Ensayo

La ficción Fidel. Críticas de un mundo absurdo

Zoé Valdés

12 junio, 2008 02:00

Planeta. Bacelona, 2008. 415 pp., 21 euros

Nada de lo que dice o hace desde hace muchos años Zoé Valdés se ajusta fácilmente a los cánones de lo políticamente correcto. Su último libro, según la autora un simple "análisis de la personalidad del comandante", es más bien una colección de estampas, retratos y perfiles cruzados, solapados a veces, que, unidos, forman un tapiz fulgurante sobre lo ocurrido en Cuba en los últimos 50 años.

Leído sin pasión, en él resplandece una verdad difícil de encontrar en la abundantísima literatura sobre Cuba, tan sobrecargada de incienso, miedos, mentiras y medias verdades.

Como todo rebelde apasionado, máxime si ha sufrido en propia carne el zarpazo del dictador, Valdés sangra tanto por su herida que exagera a veces -cuando culpa, por ejemplo, a Fidel Castro hasta del 11-S-, pero, amén de las repeticiones inevitables cuando se juntan sin modificación alguna docenas de ensayos y artículos separados, la Cuba que nos muestra está infinitamente más cerca de la verdadera que todos lo botafumeiros, empezando por los de García Márquez y terminando por los de Ignacio Ramonet, sobre el inefable dictador moribundo. Inefable hasta que uno lee La Ficción Fidel. Con Valdés de maestra, no faltan sino que sobran las palabras para describirlo: XXL (el nombre de ficción en Te di la vida entera), Coma Andante, Domador en Jefe, Caballo, Papagallo en Jefe, Comediante en Jefe, El sabandija, El gran fatídico, El jefe de los sociolistas, El pequeño hegemonista adormilado, El muñeco… ¿Hay quien dé más?

Entre las grandes mentiras que desmonta destacan la versión oficial sobre la Cuba de los 50 como un país destruido y aburdelado al servicio del imperio, y la figura de Batista proyectada por los barbudos para vender lo que no son ni hicieron y para ocultar los crímenes que cometieron desde el triunfo de la revolución. ¿En nombre de qué justicia el mundo ha olvidado, o, peor aún, negado los miles de ejecutados y de presos políticos no reconocidos porque un hombre decide que son contrarrevolucionarios? ¿En nombre de qué justicia se borra de la historia a dos millones y medio de personas en el exilio? ¿Cómo olvidar lo que los esbirros del dictador han hecho a Reinaldo Arenas, a Guillermo Rosales, a Carlos Victoria, a Raúl Rivero, a Marta Beatriz Roque…? La lista necesita un mármol tan grande como el levantado en Washington a los caídos en Vietnam. Todo el libro es un "yo acuso". No sólo contra Castro sino contra la izquierdona y parte de la derechona mundiales que jamás se han atrevido a llamar a los crímenes de Castro por su nombre.