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Novela gráfica

Joe Sacco: “Toda mi obra trata de personas oprimidas”

El mayor exponente del cómic periodístico regresa con ‘Un tributo a la tierra’, que cuenta la lucha de los pueblos nativos del noroeste de Canadá por mantener viva su cultura y proteger su tierra de la explotación occidental

22 octubre, 2020 12:09

Los denes son un pueblo nativo que vive desde tiempo inmemorial en las Tierras del Noroeste de Canadá, cuya superficie ocupa la extensión de España y Francia juntas y en la que apenas hay 45.000 habitantes, que no llenarían ni un estadio de fútbol moderno. Como ocurre con otras comunidades indígenas alrededor del mundo, el significado de “dene”, en su lengua, es simplemente “pueblo”. A ellos, a las injusticias que se han cometido contra ellos y a su manera de entender la relación del ser humano con la naturaleza dedica su último trabajo Joe Sacco (Kirkop, Malta, 1960), el maestro del cómic periodístico.

Un tributo a la tierra (editado por Reservoir Books) es el regreso de Sacco al trabajo de campo, esa labor de la que nacieron las obras maestras que lo consagraron como máximo representante del género, como Palestina, Gorazde o Notas al pie de Gaza. Todas ellas relataban los efectos devastadores de conflictos bélicos sobre la población. En su nuevo libro, para cuya realización pasó seis semanas sobre el terreno realizando entrevistas en profundidad a decenas de personas y cuatro años dibujando, el conflicto subyacente es cultural y medioambiental. “Este nuevo libro es en cierto modo una continuación de mis trabajos anteriores. Desgraciadamente, vayas donde vayas, hay conflictos. Toda mi obra tiene que ver con personas oprimidas de un modo u otro. En este caso, el conflicto nace de un intento de romper el vínculo de los denes con la tierra, y en eso ha habido violencia”, explica Sacco desde Portland (Oregón, EE. UU.) mediante videoconferencia.

Joe Sacco, durante la rueda de prensa virtual de presentación de 'Un tributo a la tierra'

El libro es un alegato ecologista que llega a las librerías en vísperas del Día del Cambio Climático, que se celebra este sábado 24 de octubre. La relación de los denes con la tierra es casi sagrada. Para ellos la tierra no es propiedad del ser humano, sino al revés: el ser humano pertenece a la tierra. Por eso para ellos es muy importante el dilema al que se enfrentan, debatiéndose entre el desarrollo industrial y económico y la defensa de la naturaleza y sus modos de vida tradicionales. Su tierra, rica en recursos naturales, es codiciada por la industria del petróleo y el gas, que lleva a cabo el controvertido método de extracción conocido como fracking. Los denes se dividen entre quienes están a favor, porque genera empleo, y quienes se posicionan en contra.

Genocidio cultural

El otro gran tema del libro es el “genocidio cultural” —así lo reconoció una comisión de investigación oficial— cometido por Canadá sobre los denes durante un siglo, desde finales del XIX hasta la década de 1970, al haber mantenido una red de escuelas en régimen de internado cuyo objetivo era “sacar al indio del niño”. “En estos internados intentaron acabar con su lengua autóctona, pegando a los chicos si la hablaban. Algo que me impactó mucho de lo que me contaron es que cuando regresaban a sus comunidades, ya no podían hablar su lengua nativa, no podían comunicarse con sus abuelos, e incluso con sus padres en algunos casos”, explica el autor. “Esto rompe los cimientos mismos de su cultura. No solo genera un trauma psicológico al no poder comunicarte con tu familia, sino que estas personas ya no pueden transmitir esa cultura, que se aprende de los mayores”.

Este choque con la sociedad occidental y la sensación de desarraigo ha provocado en el pueblo dene, como en otras comunidades nativas de América, un grave problema de alcoholismo, algo que también aparece reflejado en Un tributo a la tierra. “La gente se ‘automedica’ de esta manera para compensar el dolor psicológico que sufren”, lamenta el periodista y dibujante. 

“Los denes están en una lucha muy cuesta arriba, les cuesta decidir cómo resistir”, afirma Sacco. “He observado las ganas de reconectar con su idioma, con su cultura y su vida sobre el terreno. Muchos jóvenes denes que han crecido en las ciudades quieren volver a la tierra, reconectar con ella. Buena parte de la gente con la que me encontré tienen una conciencia crítica muy desarrollada ante el sistema occidental y lo que este les impone. Ahora intentan descubrir cómo vivir a su propia manera en un mundo moderno. Mucha gente inteligente allí piensa de este modo”.

En un intento por enmendar sus errores, el estado canadiense organizó una ‘comisión de la verdad y la reconciliación’ que investigó lo ocurrido en aquellos internados de la vergüenza. La comisión reconoció que Canadá había cometido un “genocidio cultural” con el pueblo dene y compensó económicamente a los afectados. “Pero así no se resuelve el problema. Con eso lo que hicieron fue darle dinero a gente que tenía en su mayoría una adicción al alcohol muy fuerte. Además, al volver a contar su historia, recayeron en el trauma. Muchos acabaron matándose con ese dinero”, explica Sacco. “No tengo ninguna crítica hacia la comisión, porque hizo un buen trabajo e intentó llegar al fondo de lo que había pasado. Pero un informe y una compensación económica no arreglan el problema. La colonización afecta a muchas generaciones y sus implicaciones continúan. No obstante, Canadá ha llegado más lejos que Estados Unidos en este tema. En Estados Unidos el genocidio de los pueblos nativos fue físico. Hoy tenemos en Washington DC un museo indígena, pero si entras allí no podrás captar ni una pizca de lo que sucedió en realidad”, asegura.

La realización de este libro surge de una primera idea de Sacco de hacer un libro sobre el cambio climático. Su intención era poner el foco en alguna comunidad indígena de Sudamérica, pero pensó hacer primero una historia corta, a modo de prueba, ambientada en la comunidad de los denes, por estar relativamente cerca de su casa (él vive en Portland, Oregón, EE. UU.). Programó un viaje de tres semanas a la zona para lo que sería una historia de 60 páginas para una revista francesa. Pero pronto descubrió que los denes merecían que les dedicara un libro entero, así que planeó un segundo viaje de otras tres semanas. “Pensé que sería una historia fácil, un relato corto, para entrar en materia con los pueblos indígenas. Pero lo que descubrí, como podéis ver en este libro, fue una historia muy compleja”, explica Sacco. “Lo cierto es que en Estados Unidos no sabemos nada de Canadá. Había escuchado algo de los internados pero no entendía sus implicaciones reales. El colonialismo parece una cosa del pasado, pero tiene graves repercusiones en el presente, aún no ha muerto. Eso fue una sorpresa para mí”.

El cambio climático en la puerta de casa

El mundo entero se enfrenta a los efectos devastadores que tendrá el cambio climático en las próximas décadas si no se le pone freno. Pero en algunas zonas del planeta, no se trata de una amenaza futura, sino un problema real y cotidiano. Es el caso del pueblo dene. “La gente que conocí observa el cambio climático en la escasez de peces en sus lagos y ríos. Lo ven también en sus carreteras de invierno. Para llegar a estas comunidades con un vehículo solo puedes hacerlo en ciertos momentos del año en los que todo es hielo. Después se convierte en lodo y ya no puedes conducir por allí”. Ahora los periodos en los que la carretera está helada son cada vez más cortos y estas comunidades permanecen incomunicadas más tiempo.

“Parece que hay gente para la que negar el cambio climático es parte de su ideología”, critica Sacco. “No se puede hablar de forma sensata sobre el tema con estas personas. Cuando hay dinero en juego es difícil apelar al sentido común. Nuestras economías se basan en la extracción de recursos. ¿Cómo cambiamos eso? En América ha surgido un nuevo pacto verde, quizá sea bueno para el medio ambiente, pero si seguimos teniendo las mismas instituciones de capital y las mismas compañías, seguirá existiendo el problema. Hay que cambiar el paradigma económico entero, el problema es del sistema capitalista”, opina el periodista.

Una profesión privilegiada

No todas las obras de Sacco son de corte periodístico. Tiene otras de carácter histórico (La Gran Guerra, una panorámica de 24 láminas unidas en acordeón que retrata el horror de la batalla del Somme) o satírico, como Bumf, en las que da rienda suelta a todo aquello que no encaja en su faceta periodística. Ahora está trabajando en “un libro muy underground, filosófico y divertido”, pero quiere seguir haciendo periodismo en el futuro. “Me encanta estar sobre el terreno y hablar con la gente. Esta profesión es el mayor privilegio”.

Aunque cada vez hay más autores que han seguido la estela de Sacco, él es consciente de lo extraño que resulta para mucha gente que alguien se presente como periodista y diga que va a contar su historia en un cómic (en Un tributo a la tierra, por ejemplo, un personaje se enfada y le dice que el problema de los denes no es una cosa de cómics, sino algo serio). Pero, como cualquiera de sus lectores sabe, Sacco se lo toma muy en serio. “Cada tema me tiene que interpelar. Pienso, ¿me seguirá interesando dentro de cuatro años, cuando siga dibujándolo?”.

Lo suyo es un periodismo de cocción lenta para el autor y de inmersión para el lector. Aunque se le llame en ocasiones “periodismo gráfico”, no tiene nada que ver con el fotoperiodismo. En este, un único instante debe ser capaz de condensar la información. El trabajo de Sacco consiste más bien en lograr “que el lector se bañe en una atmósfera, a través de un montón de imágenes”. “Es un deber para mí honrar las historias que me cuenta la gente, por eso intento reflejarlas con mucho detalle. Hay gente que de hecho dice que en mis libros hay un exceso de detalles, pero yo quiero habitar lo que la gente vive y siente. Cuando hago las entrevistas, intento obtener una historia desde el punto de vista más clínico posible. Pero cuando dibujo hago lo contrario: intento poner toda la emoción posible, para dar al lector la impresión de estar en ese lugar y que pueda saborear a través de las páginas esas historias”.