internacional.

Un punto importante en el que hace hincapié el informe de esta comisión de expertos es que deben eliminarse gradualmente unos 700.000 millones de dólares de subvenciones a la agricultura, que a menudo fomentan el consumo excesivo de agua y otras prácticas perjudiciales para el medio ambiente. 

Por último, de entre los siete recomendaciones que propone el documento, está la creación de Asociaciones para el Agua Justa (Just Water Partnerships -JWPs-) que permitan invertir en el acceso al agua, la resiliencia y la sostenibilidad en los países de renta baja y media; aprovechar las oportunidades que se presentan en esta década como reforzar los sistemas de almacenamiento de agua dulce o desarrollar la economía circular urbana del agua; así como impulsar una gobernanza multilateral del agua, que actualmente está fragmentada.

“Una crisis sistémica”

Para Tharman Shanmugaratnam, “resolver el desafío del agua requiere una mayor ambición, pero es una ambición que en realidad se puede lograr si trabajamos colectivamente y aceleramos las acciones en la década actual”. Sobre todo ante la perspectiva de que hacia 2050 se espera que la demanda de agua aumente un 55% por el crecimiento poblacional.

Las inundaciones, sequías y otros eventos extremos de agua sin precedentes del año pasado no son episodios extraños, sino evidencia de una crisis sistémica que resulta de décadas de mala gestión humana del agua. Unas afirmaciones de la comisión de expertos de la OCDE que se producen un día después de otra revelación del Instituto de Naciones Unidas: el mundo está fracasando en el suministro de agua segura para todos.

Conforme dejan de solucionarse los fallos en la gestión del agua, hay industrias que suben como la espuma. Es el caso del agua embotellada. Según un informe global reciente, solo en 10 años –entre 2010 y 2020–, este sector ha crecido un 73% y se espera que para 2030 dupliquen sus ventas hasta alcanzar un beneficio de 500.000 millones de dólares.

[El negocio del agua o cómo el 'boom' de la embotellada disfraza el fracaso de un recurso seguro]

Además, en países como España, la falta de precipitaciones y el uso insostenible del agua ha llevado a casos como el que ahora sufre Cataluña. La comunidad acumula meses de déficit de lluvias y se ha visto obligada a poner en marcha sus desaladoras y a realizar aportes de agua regenerada para evitar llegar a un punto crítico en el abastecimiento de agua a la población. Por no hablar de zonas como Andalucía, donde sus principales reservas de agua reflejan niveles muy bajos que tampoco llegan a recuperarse. Sale más agua de la que entra.

Así, la eliminación gradual de los combustibles fósiles se hace evidente. Según el último informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) relacionadas con la energía alcanzaron un récord histórico 36.600 millones de toneladas. 

Además del CO2, la quema de combustibles fósiles también emite otros gases de efecto invernadero, como el metano y el óxido nitroso, que contribuyen al calentamiento global. Unas emisiones que están causando cambios climáticos significativos y cada vez más extremos en todo el mundo, como es el caso de las sequías y la disponibilidad del agua.