Imagen | Juan Arnau: “La ciencia es un mito más”

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Ensayo

Juan Arnau: “La ciencia es un mito más”

El filósofo recorre en su último libro la historia de la imaginación desde el antiguo Egipto hasta un presente dominado por los algoritmos

30 enero, 2020 07:50

¿Qué es la imaginación? ¿Cuál ha sido su definición y su peso en las distintas culturas y épocas? ¿La realidad hace posible la imaginación o es justo al revés? ¿Cuál debe ser el papel de esta capacidad del pensamiento en una era dominada por la tecnología? ¿Reside la mente en el cerebro? Estas son algunas de las cuestiones que aborda el filósofo Juan Arnau (Valencia, 1968) en Historia de la imaginación. Del antiguo Egipto al sueño de la Ciencia (editorial Espasa), un ensayo que en poco más de 300 páginas recorre multitud de aproximaciones a esta facultad fundamental del pensamiento humano, de Heráclito a Carl Jung y de los jeroglíficos del templo de Lúxor hasta un presente dominado por los algoritmos.

Aristóteles, Averroes, Berkeley, Schopenhauer, Darwin, Nietzsche, órficos, sofistas, gnósticos, sufíes, cabalistas... Decenas de pensadores, teorías y mitos pueblan un ensayo filosófico lleno de erudición pero asequible a todo tipo de lectores, con un fuerte componente narrativo que ameniza la lectura.

Astrofísico y filósofo especializado en sánscrito y budismo, Arnau pertenece a esa minoría de pensadores occidentales que sigue mirando a Oriente en busca de respuestas a cuestiones fundamentales de la vida. Es autor de ensayos como su celebrado Manual de filosofía portátil (Premio de la Crítica y finalista del Nacional de Ensayo), La invención de la libertad y La fuga de Dios, y de novelas protagonizadas por grandes filósofos, como El cristal Spinoza, El efecto Berkeley y El sueño de Leibniz.

"El pensamiento algorítmico tiende a la uniformización del pensamiento. Este libro es una reacción contra esa tendencia"

Arnau comienza esta Historia de la imaginación reconociendo la gran deuda que el pensamiento moderno tiene con el antiguo Egipto, nexo entre Oriente y Occidente —del mismo modo en que la imaginación, dice, es el nexo entre lo material y lo inmaterial—, y continúa el viaje en Grecia, antes de recalar en la península ibérica, donde confluyeron en la Edad Media la mística cristiana, la árabe y la judía. Después esta historia de la imaginación se detiene en el Renacimiento y en el Romanticismo, antes de desembocar en el papel de la imaginación en la ciencia moderna y en una “mecanización” del pensamiento iniciada con Darwin y, según Arnau, consolidada hoy pese a los intentos de pensadores como Jung de recuperar la imaginación perdida.

Pregunta. ¿Por qué una historia de la imaginación?

Respuesta. El estudio de la imaginación es el estudio de lo que proyectamos con la mente, algo muy importante en una tradición de pensamiento a la que he dedicado 20 años de mi vida, el budismo, donde la meditación ocupa un lugar central. A eso se añade quien probablemente sea mi filósofo favorito, que es George Berkeley, que confería una importancia fundamental a la imaginación; y también un texto de Aristóteles fundamental, muy comentado en la Edad Media pero que hoy ha perdido la trascendencia que merece: Acerca del alma (De anima). En ese texto Aristóteles dice de una manera muy clara que no es posible pensar sin lo que él llama fantasmata, que en griego es fantasma pero también imágenes. Pensamos siempre en imágenes. Podemos hacer pensamiento abstracto con las matemáticas y los algoritmos, pero el pensamiento abstracto es un pensamiento ciego, y en cierto sentido automático, un pensamiento que pueden hacer —y de hecho hacen— las máquinas. Nuestra civilización y nuestro momento histórico nos está llevando hacia el dominio y la consolidación de ese pensamiento abstracto y ciego, un pensamiento algorítmico que tiende a la uniformización del pensamiento. Este libro es una reacción contra esa tendencia.

"Lo estamos reduciendo todo a lo material. La ciencia teme adentrarse en lo inmaterial y lo deja fuera de consideración"

P. Dice que el ser humano “proyecta lo que no es para terminar siéndolo”. ¿Sin imaginación no habría historia, estaríamos aún en un estado primitivo?

R. Así es. Esta es una idea de Michel de Certeau, que sostiene que la literatura, que se nutre de imaginación, es el discurso teórico de los procesos históricos. La ficción y la ciencia-ficción proyectan narrativas y luego la historia las va cumpliendo.

P. De este modo se pueden dar paradojas como la que destaca en el libro: la imaginación de Einstein fue lo que le permitió descubrir la física cuántica, y de hecho predijo la existencia de ondas gravitacionales, que se ha constatado un siglo después. También su discípulo, Wolfgang Pauli, que teorizó sobre los neutrinos antes de que se comprobara su existencia.

R. Exacto. La imaginación es el eje de la realidad, esa es la tesis principal del libro. La realidad tiene tres ámbitos: uno es el de la materia, es evidente. Otro es el de los significados y los valores, el que da sentido a las cosas y a nuestras vidas, que es inmaterial. Y el ámbito que conecta esos dos polos es la imaginación: por un lado es material porque en la imaginación hay luz, forma y color, y al mismo tiempo es inmaterial. Por eso puede servir de nexo entre ambos mundos y ese es el modo en que entienden la mente en la India, esta puede conectar con el cuerpo y con el espíritu. En cambio en nuestro mundo moderno lo estamos reduciendo todo a lo material. La ciencia teme adentrarse en lo inmaterial y lo deja fuera de consideración, sobre todo las ciencias duras, las más influyentes. Por tanto este libro es contemporáneo aunque hable de cosas antiguas, porque el problema que plantea es nuestro y lo heredarán nuestros hijos.

P. Dice que la precariedad imaginativa ha tenido consecuencias catastróficas. ¿Cuáles son?

R. Esa tendencia a homogeneizar el pensamiento y a que el algoritmo domine el ámbito del pensamiento científico ha traído consecuencias evidentes, desde la bomba atómica hasta la robotización de una generación de jóvenes que ahora no pueden vivir al margen de las maquinitas y las pantallas. Eso psicológicamente creo que es catastrófico.

P. ¿Cree que la ciencia, especialmente las neurociencias, se han convertido en el dogma del siglo XXI, en sustituto de la religión?

R. La ciencia es un mito más, como los mitos que se cuentan en este libro. Es importante entender que hay muchas ciencias y que dentro de una misma disciplina científica puede haber visiones completamente divergentes. De hecho, dentro de las neurociencias ahora está de moda una corriente que se llama pampsiquismo, que viene a decir que todo es mente. Y en física, por ejemplo, podemos enfrentar el subjetivismo radical de un físico cuántico con el materialismo decimonónico positivista de un físico experimental o teórico. Hay muchas visiones distintas y los dogmas científicos están constantemente puestos en tela de juicio.

"Siempre hay corrientes dominantes en la ciencia y cuando te sales de ellas te arriesgas a que no te publiquen tus investigaciones, a que te dejen un poco de lado"

P. Una tesis queda clara: mente y cerebro no son lo mismo, aunque la neurociencia haya dicho durante mucho tiempo que sí. Por otra parte hace relativamente poco se han descubierto neuronas en el corazón o los intestinos, lo que está en sintonía con antiguas creencias egipcias. ¿Cree que esto va a cambiar la concepción científica de la mente humana?

R. Ya lo está haciendo. Antes la neurociencia se centraba únicamente en el cerebro y ahora hay gente que está quebrando ese cerebrocentrismo, están fuera del mainstream pero trabajan en laboratorios muy prestigiosos de neurociencias. Siempre hay corrientes dominantes en la ciencia y cuando te sales de ellas te arriesgas a que no te publiquen tus investigaciones, a que te dejen un poco de lado, pero siempre hay valientes que abren otras corrientes que pueden acabar siendo dominantes. Es lo que Thomas Kuhn llamaba revoluciones científicas, que suelen protagonizar investigadores jóvenes porque no tienen apego a los paradigmas existentes.

P. ¿Usted también se ha sentido relegado por ir a la contra de las corrientes dominantes de la filosofía occidental?

R. No, porque he tenido mucha suerte con los editores y una trayectoria muy transversal. Yo trabajo la filosofía india, que no está en el canon ni en los programas de filosofía de la universidad española, algo lamentable que se irá corrigiendo con el tiempo. Ya hay asignaturas de filosofía y filologías chinas, y la sinología como disciplina científica. Dentro de no mucho será el turno de la indología, pero todavía no ha llegado. Esto se debe fundamentalmente a que cuando nos encontramos con América nos olvidamos de la India. Es una paradoja histórica porque fuimos los primeros que intentaron establecer una relación no solo comercial sino cultural y política con la India y ahora en comparación con Italia, Francia, Alemania o Inglaterra, en España el porcentaje de indólogos o expertos en sánscrito es bajísimo.

"La filosofía india no está en el canon ni en los programas de la universidad española, algo lamentable que se irá corrigiendo con el tiempo"

P. En el primer capítulo señala la gran deuda que tiene Occidente con el antiguo Egipto, poco reconocida. ¿Qué le debemos exactamente?

R. Yo iba a empezar mi libro con Grecia, pero me di cuenta de que la deuda con el antiguo Egipto es enorme, porque es una mezcla entre Oriente y Occidente, ya que geográficamente es occidental, pero su modo de pensamiento muy oriental. En la literatura grecolatina hay muchas referencias a las conexiones entre el Alto Nilo, la zona de Etiopía, con la India, de hecho Apolonio de Tiana dice que los brahmanes vienen de Egipto. Vi importante empezar con Egipto porque los griegos admiraban mucho su civilización y de hecho la gran biblioteca griega y pagana del mundo antiguo fue la de Alejandría, muy cerca del Cairo.

P. Dedica varias páginas a Averroes, a Moisés de León y otros filósofos andalusíes y sefardíes que no son reivindicados como figuras importantes de la historia cultural española. ¿Le parece un error?

R. En esa época no existía España, pero hay una serie de pensadores sufíes, musulmanes, cabalistas, místicos cristianos que vivieron en la península y deberíamos considerarlos conciudadanos nuestros históricamente. Fueron muy importantes para la historia de la imaginación, como Averroes, que reivindicó el concepto aristotélico de la imaginación y la puso en primera línea del conocimiento. Además, hay un periodo de la cábala muy importante que conectó a pensadores de Castilla, Zaragoza y Gerona. Ahora que hay una distancia tan grande entre Castilla y Cataluña, merece la pena recordar que hubo una época con unos lazos espirituales muy profundos entre ambos territorios.

"Cuando la filosofía se reduce a filosofía analítica y del lenguaje, se parece a las matemáticas pero no ayuda a vivir"

P. En su libro destaca también a Schopenhauer, uno de los grandes filósofos occidentales del siglo XIX que no perdió de vista a Oriente. 

R. Sí, y esa mirada a Oriente se la transmitió después a Nietzsche. Schopenhauer fue un hombre de un talento literario y filosófico extraordinario. Cayó en sus manos una traducción al latín de las upanisad [libros sagrados hinduistas] y quedó fascinado. De hecho en varias ocasiones dijo que ese libro le salvó la vida. Luego se interesó también por el budismo y aunque no llegó a entender en profundidad ni este ni el hinduismo, percibió en ellos una especie de renovación espiritual, porque vio que Occidente se estaba alejando de los grandes temas. Cuando la filosofía se reduce a filosofía analítica y del lenguaje y se carga de lenguaje técnico, se convierte en un tipo de filosofía que quiere parecerse a las matemáticas pero no ayuda a vivir y no sirve para nada. Bueno, sí, para ganar una plaza en la universidad y ganarte la vida, pero acaba secando el espíritu.

P. Toma a Darwin como ejemplo de la visión mecanicista del mundo. ¿Cree que con él empieza esa manera de entender el pensamiento y la ciencia en occidente?

R. Darwin es un hombre que manejó tal cantidad de información que se maquinizó en cierto sentido. Cuento su vida como alegoría del destino de occidente. Fue un genio que tomó una dirección del pensamiento y se le fue resecando el alma, dejando a un lado aspectos fundamentales de la vida como la conciencia. Generó un modelo que ha tenido un éxito muy notable en el pensamiento moderno. Sin duda las personas que más han influido en la ciencia y el pensamiento moderno occidental son Newton, Kant y Darwin.

"Darwin se maquinizó. Cuento su vida como alegoría del destino de Occidente"

P. Después Jung devuelve un poco la relevancia a la imaginación, coloca el inconsciente de nuevo en el primer plano del pensamiento.

R. Hay un libro muy bonito de correspondencia entre Pauli y Jung en el que vemos que los sueños tienen un papel fundamental en las teorías de la física cuántica, algo que en el ámbito de la filosofía newtoniana sería una herejía. Pero esta gente era tan genial que se atrevía a decirlo. Pauli soñaba con teorías que luego las plasmaba e intentaba aplicarlas a situaciones relacionadas con las partículas elementales y el sistema cuántico.

P. A una persona que ha estudiado tanto acerca de la mente, el alma y lo inmaterial, debo preguntarle por sus creencias acerca de la existencia del alma. ¿Cree que existe?

R. Esto daría para una entrevista entera. Está claro que tenemos una vida mental y estamos proyectando imágenes constantemente, despiertos y dormidos. Jung hablaba del suicidio del alma en la época moderna. El alma es una palabra como otra cualquiera que designa una serie de experiencias, imaginaciones, ensoñaciones e inclinaciones también. Los budistas tienen muy claro que las personas llegamos al mundo con una maleta kármica, con una serie de inclinaciones y deseos, que es lo que la ciencia moderna llama código genético. Esas inclinaciones, lo que Aristóteles llama alma, ahora se llaman de otra manera pero siguen estando ahí.

P. ¿Cree que esa vida mental o alma puede trascender el cuerpo y la muerte? ¿Cree en su inmortalidad?

R. El conjunto de inclinaciones y deseos que llamamos alma siempre está transformándose. El problema es que confundimos el concepto de alma con el de individuo porque al final lo que nos preocupa a todos es si yo —ahí está el yo— voy a sobrevivir. No sé qué pasa con el yo, tengo mis ideas y sospechas al respecto que no voy a hacer explícitas, pero el tema fundamental acaba siendo el yo, porque después de toda una vida viviendo con él le hemos cogido cariño y nos aterroriza desprendernos de él. Es razonable pensar que esa transformación del alma que ocurre en vida pueda proseguir después de la muerte, otra cosa distinta es que se conserve el yo.

@FDQuijano