Image: El triunfo del dinero. Cómo las finanzas mueven el mundo.
Foto: Issei Kato
Ferguson no termina de explicar el proceso de creación de dinero y la responsabilidad de los bancos centrales: apunta que la crisis actual fue causada por la titulización (pág. 81), que "una auténtica burbuja no puede producirse sin la posibilidad de una fácil creación de crédito: de ahí que tantas burbujas tengan su origen en los pecados de acción u omisión de los bancos centrales" (pág. 138), pero que "tampoco resulta creíble culpar a la política monetaria de todos los excesos de los últimos años" (pág 287). Las debilidades analíticas aparecen aquí y allá, como en su mala explicación del estallido de Bretton-Woods o su admiración por la ayuda al desarrollo. Sus puntos fuertes son las descripciones de casos concretos de especulación, burbuja y crisis, como la de John Law a comienzos del siglo XVIII, el caso Enron, o el de Long Term Capital Management. Son de agradecer también su defensa del espíritu emprendedor, su rechazo de los dogmas antiliberales y anticapitalistas, y su denuncia del intervencionismo omnipresente de las autoridades en la moneda y la banca. Es un hombre que piensa libremente, y por eso puede defender a Milton Friedman o la liberalización de las pensiones en el Chile de Pinochet, a la vez que el Estado del Bienestar. El libro está lleno de anécdotas sugerentes y divertidas; un ejemplo es la historia del Monopoly, originalmente inventado por una seguidora de Henry George que odiaba la propiedad privada de la tierra, pero el juego sólo tuvo éxito cuando fue modificado para basarse en justo lo contrario. La traducción es bastante buena, aunque con algunas pifias, la más entrañable de las cuales es cuando en la página 70 el viejo Adam Smith aparece hablando sobre ferrocarriles en 1776.