Image: Un viaje a la India

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Novela

Un viaje a la India

Gonçalo M. Tavares

21 marzo, 2014 01:00

Gonzalo M. Tavares. Foto: Santi Cogolludo

Traducción de Rosa Martínez-Alfaro. Seix Barral. Barcelona 2014. 416 páginas, 19 euros

De vez en cuando tenemos la fortuna de encontrarnos con un buen libro pero muy raras veces los dioses nos premian con uno excepcional. Una obra extraordinaria, escrita con la calma y la lucidez necesarias, es casi un milagro en este mundo dominado por los mercados y las prisas. Es el caso de Un viaje a la India, la magnífica novela de Gonçalo M. Tavares (1970) que recoge una historia universal dirigida al fondo de cualquier lector, en cualquier país y, seguramente, en cualquier tiempo.

Tavares, nacido en Luanda aunque criado en Aveiro, es profesor de Teoría de la Ciencia en la Universidad de Lisboa y autor de una obra literaria ingente -más de treinta volúmenes, multigenérica, profunda y muy original. Un viaje a la India -publicada en portugués en 2010-, cuyo título, de reminiscencias forsterianas, encabeza una epopeya hermosísima, heredera de la tradición clásica. Si sobre el Odiseo homérico se creó el Ulises latino que Joyce transformó en un epítome del hombre moderno, Tavares continúa el ciclo casi cien años después con un protagonista -Bloom-que ha perdido el nombre para significar que representa a todos los hombres. La obra, siguiendo la senda de sus predecesoras más antiguas, está escrita en versículos y utiliza la misma división en diez Cantos que Os lusíadas de Luis de Camões, obra maestra del Renacimiento luso. A su vez, cada Canto está compuesto por decenas de estrofas que agrupan relatos muy breves sobre temáticas diversas para construir la imagen de un individuo y su entorno. El estilo sentencioso invita a una lectura lenta y sosegada, mientras la ironía y el sentido del humor provocan frecuentes sonrisas y demandan una mirada distinta sobre la realidad.

La historia de Bloom, mínima y esencial, representa la de cualquier hombre: nace, ama, odia, es amado, busca su identidad y un espacio propio en un mundo casi siempre hostil, aunque a veces encuentra certezas que le permiten mantener la dignidad. Bloom es un individuo que inicia un viaje en busca de sí mismo. Parte de Lisboa, una ciudad -patria con recuerdos de infancia, y atraviesa capitales del viejo continente: Londres, que le resulta inhóspita, Viena, Praga o París, donde encuentra una amistad reconfortante que mantendrá a lo largo de su recorrido. Europa es para Bloom el referente conocido, un lugar añejo y tedioso de democracias decadentes donde se rinde culto al dinero y a la injusticia. Por eso se dirige a la India, un destino que cree espiritual. Necesita encontrar algunas verdades que le ayuden a soportar una realidad mezquina y errada. Bloom ha perdido a la mujer que amaba y ha matado a su asesino -su propio padre. Vive una tragedia -la vida misma- y, como Edipo, es un hombre bueno que tiene las manos manchadas de sangre. Por eso inicia el viaje -en realidad una huida- que le permita encontrar alguna certidumbre: la sabiduría o el amor de una mujer. Pero al llegar a la India, los hados le tienen reservada una realidad aún más cruel: la experiencia del maltrato físico, el abandono de las utopías y la certeza de que la salvación no es posible porque en Oriente, lejos de lo que había imaginado, los hombres son tan ruines como en Occidente. En una palabra, la desilusión más absoluta.

El libro abunda en escenas maravillosas como la de amor y seducción en el bosque parisino (Canto IX) al regreso de la India, que termina en una bacanal de vino, sexo y sangre, y que le revela a Bloom su naturaleza y la necesidad de volver a Lisboa. Concluido el ciclo mítico, la historia regresa al origen aunque el personaje ya no es el mismo que inició el viaje porque ha vivido experiencias terribles y extraordinarias. El tono elegíaco conviene perfectamente a una obra de esta naturaleza, a medio camino entre lo filosófico y lo literario. Junto a las Cartas a Lucilio de Séneca, citadas en el texto, Tavares escribe teniendo al lado la Biblia, a Sófocles, a los sabios orientales y a grandes autores de Occidente. Y mientras el narrador cuenta desde sus enseñanzas sobre la vida y el hombre, el lector se solaza con las verdades elementales que se reflejan en este libro admirable.