Poesía

De lo inútil

Julio Espinosa Guerra

30 noviembre, 2018 01:00

Julio Espinosa Guerra. Foto: archivo

Candaya. Barcelona, 2018. 86 páginas. 11 €

Julio Espinosa Guerra (Santiago de Chile, 1974) vive en España desde 2001. Ha publicado dos novelas y varios libros de versos. Fue el responsable de la edición de la antología La poesía del siglo XX en Chile (Visor, 2005). En 2011 recibió el premio Pablo Neruda, galardón reservado a las obras de los poetas menores de cuarenta años.

De lo inútil empieza con un prólogo en verso del escritor cubano Dolan Mor. Dividido en tres secciones, el poemario es definido por el prologuista como una "casa transparente". Se abre con citas de Mark Strand, Charles Simic y Omar Lara. En el primer apartado, "Elogio a la piedra", se describe un mundo de espejos rotos, fragmentos, oquedad, ceniza. Julio Espinosa Guerra prescinde de adornos literarios y nombra la llaga, el cemento, la tierra de la niñez. Nos previene del riesgo de que el hombre pueda convertirse en una "ciudad deshabitada / de lenguajes".

La segunda parte del libro, "Cosas que hay que decir", reúne los poemas más intensos del conjunto. Para transmitir su perplejidad, Espinosa Guerra se refiere a objetos, animales y actos de la vida cotidiana. Los gestos, la rajadura, el pasto seco o las cadenas se transforman en símbolos de una realidad intrincada. El escritor usa expresiones sencillas, con una estética a menudo minimalista. Las líneas finales de sus textos son enigmáticas. Comunica con sutileza su rebeldía social. Caminante solitario, se fija en un pordiosero. El mendigo sujeta una muñeca de plástico y la observa con ternura que quizá desconozcan los hijos de los acaudalados. Nos sobrecoge una breve composición dedicada a las víctimas del Holocausto y a sus familiares. Las palabras arden frente a la muerte.

En la tercera sección, "Trasluz", se repite la atmósfera turbadora. Julio Espinosa Guerra confirma sus incertidumbres al invocar una ciudad extranjera (Gotinga) o al recorrer una habitación oscura. Una gota de agua es la imagen de su inestabilidad; el aroma del café es "el mismo aroma / del fruto del exilio". El poeta identifica, sin ningún patetismo, una nueva arruga. Escucha la música "con su espiral de chillido y tedio / vaciando la sábana limpia y confortable / del vacío". Como nos advierte Dolan Mor en su prólogo, la relectura de este libro nos descubre otros asombros.

@FJIrazoki