Image: La variedad del mundo

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Ensayo

La variedad del mundo

Ignacio Gómez de Liaño

2 abril, 2010 02:00

Ignacio Gómez de Liaño. Foto: Jesús Domínguez

Siruela. Madrid, 2009. 192 páginas, 18'90 euros


En el prólogo, el autor del libro que comentamos, Ignacio Gómez de Liaño (Madrid, 1946), alude a una imagen que nos ha de servir para introducirnos en su lectura: las excavaciones de Herculano. Aun hoy, quien se aproxima a aquellas ruinas no puede dejar de asombrarse ante la existencia de una ciudad desaparecida y sepultada bajo la tierra hace más de dos mil años. La localidad moderna, en superficie, no deja entrever ningún indicio de la existencia pasada. Sólo cuando aparece, de manera imprevista, el foso excavado en la tierra, se advierte que en el subsuelo, entre ceniza y lava solidificada, hay otra ciudad cuya mayor parte está todavía por exhumar.

Esta imagen de la Herculano sepultada viene al caso porque, al igual que las excavaciones revelaron la polis antigua, Gómez de Liaño desentierra una tradición del pensamiento moderno también oculta, que ha sido encubierta -o desplazada- por la corriente racionalista y cientifista dominante. Y, sin embargo, para este pensador no se trata de un ejercicio de simple arqueología. Porque en esta tradición que se interesa por la imagen, el simbolismo, la psique y el lenguaje, habita un mensaje de contemporaneidad dirigido al presente. Y es esta línea de pensamiento la que, como un bajo continuo, subyace bajo el discurso del libro, pero que, por su complejidad, no podemos abordar aquí.

El volumen consiste en una recopilación de artículos que su autor publicó o dictó en diferentes contextos. Y aun así, posee una extraña unidad. Entre otros temas, se trata aquí de El jardín de las delicias de El Bosco, Las Hilanderas de Velázquez, El Escorial, el Quijote, la obra de Gracián, el simbolismo del agua, los grutescos o diferentes figuras del amor. Gómez de Liaño se enfrenta a estas obras y cuestiones a través de esta tradición cultural que él mismo ha reivindicado. Obras, dicho sea de paso, particularmente renuentes al análisis por su dificultad o que se han presentado como jeroglíficos. Y si su respuesta interpretativa resulta del todo convincente es porque estas manifesta- ciones culturales están impregnadas de aquella cultura alegórica que acaso resulte extraña a la sensibilidad de hoy, pero sobre la que labor investigadora y especulativa de Gómez de Liaño nos ha ido alumbrando. Su aportación consiste en hacer una minuciosa exploración del símbolo, un apasionante viaje de ida y vuelta que va del texto a la imagen y de ésta a las ideas.

Los diferentes temas se afrontan con una prodigiosa erudición que recoge múltiples caudales, desde textos apócrifos, gnósticos o herméticos a fuentes clásicas. Sin embargo, hay unas referencias principales que sobrevuelan el libro: el "teatro de la memoria" de Giulio Camillo y el filósofo y teólogo renacentista Giordano Bruno, figuras a las que Gómez de Liaño ha consagrado con anterioridad valiosos estudios. Ambos representan el punto álgido de esta tradición simbólica, emblemática y alegórica. Un pensamiento que une la palabra a la imagen, que intenta articular sistemas de representación del saber a través de mecanismos retóricos de asociación de figuras y conceptos, aspectos éstos que son fundamentales para la cultura visual del Renacimiento y el Barroco. Y que, paradójicamente, han pasado prácticamente desapercibidos o no se han tenido en cuenta como instrumentos de análisis o fuentes para aproximarse a aquel caudal cultural. En una civilización, como la actual, hipertrofiada de imágenes vacías, Ignacio Gómez de Liaño nos advierte de ese otro lado o vertiente sin la cual no se pueden pensar la representación, aquello que podemos denominar el alma de la imagen. Pero al decir alma de la imagen, decimos también el alma del mundo, del cual también parece haber desertado.