Image: Nocturno de Chile

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Novela

Nocturno de Chile

Roberto Bolaño

27 diciembre, 2000 01:00

Anagrama. Barcelona, 2000. 150 páginas, 1900 pesetas

En la última novela de Roberto Bolaño (nacido en 1953), Nocturno de Chile, al margen de su trama y en sus recovecos, podemos advertir problemas de relevancia sutilmente planteados; por ejemplo, el del valor estético que podemos atribuir a la producción artística cuando ésta no resulta de primer nivel, pese a la vocación de su autor; las relaciones entre literatura y crítica; entre aquella y los silencios culpables durante la represión en Chile e, incluso, la función de los escritores católicos, la situación social en Chile con pinceladas de su historia desdramatizada como un tapiz de fondo. Se evita aquí el "compromiso" de anteriores promociones. Tales cuestiones -tamizadas por el escepticismo que algunos calificarán de postmoderno- no aparecen en un primer término, ya que el autor no pretende elaborar una novela "de tesis". El que puedan formularse a partir de su obra revela que se sirve de más sutiles fórmulas que indirectamente pueden conducirnos a ello. Técnicamente la novela transcurre por caminos tradicionales (el único atrevimiento constituye elaborar un primer largo párrafo que constituye todo el relato, salvo la última línea, que constituye otro perfectamente prescindible). Cabe definirla como un amplio monólogo que Sebastián Urrutia Lacroix se formula cuando estima que se encuentra al borde de la muerte. Sacerdote y miembro del Opus Dei, según confiesa, practica la crítica literaria y sabe apreciar y hasta enjuiciar el mérito en obras ajenas, pero su actividad como poeta no logra alcanzar el ideal deseado, ni el éxito.

Bolaño encadena algunas situaciones (de lo que se resiente la unidad del conjunto). Las desarrolla con ingenio y en ellas percibiremos valores simbólicos. La más significativa será, ya en las últimas páginas, la relacionada con María Canales, casada con un estadounidense, Jimmy Thomson. Acude a su residencia, durante la etapa pinochetista, para disfrutar de la animada tertulia y compañía de un grupo de escritores y artistas. Pero alguno de los invitados descubrirá deambulando por los sótanos de la casona un cuarto iluminado y en él a un hombre atado sobre una cama, que ha sufrido torturas. El hallazgo circula como rumor hasta que, finalizada la dictadura, se descubre que en aquel lugar, cenáculo de algunos intelectuales, fue uno de los centros de interrogatorio de la DINA y que Thomson era un especialista que huiría de Chile y de María Canales, que buscaba convertirse en escritora y a la que, en el presente, ya con un presidente socialista, todos sus antiguos contertulios han abandonado.

El tiempo histórico interno en la novela transcurre aceleradamente. Pero, sin duda, el fragmento más imaginativo consiste en la descripción de las diez clases sobre el marxismo que el sacerdote ofrecerá a los máximos responsables de la dictadura, incluido el propio general Pinochet, interesado en conocer las teorías de sus enemigos. Finalizan con un paseo con el propio general, convertido en alumno único, quien justifica las razones por las que ha solicitado su colaboración. Los intermediarios serán los mismos que años antes le habían facilitado un viaje a Europa para realizar un informe sobre los métodos de conservación de iglesias en Europa. Ello le permitirá visitar Pistoia, Namur, Pamplona y detenerse algún tiempo en París, como los grandes creadores. Pero la más significativa y continuada de las relaciones será la que establece con Farewell, reconocido crítico literario, amante de la gran literatura, a quien conocerá poco después de ordenarse.

Gracias a sus veladas descubrirá a Pablo Neruda, a quien oirá recitar. No deja de ser significativa la aparición reiterativa de Neruda como personaje en la ficción chilena contemporánea. Relatará, asimismo, su entierro, al que también acudirá. Amante de la belleza, en el "fundo" de Farewell su sensibilidad trazará el paralelismo entre la fealdad de los campesinos, quienes le llaman padre, y los cultos invitados de su anfitrión.

Bolaño cuida los retratos. Describe sus personajes de forma somera y precisa, atento a los detalles psicológicos. La novela discurre, asimismo, entre la sátira y el simbolismo que advertimos en muchas de sus situaciones. Siendo la realidad que describe el mundillo literario, introduce personajes reales, como la figura de Ernst Jönger, a quien Salvador Reyes, diplomático chileno, conocerá en la buhardilla de un pintor guatemalteco en París durante la ocupación nazi. El retrato de éste supera con mucho al de sus "protectores". Incorpora, asimismo, el cuento autónomo dentro de la novela, como el episodio de la "colina de los héroes", narrado por Farewell. Y no deja de transcribir alguno de los sueños del protagonista que le permiten enlazar con los personajes del pasado.
Nocturno de Chile viene a representar los propósitos de esta nueva promoción de escritores hispanoamericanos que se decanta por la obra de artesanía, pese a reunir elementos que podrían situarla en otro camino, el del "arte mayor".