Image: Nada que no sepas

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Novela

Nada que no sepas

María Tena

7 diciembre, 2018 01:00

María Tena. Foto: Archivo

XIV Premio Tusquets de Novela 2018. 272 páginas. 18 €. Ebook: 12,99 €

Desde su tardío inicio como novelista en 2003, María Tena (Madrid, 1953) ha mostrado una absoluta unidad en sus planteamientos narrativos y en sus preocupaciones formales. Ya en su opera prima, Tenemos que vernos, aparece una escritura cuidadosa de aparente sencillez tanto en el lenguaje como en la estructura. Lo mismo sucede en sus siguientes libros, Todavía tú, La fragilidad de las panteras y El novio chino, que va dando a conocer con un ritmo continuado, firme, sin desfallecimientos y sin las urgencias que perjudican a tantos escritores novatos. Estas obras hablan de un mundo personal que gira en torno de historias de amor, logradas o fallidas, de relaciones familiares, de amistad y deslealtad y de caracteres femeninos marcados, débiles o duros.

No es que María Tena desdeñe los argumentos vigorosos y atractivos. Pero le importa más crear personajes (sobre todo mujeres) y ahondar en sus conflictos a la manera tradicional. Y, también, que los sucesos remitan al pasado, al recuerdo conflictivo del ayer, y evoquen tiempos pretéritos con su secuela de huellas imborrables en las personas, con frecuencia un poso lacerante de culpa. Sus historias novelescas tienen también una impronta confesional que justifica el que se cuente lo que cada libro cuenta. Y, además, siempre acota un territorio socio-económico balizado por gentes selectas, acomodadas y cultas.

Hago esta descripción genérica de la narrativa de María Tena porque todo lo dicho sirve de la cruz a la fecha para Nada que no sepas, su nueva novela que es como un compendio de toda su escritura. En ella refiere el caso de una mujer madura que en un momento de desavenencia conyugal hace un paréntesis breve en su vida para solventar un espinoso suceso que afecta a la historia de sus progenitores: cómo murió su madre en plena juventud y las razones de la conducta del padre, que rodeó el fallecimiento de secreto. Para ello la narradora, viaja a Montevideo, donde vivía en la fecha de la traumatizante desgracia, y recupera viejas amistades de infancia que se la podrán explicar.

La historia en sí misma resulta atractiva y añade el aliciente de un moderado suspense que, como es lógico en un relato que evita toda clase de rebuscamiento, se resuelve con claridad. La incógnita sobre la Madre, indisoluble de la actitud del Padre (ambos términos se escriben siempre en mayúscula para dar a los personajes dimensión arquetípica), remite a un fondo de hondas pasiones, un bucle de infidelidades, falsedades y corruptelas morales singulares de una clase social distinguida.

María Tena firma una depurada auscultación de lo íntimo que refleja las pasiones humanas

En apoyo de la garra narrativa, el argumento guarda para el desenlace una notable sorpresa, algo forzada, incluso un punto inverosímil
, creo, pero no incongruente con la complejidad íntima de la narradora. El llamativo e inesperado episodio, que no puedo desvelar para no aguarle a nadie la lectura, define una intimidad silenciosa, como de un conformismo claudicante, al tiempo que segura y ardiente.

El retrato de grupo se soporta sobre unos perfiles psicológicos analizados con calmosa atención, aunque sin excesos introspectivos. La estampa de interiores se galvaniza con el contexto exterior, basado en el contraste radical entre dos sociedades; una, la uruguaya, hedonista y desprejuiciada, en el restringido círculo novelesco proclive a la fiesta, el placer y el sexo; otra, la española franquista que coarta a la protagonista, cerril, pacata y represiva.

La necesidad de saber de la mujer se articula como un viaje serpenteante por los vericuetos de la memoria. Para ella, vivir es el azoriniano "ver volver" con que pretende aclarar las dudas sobre sus padres. Gran acierto reside en el modo con que Tena pone en marcha el mecanismo del recuerdo. El relato recupera hechos pasados, pero más que ellos importa su dependencia de las circunstancias. Se trata del fenómeno que los psicólogos denominan memoria reintegrativa convertido en eficaz recurso narrativo. El verso de Machado que Tena cita al comienzo, "Solo recuerdo la emoción de las cosas", evidencia la intencionalidad de este procedimiento proustiano y con él impregna toda la rememoración de alta intensidad sentimental.

Cuando tanta bazofia de lo privado se exhibe en programas televisivos y la prensa rosa, se agradece la depurada auscultación de lo íntimo de María Tena. Sin recrear un mundo idealista y noble, sino oscuro, inmoral y trágico. Sin efectismos melodramáticos. A partir de una narración amena. Nada que no sepas refleja las pasiones humanas entre gentes refinadas y sensibles con temblor emocional.