Image: La amargura del triunfo

Image: La amargura del triunfo

Novela

La amargura del triunfo

Ignacio Sánchez Mejías

6 noviembre, 2009 01:00

Ignacio Sánchez Mejías. Foto: Archivo

Edición de Andrés Amorós. Berenice, Córdoba 2009. 160 páginas, 15 euros

A Ignacio Sánchez Mejías (Sevilla, 1891- Madrid, 1934) lo inmortalizó García Lorca en la conmovedora elegía que le dedicó con ocasión de su muerte en el ruedo. El estribillo inicial del famoso "Llanto" ("A las cinco de la tarde", "A las cinco en punto de la tarde") pertenece a nuestro patrimonio popular y asegura la perduración de aquel "Ignacio el bien nacido", como lo definió el mismo Lorca con formulismo épico.

Fue Sánchez Mejías personaje novelesco, ya famoso en su tiempo por la suma de varias notas: el toreo suicida, las polémicas con los críticos, la campaña contra la pretensión de los empresarios de limitar el caché de los matadores, el carácter temperamental, los amoríos... Otro rasgo singular de esta compleja personalidad reside en su cercanía a la cultura. Ocasional conferenciante, colaboró en la prensa y escribió teatro vanguardista. Tuvo estrecha amistad con la juventud literaria de los años veinte y facilitó el bautismo público de la más tarde llamada "Generación del 27". La anécdota figura en los manuales: él costeó con generosidad el encuentro en Sevilla de Lorca, Alberti, Guillén, Diego, Dámaso Alonso y otros poetas con motivo del centenario de Góngora.

Existían inconcretas noticias sobre una novela de Sánchez Mejías. Andrés Amorós disipa las dudas al haber localizado el manuscrito. Se trata de La amargura del triunfo, un breve relato inconcluso y muy fragmentado. El borrador, un puzzle disperso en cuartillas y papeles sueltos, ha requerido una minuciosa labor de reconstrucción, al punto de que, en realidad, le debemos a su puntual editor la propia forma de la novela.

Con transparentes ecos autobiográficos, Sánchez Mejías refiere la historia de un torero, José Antonio, desde sus modestísimos orígenes (hijo del casero de una finca andaluza, no como el autor, descendiente de abogado) hasta su marcha obligada a México ya como gran figura de la fiesta. La amargura del triunfo recrea una historia ejemplar de vitalismo frente a las dificultades de la vida dentro de una narración escueta y sencilla, muy convencional, que conjuga relato, diálogo y descripciones costumbristas. Los personajes resultan planos por el abuso en los contrastes simplificadores (el sabio mozo y el soberbio torero) y por su maniqueísmo elemental (el malvado aristócrata y el pundonoroso hombre del pueblo). Y en el estilo, aliña una prosa directa con esporádicas imágenes y abundantes andalucismos. Literariamente vale muy poco, pero gracias a la diligencia de Amorós disponemos de un documento curioso para ampliar el perfil del legendario personaje.