Image: Kapuscinski non fiction

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Ensayo

Kapuscinski non fiction

Artur Domoslawski

26 noviembre, 2010 01:00

Kapuscinski en 2003

Traducción: F. J. Villaverde. González y Ágata Orzeszek. Galaxia/Círculo de Lectores. 630 páginas. 27,50 euros


Esta biografía es un misil. No digo yo que el periodista Artur Domoslawski haya pretendido destruir la imagen de su colega y amigo; no tengo datos para afirmarlo. Lo que digo es que el Ryszard Kapuscinski que ha salido de sus manos es muy distinto, en muchos aspectos el antagonista, del que en Occidente se venera desde la década de los 90 como un periodista intachable y un narrador excepcional.

Desde las primeras páginas, este libro me recordó el demoledor retrato que Paul Johnson hizo en 1988 de Ernest Hemingway (en Intelectuales, edición española en 2000), quien creía que "la verdad debía ser la servidora voluntaria de su ego". Hemingway, cuya efigie de periodista se ha visto colmada con toneladas de acarameladas lisonjas a pesar de que "mentía tanto conscientemente como sin pensarlo", era por el contrario un extraordinario prosista cuando la ficción era su legítimo objetivo. Incluso sus crónicas periodísticas son narraciones muy eficaces y atractivas… si se prescinde del "pequeño problema" de que su conexión con la realidad era muchas veces mera coincidencia. Con el Kapuscinski que nos presenta Domoslawski ocurre otro tanto.

El periodista polaco (1932-2007) cometió las peores profanaciones de la profesión. Baste el dato de su pertenencia activa al Partido Comunista polaco durante tres décadas, lo que le convirtió en un servidor de la ideología política, en un impulsor del "realismo socialista" desde sus primeros contactos con la Prensa -cuando el partido impone que "escritores, pintores y arquitectos deben crear sus obras siguiendo los ‘únicos' principios" que él dicta (p. 75). Esa fidelidad también le permitió viajar por numerosos países, desde los que enviaba crónica cómodas al poder comunista, cuando no a su servicio, e informes confidenciales para uso de los dirigentes. Esos viajes fueron la fuente de sus vivencias para elaborar luego algunos de sus libros más conocidos, en los que se mostraba como el "revolucionario romántico" (p. 357) que siempre fue, libros con una prosa embelesadora, rica y eficaz, que lo identifica como un gran escritor.

Es la cara y cruz de este periodista que a finales del siglo pasado enamoró de pronto a Occidente: sus narraciones de la realidad hay que tomarlas con todas las cautelas, pero su técnica descriptiva tiene una belleza espléndida. Si hemos de creer a Domoslawski, su fama como periodista no está justificada, pero su reconocimiento como escritor es obligado.

Kapuscinski fue también un fabulador de su vida personal y familiar. Este es otro rasgo que le acerca a Hemingway. Su biógrafo apunta que llegó a crear su propia leyenda con aventuras personales que no corroboran quienes le conocieron. Quizá esa tendencia a moldear la realidad es lo que le permitió mutilar sin remordimiento algunos de sus libros cuando desembarcó en Estados Unidos tras la caída del comunismo en Polonia, para prescindir de pasajes que podrían comprometerle allí; por ejemplo, cuando suprimió de El Sha lo referente al papel de Estados Unidos en el derrocamiento de Mosaddegh. Su traductora Agata Orzeszek le advirtió de esa ausencia y Kapuscinski le contestó "que había recortado el texto a petición de la editorial estadounidense. '¿Y has accedido?', le pregunté. ‘Quería que el libro se publicara'" (pp. 415-416).

La biografía abunda en datos inéditos sobre un escritor menos conocido que su obra, un hombre que cae fascinado ante personajes que conoce, desde el Che Guevara a Lech Walesa, que se ilusiona con la teología de la liberación, que evita en tantas ocasiones la palabra "terrorismo", que cambia de parecer cuando se apasiona, que vive en una campana de cristal sin críticas (hasta recibir el Príncipe de Asturias en 2003) y que ahora, tres años después de su muerte, es objeto de una deconstrucción que no puede desfigurar, sin embargo, la brillantez de su prosa, su deslumbrante literatura.

Esta biografía es estupenda, construida con el trasfondo de unos acontecimientos históricos que conmocionaron el siglo pasado nuestro mundo. Apoyada en pasajes de los libros de Kapuscinski , es también un repaso de su obra. El lector quedará prendido de sus páginas y descubrirá a un personaje que creía conocer. La biografía, repito, es un misil por sus efectos. Pero no se puede decir que esté elaborada con ficciones. Por el contrario, tiene toda la apariencia de la verdad, aunque en la enorme riqueza de una vida no pueda ser total.