Image: Hecho en falta

Image: Hecho en falta

Poesía

Hecho en falta

Juan Bonilla

19 diciembre, 2014 01:00

Juan Bonilla

Visor. Madrid, 2014. 132 páginas, 10 euros

Ha logrado justa fama como prosista. Paralelamente a su actividad de narrador, Juan Bonilla (Jerez de la Frontera, 1966) lleva más de veinte años escribiendo poemas. Desde 1994 hasta 2009, sus versos fueron publicados en cuatro obras: Partes de guerra, El belvedere, Buzón vacío y Cháchara. Material exiguo pero notable que ahora es reunido en un solo libro, Hecho en falta, con sugerente ilustración de Felipe Benítez Reyes en la cubierta. El título define la personalidad de un autor que ama los juegos verbales, la irreverencia frente a las supercherías prestigiosas, la ironía surrealista.

Con mucho ingenio y ninguna solemnidad, la poesía de Juan Bonilla se ocupa de cualquier asunto relevante. Pero con el mismo esmero incluye en sus páginas los temas que parecen menores. A veces lo hace con enfoques inesperados. En "El combate del siglo", los dos púgiles subidos al ring son la alegría y la tristeza. Danzan, estudian al adversario, ensayan fintas, caen al suelo, se disputan nuestras vidas. Los objetos que pertenecieron a célebres pensadores aparecen utilizados en una relación erótica en "Filosofía". Los deseos inconfesables de dos amantes son descritos en "Ventajas de la ficción". En "Cuanto sé de mí", el poeta pone a disposición de los lectores los números de su cuenta bancaria, los del DNI y la tarjeta Visa, la clave del portero automático, etc. y, entre burlas y franquezas, nos comunica en qué consiste la intimidad. Después, con términos deportivos, menciona los sucesivos yoes que conforman una biografía: "Son todos ellos los atletas de una carrera de relevos. / Ahora soy yo el que lleva el testigo / y avanza por la calle del tiempo / sin saber cuándo, a quién he de entregárselo".

Juan Bonilla no se detiene en una superficie de habilidades y sorpresas. Desde sus primeras composiciones aúna amenidad y hondura. Presta atención a los principales conflictos de los seres humanos. Así surge la angustia, "la mera inercia que desliza cada cosa hacia su fin / mientras chillan las piedras en el sueño del enfermo". Se suceden imágenes de gran fuerza con ingredientes modestos. El escritor alude a Rimbaud, Maiakovski o Benn, pero identifica al héroe verdadero con el hombre discreto. En dos ocasiones replica con gracia a lo escrito por Jaime Gil de Biedma en "No volveré a ser joven".

Y encontramos los mejores aciertos en la gratitud que expresa "La certidumbre"; en el himno al ateísmo de "Cordura de Dios que quitas el pecado del mundo"; en la perfección concisa de los haikus; en el homenaje, con un texto emotivo, a la belleza rota de la actriz Nadiuska. No podía faltar un detalle. Como es sabido, Bonilla ha dedicado varias reflexiones a Benarés. Aquí la ciudad es el decorado del poema "Om sweet om". Arden los cadáveres. Sentada en Manikarnica Ghat, a unos metros del río Ganges, una anciana pronuncia los nombres de los muertos. También conoce los nombres de quienes pasan por su lado.

Al leer los poemas de Bonilla, con frecuencia hallamos un placer doble: las meditaciones envueltas en broma fina. El humor del poeta encierra una dosis bien calculada de acidez y efectos lúdicos. Son agudezas que vuelven del revés las expresiones tópicas. Hablamos de un autor que no necesita usar el tono grave para decir lo importante. Esta actitud le ayuda a comunicarnos su autocrítica y perplejidad: "En todas partes esta sensación / de haberme presentado disfrazado a una fiesta de disfraces / que fue desconvocada sin que nadie me avisara".

Hecho en falta contiene 79 poemas. Sin duda, una cantidad suficiente. En el libro abunda la literatura que alcanza la excelencia, y las ideas originales no empañan otros valores del poeta. Por ejemplo, Bonilla demuestra que posee una virtud insólita: la capacidad para transmitir, con aparente desenfado, lo profundo.

DENOMINACIÓN DE ORIGEN: EXTRANJERO

La patria es estar lejos de la patria:
una nostalgia de la infancia en noches
en que te sientes viejo, una nostalgia
que sube a tu garganta como el agrio
sabor del vino en las resacas duras.

La patria es un estado: pero de ánimo.
Un viejo invernadero de pasiones.
La patria es la familia: ese lugar
en el que dan paella los domingos.

Una patria es la lengua en la que sueñas.
Y el patio del colegio donde un día
bajo una lámina de cielo oscuro
decidiste escapar por vez primera.

Mi patria está en el cuerpo de Patricia:
mi himno es su gemido, mi bandera
su desnudez de doce de la noche
a ocho de la mañana. Tras la ducha
mi patria va al trabajo, yo me exilio.