Image: Ricardo Molina. Obra Poética Completa

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Poesía

Ricardo Molina. Obra Poética Completa

Ricardo Molina

3 mayo, 2007 02:00

Ricardo Molina y Antonio Mairena

2 vols. Visor. Madrid, 2007. 447 pp, y 673 pp., 20 e. y 22 e.

Con un prólogo de Diego Martínez Torrón y en edición de José María de la Torre se publica por fin en una editorial de amplia difusión y en dos tomos la obra poética de Ricardo Molina (1916-1968), impulsor destacado de la revista Cántico (1947-1949 y 1954-1957) y uno de los grandes poetas cordobeses de su tiempo. El primer tomo recoge la obra publicada en vida por el autor entre 1945 y 1967, y el segundo la poesía publicada póstumamente, además de una treintena de poemas dispersos que se reúnen por primera vez.

El gran poeta que fue Ricardo Molina se anuncia en su primer libro, El río de los ángeles (1945) y se da pleno desde las Elegías de Sandua (1948) hasta Elegía de Medina Azahara (1957). En el primero, abierto significativamente por una cita de André Gide, se presenta un tono hímnico de exaltación del erotismo y del mundo natural, que se contrapesará pronto con el sentimiento religioso de culpa pero que aquí se manifiesta como intensa celebración del cuerpo en una elementalidad sensual en que la vida es gracia, y el deseo -expresado con una ambigöedad de género nunca del todo desvelada en los poemas- la fuerza arrolladora que potencia el cántico existencial en medio de una naturaleza que otorga una hermosura apenas matizada por la reflexión elegíaca.

Los dos breves conjuntos Cancionero y, sobre todo, Regalo de amante particularizan la eclosión erótica en algunos poemas memorables como "Invitación a la dicha" o "Gacela de los bellos amores", pero es en las Elegías de Sandua donde escuchamos la voz más genuina del poeta expresando una sentimentalidad melancólica y dulce a la vez, en la que es el amor juvenil evocado en medio de un gran despliegue de imágenes naturales el que genera la meditación sobre el tiempo, el goce erótico y el paisaje doméstico, a la vez que la aspiración a un mítico paganismo imposible. Tres poemas, también de 1948, abren el espacio de la tensión contradictoria entre ese paganismo asumido vitalmente y una angustia religiosa que aflora intermitentemente en la escritura de estos años y que vemos más por extenso en el inédito Psalmos, muchos de cuyos poemas se relacionan estrechamente con tal conflicto, entre ellos "La estrella de ajenjo" o "Ganímedes". Vemos Corimbo (1949), con cita de Paul Claudel y varios homenajes literarios, como un puente entre estos primeros libros y Elegía de Medina Azahara, del que avanza algunos fragmentos, aunque disminuye la tensión contradictoria entre la sensualidad exultante y la fe católica, que, no obstante, se analiza en el poema "Soliloquio".

Por memorables que sigan resultando hoy las Elegías de Sandua, el mejor logro de Ricardo Molina es la Elegía de Medina Azahara (1957), que sucede a un lapso de silencio poético, como expresa la segunda parte, "La vuelta a la poesía". Sus poemas breves de perfiles variados componen una elegía poliédrica, de emoción más contenida y expresión más sobria, que funde la evocación de las ruinas y la perduración de su legado histórico con el hondo autorretrato espiritual, como señaló Carlos Clementson en edición reciente y como muestran, entre otros, los poemas "Elegía del corazón y las cosas" o "Poeta árabe". A la luz de cada día (1967), finalmente, resulta un libro de mucha menor tensión con su dispersión temática y su mezcla de culturalismo y poesía de acento social, aunque contiene bellos poemas de homenaje a Andalucía.

No son prescindibles muchos de los más de trescientos poemas de Homenaje ni de Otros poemas, que complementan y matizan bien la aventura poética de su autor, aunque ninguno alcanza la altura de las elegías. Echamos de menos en la nota editorial una mayor explicación de variantes significativas respecto de la edición de la Obra poética completa (1982), así como el porqué de la publicación de las dos versiones de Elegías de Sandua, la de Cántico, con trece poemas y la de Adonais, con treinta y tres; el de la supresión de dos poemas en Homenaje y el del añadido de veintisiete en Otros poemas, ambos preparados por el autor para su publicación, como Psalmos, pero que quedaron inéditos a su muerte.