Image: La puñalada

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Novela

La puñalada

Marià Vayreda

15 noviembre, 2013 01:00

Marià Vayreda.

Traducción y postfacio de R. Villardell. Funambulista. Madrid, 2013. 263 páginas, 23 euros

La puñalada, del pintor y escritor gerundense Marià Vayreda (Olot, 1853-Barcelona, 1903), es un clásico de la literatura realista decimonónica en catalán. Centrada en el bandolerismo rural derivado de las guerras carlistas, la obra se presenta, de acuerdo con el esquema narrativo del manuscrito encontrado, como un conjunto de apuntes y recuerdos del Avi Albert dels Bardals, que éste remite antes de morir al editor autorizándolo a publicarlo como desee ("cortad y cosed según vuestro libre albedrío"). Aparte de un rico testimonio, La puñalada es un descarnado relato sobre la lucha entre despiadados bandoleros, por un lado, y las escasas fuerzas de la justicia, por otro.

La novela narra la historia del apocado Albert, su fascinación por el brutal Ivo -con sutil análisis psicológico-, su enamoramiento de Coralía, el secuestro de ésta y la búsqueda de una venganza con la ayuda del policía Arbós -otro buen retrato- y sus hombres. Hay espléndidas descripciones de la agreste comarca de La Garrotxa -contemplada con pupila pictórica- y duras narraciones de enfrentamientos armados y asesinatos que justifican las palabras del narrador cuando advierte que sus páginas están "llenas de sangre". Los méritos de la novela son bien conocidos y no es cosa de juzgarlos aquí. Sí, en cambio, hay que calibrar lo nuevo: esta primera y tardía versión española -que el traductor denomina castellana- que permitirá por fin a lectores no catalanes conocer la obra.

No era fácil la traducción. Vayreda escribe en un catalán anterior a la normalización de Pompeu Fabra, y muchos aspectos léxicos, sintácticos y ortográficos resultan hoy arcaicos. Pero la obra merecía una versión cuidada, y ésta no lo es. En primer lugar, cae en catalanismos crudos: "purria" (27, 204, etc.) por ‘cuadrilla, gentuza'; "barrar" (77, 187, 218) por ‘cerrar, interceptar'; "canor" (238) por ‘canoro'; "aguantar(se)" (173, 200) por ‘sujetar(se), sostener(se)'; o bien giros del tipo "encuentras a faltar" (219) por ‘echas en falta'. Más graves son las laceraciones infligidas al español. Se utiliza "ascendente" (36, 56, 94, etc.) por "ascendiente" (‘influjo'); el adverbio relativo "cual" recibe un plural inexistente: "se destacaban [...] cuales naves que se hubiesen derrumbado" (189); se pisotean algunas concordancias ("¿quién son...? [...] ¿quién quiere que sean?", 48; "unos cuantos a quien les va bien", 72); el régimen preposicional es a veces titubeante ("una libertad que ella era impotente de proteger", 68;); hay usos verbales erróneos ("volví a verle ayer [...] y convenimos en vernos hoy", 149) y construcciones impensables: "Cállate [...] y véselo a contar a Arbós" (76).

También la traducción ofrece puntos débiles. El giro sabates de roba ab sola d'espardenya se traduce como "zapatos de lona [¿por qué de lona?] con suela de alpargata" (13). En realidad son alpargatas, sin más. El término topográfico coll (es decir, ‘collado') aparece siempre como "cuello" (124, 135, etc.) y hasta "cuellecito" (177). Coralía no puede decir "bestia que soy" (107), sino ‘tonta de mí'. La forma apelativa y donchs se traduce literalmente por "y pues", lo que da a la expresión española una extraña fisonomía. Así, la frase ¿Y donchs, Albert, que no't ballen les cames? aparece como "¿Y pues, Albert, no te bailan las piernas?" (46; otros casos en 81, 224), cuando un simple "¿Qué, Albert...?" hubiera resuelto el problema. "Narigadas de carne chamuscada" (189) traduce nasades, con vocablo español inexistente, en vez de usar "vaharadas"; xulada se convierte en "chuleada" (217) y no en ‘chuscada'. La increpación "dichoso orzuelo" (116) que Coralía dirige a Albert es una pobre versión de fumut mussol (algo así como ‘maldito [o j...] mochelo'). La interpretación poll ‘piojo' (y no ‘pollo') deja incomprensible la frase "si no hubiera buenas cluecas, los piojos no se saldrían con la suya" (137); además, "cluecas" (lloques) significa ‘soplones, chivatos', lo que no se da a entender en la traducción.

Las dos lenguas quedan malheridas en un pasaje como éste: "quizá encontraría, sino conformado, al menos un medio de abrirme paso" (218). Al error ortográfico se añade la incomprensión del texto catalán, que dice: potser hi trobaría, si nó pas format, medi de fernhi. Entender pas como fórmula negativa y no como sustantivo (‘paso') conduce a este resultado. Y hay muchos más ejemplos de cómo no se debe traducir.