Image: Les voy a contar

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Ensayo

Les voy a contar

José Bono

26 octubre, 2012 02:00

José Bono. Foto: Quique García

Planeta. Barcelona, 2012. 680 páginas. 24'50 euros

Presidente de Castilla-La Mancha durante veintiún años, aspirante frustrado a la secretaría general del PSOE (visto lo visto, quizá debamos lamentar que no se impusiera a Zapatero), ministro de Defensa y presidente del Congreso, Bono es una de las figuras políticas más notables de la reciente historia española. Lo que ahora nos ofrece es algo no muy común en nuestro país: la primera entrega de los diarios que empezó a escribir aquel día de 1992 en que rompió con Alfonso Guerra. Hay que destacar que se trata de eso, de diarios, por lo que a diferencia de unas memorias, siempre sesgadas por la visión que el autor quiere dar de su vida, tienen la frescura de las anotaciones tomadas en el momento. Sin embargo, a diferencia de Azaña, el gran diarista del siglo XX español, que no pudo revisar sus diarios para la edición, Bono sí lo ha hecho, por lo que surge la duda de hasta qué punto ha habido una relaboración de los mismos. Su autor lo niega e insiste en que se trata de la redacción original, aunque admite haber omitido alguna referencia personal al rey, por motivos de respeto institucional.

La primera entrega de los diarios de Bono llega hasta la dimisión de Felipe González como secretario general del PSOE en 1997, con un par de añadidos fechados en 1998 y 1999 que tienen como protagonistas a Josep Borrell y Joaquín Almunia. Cubre por tanto casi una década, en general bastante penosa para el PSOE, mediante una crónica ágil y amena que se centra en la pequeña política (es decir aquella a la que los políticos se ven forzados a dedicar casi todo su tiempo, aunque, no se sabe cómo, logran también ocuparse a veces de la gran política, es decir de los problemas fundamentales de su país). Contiene una antología de frases memorables de distintos personajes, en general de tono humorístico y algo malévolas. Muchas de ellas aparecen en los titulares de cada entrada del muy útil y detallado índice, que sin embargo no compensa la ausencia de un índice onomástico y temático final (incluso en tiempos de crisis y recortes de empleo no creo que sea excesivo pedir a una editorial de prestigio que incluya un índice de este segundo tipo).

No considero que Les voy a contar contenga revelaciones que lleven a modificar la visión que tenemos de la política española en los años noventa, pero acompañar a Bono en sus contactos con algunas de las figuras más destacadas de la misma, incluidos muchos dirigentes socialistas, por supuesto, pero también los reyes, Adolfo Suárez, Jordi Pujol, el cardenal Tarancón, el cardenal primado Marcelo González, el juez Garzón o Pedro J. Ramírez, resulta interesante y también divertido. Por Suárez muestra la misma admiración que casi todos sentimos hoy en España y destaca su firmeza frente a las presiones militares en los momentos iniciales de la transición: él mismo le contó su enfrentamiento con el general Fernando de Santiago y lo resumió así: "Él era chulo, pero yo lo era más". A Felipe González no lo retrata en su mejor momento, sino cuando asediado por la crisis económica, la corrupción en su propio partido y el escándalo de los GAL parecía sentir el cansancio del poder… y encontraba en el cuidado de los bonsáis una relajación que otros no compartían (Narcís Serra: "Me niego a despachar con Felipe mientras corta ramitas"). Las referencias a Garzón tienen particular interés porque Bono gestionó su incorporación a las listas del PSOE en las elecciones de 1993. Aparte de la excelente opinión de sí mismo que siempre ha tenido este juez y de la inquietante posibilidad de que tuviera indicios de las conexiones políticas del GAL antes de convertirse en candidato por el PSOE, destaca en el relato de Bono que el propósito de González era sólo ficharle como reclamo electoral, sin hacerse ilusiones acerca de su utilidad política posterior. En cuanto a las capacidades de Borrell o Almunia como sucesores de González, la opinión de Bono, que quizá se considerara un óptimo candidato a presidente de gobierno, no es entusiasta, tal como era de prever.