Image: Viento de cine

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Poesía

Viento de cine

José María Conget (ed.)

24 octubre, 2002 02:00

Manuel Machado visto por Morales

Hiperión. Madrid, 2002. 514 págs., 18 euros

Sin pretensiones teóricas, como quien se propone un juego, Conget ha elaborado durante años esta sugestiva antología que es también en su segunda parte un muy personal y no menos divertido repertorio de opiniones, ironías y entusiasmos del autor sobre el mundo del cine y sus historias.

Aunque no es nuevo el estudio de las relaciones entre cine y poesía, sobre todo respecto al primer tercio del siglo (de C. B. Morris a R. Gubern), la sencilla lectura diacrónica que nos ofrece esta selección resulta tan ilustrativa como interesante por lo nutrido y variado de la selección (203 poemas de 122 autores) y por la secuencia de actitudes históricas que revela. De la fascinación a la nostalgia, el "viento del cine" (como lo llamó Salinas), ha soplado diversamente sobre nuestra poesía, con momentos de verdadero protagonismo y con otros de significativa escasez. Son estos los años 40 y 50, de los que Conget ha podido escoger escasas muestras, y de poco valor, procedentes de Primer plano, la revista de cine del Movimiento, a las que se suman otras, mucho mejores, de V. Crémer, Celaya, De Ory, García Baena (su memorable "Palacio del cinematógrafo") o, sobre todos, de Cirlot, cuya obsesión por la Rosemary Forsythe de El señor de la guerra tendría como resultado el insólito ciclo de Bronwyn.

Contrasta esta pobreza con el influjo del cinematógrafo en las vanguardias históricas a las que aportó desde el principio su dinamismo, sus técnicas y un potencial metafórico que ya mostraba tempranamente Manuel Machado en Caprichos ("En el cinematógrafo/de la memoria tengo..."). A partir, en realidad, de los años 20 (sólo son tres las muestras del período 1900-1919), los textos que aquí se ofrecen, algunos poco conocidos, revelan que ante todo interesó a los poetas jóvenes la reflexión técnica a la que el cine invitaba: desde la acuñación del adjetivo "cinemático", a los primeros poemas escénicos de Alberti o a la invención por Antonio Espina de una "Venus Cynelya", vanguardistas inquietos como Guillermo de Torre, Gerardo Diego o Larrea, entre tantos otros, fatigaron el modelo cinematográfico para sus especulaciones. Del ultraísmo a la poesía pura y al surrealismo, a lo largo de veinte años los poetas evidenciaron de forma muy variada, como aquí se refleja adecuadamente, la irresistible atracción de lo cine- matográfico y rindieron profuso homenaje a las imágenes del cine, a sus protagonistas (Charles Chaplin y Greta Garbo son aquí los más citados) y a sus distintos géneros.

Más novedosa y no menos variada resulta la selección de las últimas décadas, que muestra cómo en los 60 el cine vuelve a impregnar la nueva sensibilidad de otras maneras menos especulativas en lo formal pero desplegadas en múltiples tributos: la estética camp de varios novísimos, el homenaje de otros a nuevos mitos (Marilyn, Ivonne de Carlo), la recreación irónica o sentimental de ambientes (Serie negra, de De Cuenca) o libros enteros como El cine y otros poemas, de Manuel Pacheco. Resulta también muy plausible la amplia selección de los poetas posteriores que, sobre todo desde la razón narrativa, prolongan una presencia del séptimo arte que da lugar a libros como Problemas de doblaje, de Aurora Luque, a renovados homenajes a directores (Pasolini, Welles, Kazan, Fassbinder) y a otros mitos (la Sharon Stone de José María álvarez), a referentes objetivos del análisis sentimental y de la recuperación de la infancia, así como a formas diversas de reflexión existencial, de metaforización de la memoria y los sueños, etc. Aunque es inevitable que echemos de menos otros ejemplos, la muestra que ofrece Conget resulta en definitiva tan convincente como estimulante.