Image: Pablo Neruda. Un corazón que se desató en el viento

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Poesía

Pablo Neruda. Un corazón que se desató en el viento

Varios Autores

19 julio, 2007 02:00

Ed. H. Jiménez. Inst. Cul. El Brocense. Dip. de Cáceres, 2007. 553 páginas

"Tal vez no viví en mí mismo;/tal vez viví la vida de los otros". Estos dos versos de Pablo Neruda, que son recogidos en el colofón de este libro, resumen quizá a la perfección el sentido último de la vida y de la poesía del poeta chileno: un darse a los demás hasta el punto de que su obra -con sus excesos y sus cimas- a todos ha llegado con una resonancia inigualable. En la orilla americana es quizá el poeta en lengua española que más gemas ha arrancado a ésta, a la vez que ha sido la más ambiciosa por su profusión y sus planteamientos, sobre todo a través de esa visión telúrica de la vida en la que también el ser humano aparece como en ebullición, en un siglo sacudido por la fuerza y la dependencia de las ideologías, a las que ciertamente no siempre este poeta le debe sus mejores poemas. En uno de sus libros más ambiciosos y lleno de hallazgos -Canto general- estas contradicciones se tensan al máximo y dos tercios de poesía excelente se debaten con un tercio de poesía que lo es menos.

En otras ocasiones, la dimensión de la obra de Pablo Neruda se nos ha ofrecido a manos llenas, con esa contundencia y propagación que apenas logran media docena de obras a lo largo de un siglo. Así sucede con sus Veinte poemas de amor y una canción desesperada; obra por cierto que -con ocasión de la publicación del libro que comentamos- ha sido también editada en una bella edición facsimilar. No está mal haber acompañado las numerosas interpretaciones de la vida y de la obra del poeta con la muy especial edición de uno de sus libros más conmovedores, acaso el que más, junto a los Versos del capitán o los Cien sonetos de amor. Aparte quedan esos poemas extraordinarios, por rupturistas y desgarradores, que fueron los de sus Residencias; o la desbordada fluidez -tan suya- de sus libros de odas a los frutos y objetos más insospechados. En ningún caso le estaba vedada la palabra a Neruda, para cantar cómo, cuándo y hasta donde quería. El resultado final ahí está en esos cinco volúmenes de su sus Obras Completas, editadas no hace mucho, en el Círculo de Lectores, por Hernán Loyola y con el asesoramiento de Saúl Yurkievich.

Bien está, por tanto, que se vuelvan desde España los ojos hacia la obra de un poeta que es difícil comparar con cualquier otro y que es el artífice de la más fértil retórica. Ahora, gracias al entusiasmo de Hilario Jiménez Gómez se nos ofrece este colmado volumen que es el mejor fruto que nos queda de ese año nerudiano que fue el de 2004, que en Cáceres se celebró con el congreso-homenaje "Pablo Neruda: cien años de poesía y una canción desesperada". Es precisamente Saúl Yurkievich el que abre las colaboraciones de este volumen, con un texto probablemente escrito cuando ya la muerte llamaba a sus puertas. El tiempo volaba, pero en un par de páginas, Yurkievich supo recoger, con gran poder de síntesis, los valores de la poesía nerudiana: "poeta total, poeta por excelencia, siempre medularmente poeta"; poeta que había convertido a la poesía "en su ocupación absoluta y en su condición de vida".

Vienen luego una serie de ensayos y artículos que, minuciosa y cronológicamente, van analizando las obras de Neruda, bien en una visión de conjunto, como lo hace Teodosio Fernández, bien en etapas claves de la misma, o en temas centrales, como Neruda y España, Neruda y Lorca, el compromiso y las influencias, o el amor, del que se ocupa ese otro maestro de la edición que es Nicanor Vélez. En otras ocasiones, son poemas concretos, como el celebérrimo "Alturas del Macchu Picchu" el motivo de estudio. La mayoría de los textos responden a un análisis riguroso y preciso. No faltan tampoco en el libro las colaboraciones de escritores, los cuales nos ofrecen sus semblanzas del poeta o la influencia que la lectura de sus obras ha dejado en ellos; también en algunos casos, páginas de homenaje a través de poemas. De vez en cuando, el grueso e inconfundible rotulador verde del propio Neruda invade las páginas para refrescarnos la lectura con versos, prosas, o simples recordatorios que proporcionan -con su fuerte trazo, a la ya de por sí bella edición-, un plus de calidad, de recuerdo emocionado gracias a la palabra-verde del poeta. Fotografías y dibujos, una muy cuidada cronología final, completan este libro que se hacía necesario entre nosotros; sobre todo desde aquella primera aproximación monográfica que nos ofreció Taurus hace ya años. La obra de Neruda sigue irisándose y enriqueciéndose en cada lectura. Ahora se fundamenta aún más con las valiosas aportaciones de esta obra colectiva.