Image: Más allá, Tánger

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Poesía

Más allá, Tánger

Álvaro Valverde

5 diciembre, 2014 01:00

Álvaro Valverde. Foto: Archivo

Tusquets. Barcelona, 2014. 120 páginas, 12 euros

Sin ruido, con discreción que lo aleja de la feria de las vanidades, Álvaro Valverde (Plasencia, 1959) ha ido creando su literatura. Dos novelas, un libro de viajes, otro de artículos y, sobre todo, una decena de poemarios lo sitúan entre los autores de expresión serena. La antología Un centro fugitivo (La Isla de Siltolá, 2012), preparada por Jordi Doce, sintetiza el mundo poético de un creador que ha contribuido al acercamiento de las culturas española y portuguesa. Con el poeta Ángel Campos Pámpano, Valverde fundó la revista hispano-lusa Espacio / Espaço Escrito.

Más allá, Tánger no es la obra de un escritor atraído por lo exótico. Nadie encontrará en ella minucias de turismo literario. Surge de dos experiencias íntimas. La esposa del poeta nació en la ciudad marroquí, de la que pronto tuvo que alejarse. Los disturbios causados por los independentistas la forzaron a exiliarse. Sin embargo, los recuerdos y costumbres de la infancia la han mantenido unida a su lugar de origen. Álvaro Valverde conoció Tánger con ocasión de un viaje en compañía de su familia. Así el libro ensambla dos visiones y voces complementarias. La voz de la esposa evoca al padre, fotógrafo que perdió una guerra y camina con su cámara al hombro en busca del tiempo. "Con más resignación que desaliento", la hija abandona los sitios frecuentados por su padre.

Se percibe una añoranza libre de resentimiento. A pesar de las sensaciones de nostalgia y destierro, la ciudad donde convivieron árabes, hebreos, norteamericanos y europeos es descrita con respeto. ¿Ha desaparecido el esplendor de la urbe? Valverde considera que "su aspecto ajado, la suciedad que luce, / el silente paisaje de sus ruinas / son arte y aun razón de su belleza".

La hondura de Álvaro Valverde va más allá de las reflexiones. También afecta a su manera de observar a quienes habitan en Tánger. Una compasión sutil acompaña a los nativos de oficio modesto que aparecen en estas páginas. El aguador, el conserje, el sastre, el panadero o el vendedor de alfombras ocupan con dignidad el paisaje urbano. Viven frente a las fachadas de tono ocre "que más que de un color nos dan noticia / de antiguas cicatrices de la historia". Comparten zoco y laberinto con artistas célebres: Henri Matisse, Paul Bowles, Caruso, Margarita Xirgu, Pierre Le-Tan.

Especial atención recibe el novelista Ángel Vázquez, a quien se le dedica un emotivo poema. Similar delicadeza sentimos cuando el escritor nombra los objetos, apunta los matices, une dos realidades. A menudo le basta una escena menor. Por ejemplo, la contemplación de unas avispas, dentro y fuera de un vaso de té, lo ayuda a recordar hondamente. Menciona la humedad, los minaretes, una vajilla de loza, un colmado que identifica con el aleph. O "el olor familiar de las especias, / el sonido lustral de esa palabra / de antigua jaquetía". Este último vocablo, que designa un dialecto hablado por los sefardíes, no lo escribe Valverde por capricho estético. Lo usa para referirse a la comunicación cotidiana de sus suegros. Queda claro que la precisión debe primar sobre las imágenes brillantes. Ninguna magia hueca en los cincuenta textos. Todo transmitido con sencillez sabia. El detalle de que las composiciones lleven por título un número nos sugiere que el libro fue concebido como un solo poema dividido en breves piezas. ¿Qué une los fragmentos? La memoria, que aquí parece otra forma del persistente viento de levante.

Editado con el esmero habitual de la colección de poesía de Tusquets, Más allá, Tánger es una suma de refinamientos. El dibujo de Salvador Retana en la cubierta, las citas iniciales y las palabras de Gonzalo Hidalgo Bayal y Fernando Aramburu añaden aciertos. Al final el lector confirma un deseo. Cree que ha llegado la hora de reunir en un volumen la totalidad de los versos de uno de los más destacados poetas españoles contemporáneos.

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Nada más natural
que un judío de Tánger.

Según Abraham Bengio,
si en este mundo estableciéramos
tan sólo dos categorías,
una la comprenderían los hebreos de aquí;
la otra, los del resto del mundo.

Vinieron de un destierro
para exiliarse en otro.

Comparten con nosotros,
los que allí denominan europeos,
la misma identidad,
igual desgarro.