Image: Cultivos

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Novela

Cultivos

Julián Rodríguez

5 junio, 2008 02:00

Julián Rodríguez. Foto: Santi Cogolludo

Mondadori. Madrid, 2008. 160 páginas, 15’90 euros

Hace tiempo ya que hemos llegado a la celebración rutinaria de la literatura mestiza y sin género, y de la autoficción. Este fenómeno que convierte en moda algo menos nuevo de lo que se piensa produce el espejismo en algunos escritores de lanzarse a semejantes formas sólo por creerlas el no va más de la modernidad. El resultado paradójico son libros de contenido misceláneo carentes de singularidad, anodinos y repetitivos; hijos bastardos, en suma, de una tendencia formal. Justo lo contrario ocurre con una de las voces nuevas y todavía jóvenes más interesantes de este momento, Julián Rodríguez, que transita la manera narrativa indicada pero con absoluta originalidad. Y esta originalidad no es exotismo ni ganas de asombrar sino la consecuencia de la respuesta personal a una escritura auténtica. Podría haber buscado o encontrado otro molde diferente para su exigencia de expresarse, pero ha hallado uno que consiste en la mezcla de muy diversos materiales.

Esta práctica la ha agrupado en la serie en marcha "Piezas de resistencia", título en el que conviene subrayar una carga ideológica subterránea que es componente no ostensible pero sí fundamental de la escritura de J. Rodríguez. A la reciente entrega primera, Unas vacaciones baratas en la miseria de los demás, le sigue ahora Cultivos, otro título intencionadísimo (este autor requiere muy atenta lectura) en el que se conjuga un significado que remite a lo rural y otro a la cultura en sentido humanístico. Estos dos asuntos abarcan la globalidad de los motivos tratados desde una perspectiva confesional: es el autor, con datos de su biografía real, lugar de nacimiento, estudios, afanes, publicaciones, trayectoria..., quien aparece en la obra.

Cultivos recuerda un dietario libre de las ataduras de fechas concretas, y además contiene relatos puros, y también reflexión, ensayo, aparte de análisis de la actividad literaria y referencias al texto que leemos. Anda así el libro a medio camino de la ficción y de la autobiografía pero no, como antes decía, por juego, sino porque el propio escritor se toma como materia de observación para lograr un sentido de la vida. Viene a ser una obra muy machadiana donde Julián Rodríguez busca los "universales del sentimiento" a partir del sujeto que mejor le sirve y conoce, sin incurrir, eso sí, al igual que el sevillano, en el solipsismo.

Cultivos ofrece una múltiple indagación -moral, emocional y estética- en la compleja realidad contemporánea. Parte de una postura un poco elegíaca acerca de las raíces rurales, curiosa en un escritor de clara inspiración social. La carga cordial matiza una arriesgada tendencia a lo especulativo y abstracto. Y la puesta en práctica de la defensa de un lenguaje sin "excesos" produce una de las prosas mejores, por pura, limpia y expresiva, de este momento.