Image: Los Cinco y yo

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Novela

Los Cinco y yo

Antonio Orejudo

28 abril, 2017 02:00

Antonio Orejudo. Foto: Tusquets

Tusquets. Barcelona, 2017. 251 páginas. 18,50€, Ebook: 9,99€

Abro Los Cinco y yo con un punto de desgana y escepticismo. Estoy ya aburrido, casi saturado, de tanto ego, autoficción, dietarismo y confesionalidad. Ha venido esta tendencia a convertirse en una moda bajo la que se camufla una alarmante falta de creatividad. Pocos autores -Javier Cercas o Marta Sanz, por razones distintas- me atraen con su explícita presencia en el relato. Por eso, encontrar el "yo" en el propio título me produce alarma, aunque no extrañeza, porque Antonio Orejudo (Madrid, 1963) ya se ha introducido a sí mismo en obras anteriores.

La desconfianza se atenúa, aunque no se disipa del todo. Un buen punto de partida para exponer un retrato generacional es fijarse en la experiencia personal de un miembro de la promoción en lugar de tratar de objetivarla desde fuera, a través de un observador analítico, imparcial y distante. Porque esto es Los Cinco y yo, y el propio autor lo declara: un escaparate donde se exponen los datos singulares de la última generación del franquismo, la nacida en los años 60, la cual, según cree, no tuvo papel alguno en la Transición.

Para deconstruir los rasgos generacionales, Orejudo apela a un elemento muy importante, en muchos casos básico, de la educación sentimental, la lectura. Cuál fue el nutriente imaginario de la promoción lo dice también el título: "Los Cinco", la popular serie de aventuras juveniles detectivescas de la británica Enid Blyton protagonizada por cuatro adolescentes y el perro Tim.

Orejudo establece un paralelismo entre los personajes de ficción y sus amigos reales de infancia, a quienes agrega otro del tiempo de la universidad, el excelente narrador Rafael Reig, íntimo, maestro y cómplice, con cuyas novelas guardan las suyas sólidas semejanzas. Rizando el rizo, Los Cinco y yo desmenuza también una novela apócrifa de Rafael Reig, After Five, cuya trama, como insinúa el título, se adentra en la edad adulta de Los Cinco y acerca al presente la trayectoria generacional.

Tal como acabo de presentar el hilo argumental de la novela, podría pensarse en uno de esos rebuscados artilugios propios del modernismo narrativo. Nada más lejos de la intención de Orejudo. Se trata de un ingenioso diálogo entre textos que le facilita el hablar de la vida española desde los amenes de la dictadura y hasta nuestros días. De modo que a una novela de formación se le adosa una novela documental, casi una crónica del largo penúltimo tiempo de España. En sus páginas se repasan las mudanzas educativas, el comportamiento de las familias, el progresismo de los años 80 y los nuevos hábitos que llevaron al porro y las drogas, la moda, el mundillo académico donde se apela a la experiencia profesional del autor, la Gran Recesión...

Este jugoso abanico sociológico se empareja con un retrato privado algo autopunitivo que se asoma a un yo lastrado por la indecisión y el convencionalismo, al erotismo y a las emociones y a la zona secreta de las ambiciones frustradas. Y a todo ello se suma, cómo no, dadas las inquietudes del tándem Orejudo-Reig, una panoplia de observaciones sobre la vida cultural y sobre la propia literatura en las que se desgranan notas perspicaces sobre la narrativa "modernista" o el realismo junto a alguna guinda provocadora como una incisiva refutación de la novela policiaca.

Un relato rápido, de fluidez conversacional y en apariencia superficial se remansa en ocasiones con seriedad y tono ensayístico. Y en todo momento reluce un agudo humorismo, una veta irónica con ramalazos de sarcasmo. El temor a no llegar a ser considerado como el futuro de la literatura española -ni "quizás incluso de la universal"- desvelaba al principiante Orejudo. Es probable que Los Cinco y yo corrobore el doloroso vaticinio, pero, aunque no alcance tan milagrosa cima, sí tiene el mérito de ser una novela llena de inteligencia, ágil y muy entretenida, con pasajes magníficos, y gratificantemente divertida.