Ana Gorría. Foto: Universidad de Almería.

Ana Gorría. Foto: Universidad de Almería.

Novela

'Tiempo profundo', de Ana Gorría: la memoria como costura y el álbum familiar como relato universal

La autora catalana presenta una novela fragmentada, donde demuestra que reconstruir una vida individual es un acto colectivo. 

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Publicada

¿De qué materiales está hecha la memoria? ¿Cómo ensamblar los recuerdos y construir un relato significativo? ¿Es la nostalgia una bruma que puede rasgarse y convertirse en fuerza imaginativa? ¿A qué acciones o palabras nos conducen nuestros muertos?

Tiempo profundo

Ana Gorría

H & 0, 2025. 248 páginas. 22 €

¿Qué implica asumirse como cuerpo a la intemperie? ¿Qué fuego prende en nosotros al aceptar que no somos sino frágiles y dependientes? ¿Cómo se atraviesa un duelo? ¿Por qué esta herida aún sangra pese a haberla cosido? ¿Puede capturarse el tiempo? ¿Por qué la necesidad de testimoniar las vidas?

En Tiempo profundo, Ana Gorría (Barcelona, 1979) parte de su álbum familiar para ensayar posibles respuestas a esas preguntas; en el camino, porque es escribir es andar y desandar el lenguaje, consigue transfigurar el ámbito más privado, la intimidad más feroz, en un espacio común de emociones colectivas.

Sus preguntas van directas al hueso de lo humano, al núcleo blando, al tuétano.

Su historia particular conecta con nuestras vidas, su intimidad es la nuestra; desde ese lugar profundo, Gorría sale al encuentro de otros tiempos e historias que no solo engarza con su biografía, sino también con el mundo contemporáneo.

En un juego de introspecciones y proyecciones, en “una danza interminable de identidades y reflejos”, la autora convoca ritos y escrituras, artes y artesanías, otros hombres y mujeres que indagan o han indagado en la expresión estética como instrumento de construcción identitaria.

Un diálogo sensible entre los otros y el yo, o mejor, entre el afuera y los yoes, porque esta es otra pregunta que lanza Gorría a sus lectores: ¿cuántas identidades caben en nuestros cuerpos?

La balada de la dependencia sexual, de Nan Goldin, el kintsugi o arte de llenar con oro la cerámica ajada o la fotografía de Vivian Maier son solo algunos ejemplos del extraordinario despliegue de referencias artísticas que hay en el libro.

Unos materiales culturales que Gorría imbrica en la narración con suma paciencia, con habilidad de costurera, con visión de poeta; el resultado es un collage, un patchwork, un espejo fragmentado que ofrece al lector un lugar donde mirarse, en un juego de sombras y claridad, de extrañeza y también de reconocimiento.

La condición de mosaico de Tiempo profundo hace que pueda leerse como una novela fragmentada llena de huellas y huecos: las costuras a la vista como una herida zurcida; pero es también un ensayo sobre cómo configuramos identidades en el tiempo contemporáneo; es, además, un poema en prosa o un álbum hecho de fotos vivas, de imágenes borrosas y prospecciones que ahondan en la memoria olvidada.

Gorría demuestra que reconstruir una vida individual es un acto colectivo, un gesto poético que da un sentido profundo a tanta fragilidad

La vulnerabilidad es el aglutinador de este libro. Su estilo, en apariencia sencillo, es decir, sin vanidad ni aspavientos, es fruto de una paciente labor con el lenguaje poético que busca la palabra exacta y los símbolos precisos.

Su voz, a veces quebrada pero siempre sin fisuras, es resultado de rebuscar en los rincones modestos donde transcurren la mayoría de vidas.

La delicadeza de Tiempo profundo es hermosísima y certera: Gorría demuestra que reconstruir una vida individual es un acto colectivo, un gesto poético que da un sentido profundo a tanta fragilidad.