Ensayo

La política como pasión: el lehendakari José Antonio Aguirre (1904-1960)

Varios Autores

19 diciembre, 2014 01:00

Tecnos. Madrid, 2014. 660 páginas, 28'50 euros

Hasta tiempos recientes, la biografía política no ha sido un género muy cultivado en España y ello explica que hasta ahora no se hubiera publicado una biografía completa y rigurosa del primer lehendakari, José Antonio Aguirre, que sin embargo fue un personaje muy importante en la historia vasca y española del pasado siglo. Llegado en plena juventud a la dirección del Partido Nacionalista Vasco, jugó un papel crucial en su evolución hacia posiciones cristiano-demócratas, en el sorprendente cambio de alianzas que le llevó de la unión con la extrema derecha en las Cortes de 1931 a la alineación con la República al inicio de la guerra civil, y en la configuración de la primera entidad autónoma vasca, que perduró muy pocos meses, pero marcó el camino que se retomaría casi cuarenta años después.

Se trata de un libro bien escrito, en el que resulta imposible diferenciar la pluma de los cuatro autores (L. Mees, J. L. de la Granja, S. de Pablo y J.A. Rodríguez Ranz), muy bien documentado, con la consulta de una treintena de archivos en siete países, y cuyo enfoque objetivo y ponderado no rehúye los temas polémicos pero evita la toma de postura partidista.

Los rasgos de la personalidad de Aguirre van quedando claros a medida que se lee el libro. Su gran capacidad de iniciativa. Un optimismo a veces ingenuo, pero que le impedía caer en el desánimo, y que estaba ligado a su convicción de que el destino de Euskadi estaba en manos de la Providencia. Una fe católica sincera y sobre todo una profunda convicción nacionalista. Y junto a la firmeza en los principios, un considerable pragmatismo en la estrategia, que explica los sorprendentes cambios de alianza ya aludidos. El estatuto de autonomía no fue nunca para Aguirre un objetivo final, sino una etapa en el camino hacia la independencia. Logró el estatuto gracias al entendimiento con las izquierdas españolas, pero de ellas le separaba su visión política. Y hay que decir que durante su mandato en la guerra civil Euskadi fue un relativo oasis de respeto a los derechos humanos en comparación con lo que ocurría en el resto de España, aunque no pudo evitar la matanza de presos de enero de 1937.

Aguirre fue un personaje fascinante. Un líder capaz de suscitar adhesiones más diversas. Un hombre entregado a una causa y a su vez un político capaz de modificar su estrategia en función de las circunstancias, sin que esos bandazos dañaran a su prestigio. Un nacionalista antiespañol capaz de entenderse con España y que apoyó la participación de un nacionalista, Manuel de Irujo, en un gobierno español, por primera y única vez en la historia.