David Aliaga. Foto: Candaya.

David Aliaga. Foto: Candaya.

Novela

'La lengua herida', de David Aliaga: una novela sobre la identidad judía y los laberintos de la memoria

Debe reconocerse el trabajo literario exigente del escritor catalán que muestra con agudeza el peso de los recuerdos y sus ausencias en la formación de la identidad.

Más información: 'La picadura de la abeja', de Paul Murray: vibrante e impulsiva narración de una familia al borde del colapso

Publicada

El fenómeno que los psicólogos llaman memoria reintegrativa dio ya ricos resultados literarios en la novela decimonónica y ha sido naturalizado en la posterior.

La lengua herida

David Aliaga

Candaya, 2025. 171 páginas. 19 €

Se califica así un modo de funcionar del recuerdo en el que este no se fija tanto en los datos de un suceso pasado como en la situación en que se produjo. Tal procedimiento resulta muy llamativo en el arranque de La lengua herida y lo convierte David Aliaga (L’Hospitalet de Llobregat, 1989) en un recurso estilístico fundamental de toda la novela.

En el comienzo de la historia, su protagonista, Daniel, encuentra por casualidad un ejemplar de un viejo cómic suyo, El midrash del coyote, en una tienda de Mexicali.

Hasta la capital de la Baja California le ha llevado, desde Barcelona, una beca de estudios vinculada con su especialidad en la representación de la identidad judía y que le compromete a indagar en la estancia allí de su nonno Bepo, huido desde Trieste para salvarse del terror nazi.

Esta circunstancia propicia que Daniel rescate otra visita anterior, 20 años atrás, en que una joven, la peyotera Lucía, le auxilió en una manifestación prohibida, y a reencontrarse con amigos de aquel tiempo.

A veces solo constata hechos de entonces y de ahora, pero, en general, dicha memoria de las emociones y vivencias es lo que aflora punzante y agita los recovecos de la conciencia.

De este modo, la novela alcanza una amplia variedad anecdótica relacionada con el protagonista que abarca la historia familiar, los vínculos amicales de antaño, los amores con Lucía y sus indagaciones actuales.

También presenta una diversidad de sucesos bastante independientes: un secreto ominoso del abuelo, las pesquisas de la hija sobre el pasado familiar en Trieste o la situación de los israelitas bajo el dominio nazi en esta frontera italiana.

Todo ello queda un tanto subsumido en la problemática de la identidad hebrea, cuestión de fondo tan relevante que llega a manifestarse de forma explícita. Qué es ser judío se preguntará el protagonista.

Este abanico de motivos enriquece la historia central focalizada en Daniel, y evita la monotonía de un obsesivo relato identitario. Tal beneficiosa dispersión no deja, sin embargo, de suscitar serios reparos.

El principal, que no queda claro el propósito que persigue Aliaga. La falta de un objetivo unitario se sustituye por una amalgama de materiales y condiciona algunos rasgos de la construcción de la novela.

La trayectoria vital del protagonista está llena de omisiones y resulta incompleta. Los otros personajes se limitan a ir y venir, queda de ellos nada más una estela difusa al carecer de sólidos rasgos personales.

Con agudeza, Aliaga muestra el papel de la memoria y sus lagunas en la construcción
de la personalidad

De manera acentuada ocurre esto con la hirukita Lucía, una figura muy seductora, de quien queda en el aire su prometedora cualidad de un ser medio mágico. En fin, los saltos constantes en el tiempo dejan demasiados hiatos sin llenar y obligan a una esforzada gimnasia de atención.

A pesar de estas reservas, debe reconocerse el trabajo literario exigente de Aliaga. Se apoya en una prosa cuidada de léxico rico que acoge expresivos mexicanismos y de sintaxis dúctil. Con agudeza muestra el papel de la memoria y sus lagunas en la construcción de la personalidad.

Y no escribe por rutina sino por revelar una visión del mundo. Novela densa y más de pensamiento que de peripecias, La lengua herida trasmite un mensaje existencialista sobre el sentido de la vida.