Image: Una mancha más

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Novela

Una mancha más

Alicia Plante

13 enero, 2012 01:00

Alicia Plante. Xavier Martín

Adriana Hidalgo. Buenos Aires/Madrid, 2011. 320 páginas, 19 euros

Como una novela policiaco-deductiva con resonancias de Walsh se presenta esta obra de la bonaerense Alicia Plante, cuya peripecia gira en torno al robo de bebés que tuvo lugar en los años 70 del pasado siglo en la Argentina de Videla. Bebés que los militares entregaban impunemente a "familias decentes" (en este caso a la del franquista emigrado García Mejuto) tras haber eliminado a sus "subversivas" madres naturales. Pero Una mancha más no es sólo una lograda novela de aire policiaco, ni tampoco sólo otra denuncia de aquellos atropellos. El modo en que la autora recrea aquellos tiempos de plomo y los actuales da lugar a un deslumbrante ejercicio de escritura que además se eleva al grado de novela esencial, capaz de helar el alma, escrita con palabras que, como las de su maestro Walsh, pesan, golpean y dejan huella.

El análisis del miedo es uno de los grandes temas de este libro, el terror del pequeño Daniel ante su violento padre, el miedo del propio "gallego" en la vejez, o el que inspiraban aquellos militares mesias y salvapatrias amparados en una supuesta "emergencia nacional", que se manejaban a diario con la impunidad de quien cree que nunca tendrá que rendir cuentas. Varias décadas después, y lamentablemente sólo en ocasiones, tendrían que hacerlo. Alicia Plante se vale del personaje del joven Raúl, un guionista fracasado, conocedor de un terrible secreto, para montar una trama de chantaje que afectará a algunos monstruos, ya ancianos, que se pensaban intocables.

El modo de trabar y resolver el puzzle de esta historia sólo puede calificarse de magistral. También su psicología de los personajes y sus intenciones. La autora no sólo analiza los vericuetos del mal, pues uno de los logros de este texto es el análisis de los "motivos del bien", que tampoco son todos heroicos o nobles. Sólo personajes como Julia, Leo y Gerardo encarnan el deseo de esclarecer la verdad y alcanzar una justicia nada ajena a la capacidad de compasión (la del juez Leo Resnik por la madre de Raúl). El odio, el miedo y la culpa aparecen como una herencia de manchas indelebles sobre la piel de uno. De fondo, junto a centenares de vulneraciones y torturas, un paisaje que contiene treinta mil desaparecidos y el impune reciclaje civil de aquellos sádicos en la transición hacia la democracia. El escalofriante Mayor Cecchi, treinta años después operativo y a salvo de todo, da pie para que Plante reflexione sobre la imposibilidad de arrepentimiento real de los monstruos. Sólo los caminos inescrutables del mercado editorial pueden hacer que se desatienda una obra tan importante como ésta.