Borja Cobeaga Jesús Palacios

Borja Cobeaga Jesús Palacios

DarDos

¿Peligra el péplum como género predilecto de Semana Santa?

El péplum ha marcado toda una tradición cinéfila en Semana Santa. Nos preguntamos si la pandemia le ha dotado de un nuevo significado, si peligra como género o si se ha renovado. Jesús Palacios y Borja Cobeaga se cuelan en “una de romanos”

2 abril, 2021 11:15

Jesús Palacios
Escritor y crítico de cine

Breve historia de la decadencia y caída del cine de romanos

Conocidas como péplums, debido a la costumbre grecolatina de vestir túnica o peplo, las “películas de romanos” eran una tradición de Semana Santa tan arraigada como las torrijas, el potaje o las procesiones. Sobre todo, claro, los péplums con cristianos, ya fueran servidos como aperitivo a los leones (Quo Vadis?) o como héroes de acción (Ben-Hur). Por supuesto, el péplum era mucho más: los filmes mitológicos italianos con Hércules, Maciste y demás forzudos enfrentados a dioses y monstruos; las aventuras orientales de Simbad y cía.; las hollywoodienses superproducciones históricas e histéricas sobre Egipto, Grecia y otros imperios de la Antigüedad, cuando no el mítico continente perdido de la Atlántida. Un revoltijo entre cine histórico, religioso, fantástico, pagano, exótico y legendario, que algunos se empeñan en tratar en relación a su fidelidad con la Historia (nada más ridículo) y otros disfrutamos como lo que es: un sueño de pasados imposibles, creado a la medida del presente. En realidad, de un presente que ya no existe, pues el péplum fue, como el wéstern o las películas de piratas, un artefacto del Hollywood clásico y del cine comercial europeo de los 50 y 60, desaparecidos tanto o más que Pompeya y Herculano.

La pandemia y los nuevos códigos de la corrección política se lo ponen difícil a un género donde los hombres llevan minifalda, hay esclavos por todas partes y las mujeres son guerreras

Pero ningún sueño muere nunca del todo. Sobre todo, si puede producir éxitos millonarios. Al comienzo del nuevo
siglo y milenio, Gladiator resucitó a los héroes con minifalda, cuando un hombre valía lo que su espada, su fuerza y su honor. Durante unos años, el péplum volvió a reinar. De la Roma decadente de Ridley Scott y sus gladiadores a los Dioses de Egipto, de los 300 de Zack Snyder según Frank Miller al remake y secuelas de Furia de titanes, de los olímpicos Inmortales a los terrenales legionarios de Centurión… Las pantallas prepandemia resonaron de nuevo con nombres de héroes mitológicos como Hércules, míticos como El Rey Arturo, históricos como Alejandro Magno, bíblicos como Noé y el Moisés de Exodus o reinventados como El Rey Escorpión. De sus cenizas resucitaron Troya y Pompeya, llegaron exóticas aventuras como Apocalypto, 10.000 o El príncipe de Persia, fantasías precolombinas, prehistóricas y orientalistas al viejo estilo, con nuevos y espectaculares efectos. Hasta tuvimos Ágora, el contrapéplum de Amenábar que consiguió por vez primera que me pusiera del lado de los cristianos (¡milagro!).

Pero intuyo que esta Semana Santa no habrá “pelis de romanos”. La pandemia y, sobre todo, los nuevos códigos representacionales de la corrección política se lo ponen difícil a un género donde los hombres llevan minifalda, hay esclavos por todas partes y las mujeres son guerreras, sí, pero también sexis. Primero desaparecieron las entrañables danzas exóticas a lo María Montez o Debra Paget, después hubo que incluir siempre personajes de color con calzador y ahora el héroe debe morir en el altar de la Nueva Mujer. Olvidando que siempre hubo heroínas en el péplum, amazonas como Xena o Red Sonja, y que las “pelis de romanos” han hecho tanto por la cultura queer como Stonewall, como bien
saben Roland Emmerich y Steve Saylor. ¡Ay, si Terenci Moix levantara la cabeza!

Borja Cobeaga
Codirector de la serie Justo antes de Cristo

Semana Santa, serie y manta

“¿Te gustan las películas de gladiadores?”. Es probablemente el diálogo más famoso del péplum, ese género de espada y torso desnudo muy en boga en el Hollywood de los 50 y en las coproducciones europeas rodadas en Cinecittà en aquellos años. Pero esa frase no está incluida en ninguna película del género, sino en una comedia loca sobre un avión en peligro, con Leslie Nielsen de médico a bordo y un piloto automático que es un muñeco hinchable. Mi generación conoce mejor las pelis de romanos por esta pregunta de Aterriza como puedas que por Ben-Hur, La túnica sagrada o incluso Gladiator, pues esta última al fin y al cabo está más cerca de las sagas de capa y espada (y brujería) que han poblado pantallas grandes y pequeñas en las últimas décadas.

El clásico de cine de santos y romanos en Pascua ha sido sustituido por Semana Santa, serie y manta. Obviamente no es un fenómeno nuevo pero la pandemia lo ha potenciado. Las semanas festivas de los últimos meses nos han dejado sin el viaje al pueblo, la visita cultural a la ciudad europea o el primer baño de la temporada en la playa. La tradición de grandes relatos en Semana Santa permanece a su manera porque el consumo audiovisual es similar. Da igual que sea una peli con episodio bíblico en Cinemascope con Charlton Heston, Peter Ustinov o Deborah Kerr en el cine del barrio o una temporada de una serie adictiva en la tele de tu casa (con actores cuyos nombres no recuerdas). Más allá del contenido, la duración es la misma: muchas horas. Ya casi no se hacen péplums y todos los wésterns que se hacen son crepusculares. Pero es verdad que el género de “películas de gladiadores” sí ha tenido presencia actual en series como Roma o Spartacus (no confundir la primera con la película de Cuarón ni la segunda con la de Kubrick-Douglas. Esta es la versión bakala de esclavos luchadores). ¿Y qué es Juego de tronos sino una de romanos con dragones y zombies? No hay mucha diferencia. Tenemo la misma cantidad de sangre, el mismo culebrón repleto de sexo incestuoso y, sí, quizás haya más nieve que arena, pero pocas variaciones más.

¿Qué es 'Juego de tronos' sino una de romanos con dragones y zombies? Tenemos la misma cantidad de sangre, el mismo culebrón. Quizás haya más nieve que arena pero pocas variaciones más

Es imposible concebir Juego de tronos sin la existencia previa de la trilogía de El Señor de los Anillos. Pasa lo mismo con péplums de los últimos 20 años. 300, Furia de titanes o Troya le deben más a Peter Jackson que a William Wyler o Nicholas Ray. Miran más a la Tierra Media que al mar Mediterráneo. No contratan a 50.000 extras para ponerlos en una explanada a jalear a un centurión sino que llaman a 20 y con el ordenador los clonan gracias a avanzados efectos digitales. No es que me parezca mejor una cosa que la otra, simplemente digo que eso cambia el modo de hacer cine y por lo tanto el resultado. No es lo mismo, es otra cosa. Se hace diferente y lo que se proyecta también es distinto. ¿Mejor, peor? Ahora me interesan las otras preguntas de Aterriza como puedas: “¿Has estado alguna vez en una prisión turca?”, “¿has visto alguna vez a un hombre adulto desnudo?”.