Image: Dublinesca

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Novela

Dublinesca

Enrique Vila-Matas

19 marzo, 2010 01:00

Enrique Vila-Matas. Foto: Santi Cogolludo

Seix Barral, 2010. 328 páginas, 20'50 euros


Si una novela se titula Dublinesca y encima lleva la firma de Enrique Vila-Matas (Barcelona,1948), ya sabe el lector advertido qué va a encontrar. Hallamos, en efecto, un auténtico festival literario y culturalista. Ya la trama ane cdótica gira en torno a alguien del mundo de las letras, un editor, Samuel Riba, que ha abandonado el negocio. Su empresa, dedicada a la edición de calidad, no ha resistido el embate de vulgaridad de los tiempos modernos. Samuel se siente un fin de raza en la época en que los mercaderes de la cultura se han rendido al becerro del best seller y han fomentado un lector pasivo. Para salir de su estado autista, anima a tres amigos escritores a que le acompañen a Dublín en la fecha del Bloomsday con el doble propósito de rendir homenaje a Joyce y de celebrar allí el responso por el fin de la era de la imprenta.

El siempre vanguardista Vila-Matas opta en esta ocasión por un esquema narrativo tradicional que desarrolla ese núcleo anecdótico en orden progresivo: a lo largo de tres meses -mayo, junio y julio- se encadenan la agónica situación moral del editor, la planificación del viaje salvador y la estancia dublinesa. Esta estructura resulta un gran acierto porque proporciona un encuadre argumental nítido que facilita la lectura comunicativa dentro de la cual, y sin renunciar a una alta exigencia especulativa, encuentra perfecto acomodo el rosario de preocupaciones intelectuales y estéticas del autor. En verdad, Enrique Vila-Matas teje un denso bucle de referencias culturales. A decenas salen los nombres de escritores y cineastas. Cada pocas líneas se dice algo de un poemario, una novela o una película. Nada más empezar se plantea una teoría general de la novela, de vez en cuando se incorpora teoría literaria y en unas cuantas ocasiones se practica la crítica. Resulta obligado subrayar, en general, la perspicacia y profundidad de los comentarios sobre autores y obras de cine y literatura, y, en concreto, la claridad de la dispersa lección sobre el Ulysses joyceano y la penetración en la personalidad y escritura de Samuel Beckett. Toda la novela, brillante ejercicio de reescritura que en buena medida se desarrolla como palimpsesto de Ulysses, es una fiesta de la inteligencia, pero no una especulación fría, intelectual y mortecina, sino llena de gracia y de ironía, virtudes que disculpan incluso la cantidad exagerada de esta clase de materia.

Dublinesca ofrece una celebración gozosa del arte y las letras, hecha desde una perspectiva cordial que añade a los autores consagrados algún nombre aún joven y cercano (la poeta Amalia Iglesias). También contiene una elegía, algo esperanzada, por la alta literatura. Pero esta dimensión culturalista de la novela no excluye una gran densidad existencial. Vila-Matas encaja los motivos reiterados del conjunto de su obra (la identidad, la personalidad, el doble, el azar, las casualidades, los límites entre vida y literatura) en una trayectoria biográfica que le sirve para abordar el asunto del destino humano. El retrato del editor, no alejado de la novela psicológica tradicional, conjuga una problemática familiar y personal bien marcada y la dimensión de arquetipo. Samuel asume un papel representativo; refleja el desconcierto colectivo en una situación de crisis general de valores. El editor encarna un estado de la conciencia humana en un mundo acechado por la sensación de caos y fracaso. Tras su aventura espiritual fracasada, Samuel se acerca al temblor de la vejez y al terror de la muerte. Con este personaje caviloso y desasistido, conciencia atribulada en medio de una realidad fantasmal y poco comprensible, el autor nos proporciona uno de los más redondos héroes del "modernism" narrativo que hayan dado nuestras letras.

La perfecta simbiosis de factores complementarios (lo particular y lo colectivo, lo vivencial y lo reflexivo, y lo real y lo simbólico) consumada en una obra de gran fluidez narrativa y de estilo brillante hacen de Dublinesca una excelente novela, la más ambiciosa y mejor de Enrique Vila-Matas.

ALGO PERSONAL

-¿Es esta novela el ajuste de cuentas con Herralde que todos malpiensan?

- En una relación de tantos años puede acabar habiendo incidencias. Y creo que, dadas las circunstancias, estoy mejor fuera. Pero obviamente Anagrama ha sido muy importante para mí. Y de ajuste de cuentas nada.

-Parece que su diagnóstico sobre la novela en los tiempos de internet es apocalíptico: ¿No hay esperanza?

-Lo encontramos en la Biblia, en la Eneida. Lo apocalíptico está en todas las civilizaciones y Riba entiende que sólo puede ser ya tratado de forma paródica. Su funeral por la era Gutenberg es una fiesta. Después de todo, no hay entre la imprenta y lo digital un corte radical como nos quieren hacer ver, sino una continuidad.