Poesía

Obras completas

Salvador Pérez Valiente

31 julio, 2002 02:00

Ayunt. Fortuna. Murcia, 2002. 2 vols. 393 y 335 páginas

Salvador Pérez Valiente, nacido en 1919 (el mismo año que Rafael Morales o Manuel Pacheco), es uno de los más caracterizados representantes de la poesía rehumanizada, realista, coloquial que, a fines de los 40, reaccionó contra el formalismo garcilasista.

Leopoldo de Luis lo incluyó en su antología de Poesía social en 1965, cuando ya esa tendencia comenzaba a ser historia. "Entiendo por poesía social -escribía- ni más ni menos que aquella que hace del hombre y sus problemas el argumento decisivo de su expresión".
De 1947 (año de su primer libro, Cuando ya no hay remedio) a 1965 (Volcán) transcurre la etapa inicial de su poesía, aquella en que panoramas y antologías le tienen en cuenta, en una nómina que encabezaban Celaya, Otero, Nora, Hierro. Después, aunque siguió publicando, ganando algún premio, su nombre se difumina hasta desaparecer. Reaparece ahora en dos tomos que reúnen más de medio siglo de dedicación poética. La edición, municipal, bien intencionada y descuidada (carece de índices, de bibliografía, de un estudio preliminar, repite algún poema: págs. 153 y 324 del tomo II), representa bien la actual consideración (o desconsideración) crítica del poeta. Una lectura atenta nos lo muestra como un poeta plural. El neopopularismo, tendente unas veces a la canción y otras al decir sentencioso, es una de las líneas de su poesía. Antonio Machado resulta el modelo, no siempre bien entendido. Pérez Valiente, que tiende a una cierta obviedad, es poeta que gana cuando añade humor, ironía, distanciamiento a sus versos. Otra línea de su poesía está representada por el amplio poema en verso libre, de dicción prosaica, de tono existencialista. "Desesperada noticia a José García Nieto", incluida en su primer libro, representa bien una tendencia que tiene su origen en el Dámaso de Hijos de la ira y en el Gabriel Celaya de Tranquilamente hablando. La angustia un tanto retórica, y muy de época, de estos primeros poemas, gana en verdad y hondura en los poemas de La memoria, ese olvido (1984). El tono confesional se va acentuando con los años y se hace tan explícito en algunos libros, como en Que trata de un amor (1991). No escasean tampoco los poemas circunstanciales, casi de juegos florales.

El tiempo, que no es piadoso con nadie, sacude con fuerza la nómina de cada época y arroja al olvido la mayoría de los nombres. Pérez Valiente, desde mediados de los 60, fue consciente de que tomaba el más rápido atajo al olvido, y ello se trasluce en ciertos poemas.

¿Un poeta de segunda fila? Sin duda. Pero es que la primera fila tiene asientos muy limitados: media docena por siglo. De segunda fila son también buena parte de los poetas hoy más jaleados. En su honrosa segunda fila, Salvador Pérez Valiente tiene un puñado, un buen puñado, de poemas memorables. Para que a los lectores les resulte fácil llegar a ellos hace falta una atenta mirada crítica que deje a un lado tanta ganga como lastra esta benemérita edición.