Image: Yo soy El Otro

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Novela

Yo soy El Otro

Berta Vias Mahou

18 diciembre, 2015 01:00

Berta Vias Mahou. Foto: Roberto Cárdenas

Premio Torrente Ballester. Acantilado. Barcelona, 2015. 240 páginas, 18€

La nueva novela de Berta Vías Mahou (Madrid, 1961) podría haber sido una narración a la moda: cuenta la historia de un personaje real, José Sáez, cuyo increíble parecido físico con Manuel Benítez ‘El Cordobés' lo llevó a torear en la España de los sesenta haciéndose llamar ‘El Otro'; para contarla, la narradora mezcla su voz con la de Sáez, que rememora desde la actualidad su accidentada vida, reclamando el derecho a tomar la palabra en las escenas que más le afectan; y de hecho, el marco de ese relato son las visitas de la narradora a Sáez en Gran Canaria, donde vive retirado desde hace décadas. Como se ve, todos estos elementos podrían sonar a Carrère y a quienes le han tomado la palabra al francés en estos últimos años de nuevo realismo. Pero ocurre que, luego, Vías conduce Yo soy El Otro en una dirección distinta, muy personal y alejada de modas, más cercana a sí misma, a su anterior y camusiana (y muy notable) novela Venían a buscarlo a él.

El juego de espejos entre el éxito del Cordobés y el fracaso del Otro, con un país pobre que está empezando a serlo menos sin renunciar a la picaresca y el fraude, constituye un relato curioso en el que tienen cabida apuntes sobre el éxito y su construcción mediática e institucional, la identidad, el amor o la pobreza. De hecho, la novela admite una lectura sutil y distanciadamente política, y no es casualidad que, hablando de los sesenta, se insinúen las bases pútridas del desarrollismo (esa "Promotora Briocense" que se inventa un pueblo casi de la nada) o se maneje la llegada a la Luna, éxito de la aceleración técnica, como horizonte final de la época. Pero sobre todo, Yo soy El Otro es una defensa de la bondad y una crónica de la lucha individual por sobrevivir a las propias contradicciones y entender los límites de la propia vida. Temas, diría yo, también muy camusianos, a condición de que se entienda que la bondad exige carácter y lucidez. Si no, es otra cosa.

El protagonista de Yo soy El Otro es una creación tangible, vivo en sus conflictos y en la sabiduría que logra alcanzar, y no habría sido tan jugoso sin la elegancia estilística del libro: elegancia en su estrategia narrativa tan inteligente como sutil, y elegancia sobre todo en la prosa. Hay un momento significativo en el que Sáez descubre algunas palabras (sobrepelliz, acetre, asperjaba…) gracias a su conversación con la narradora, que se las da a conocer, y el lector intuye de pronto que la reflexión sobre la otredad que va hilando el libro se refiere también a ‘otra' lengua, un castellano casi extinto para la generación literaria de Vias, que aquí se recrea con pericia artesana (a fin de cuentas, al frente se encuentra la excelente traductora de un autor como Zweig).

Con un final valiente en su exigencia por dejar atrás el cinismo después de haber urdido una trama fundamentalmente picaresca, o que pudo haberlo sido, Yo soy El Otro se acaba confirmando como otra notable novela de Berta Vias Mahou, cuya narrativa se va empeñando en escribirse un poco al margen, desde la "bondad" y la "discreción", dos palabras que cierran el libro, no por casualidad.