Image: El nuevo desorden mundial

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Ensayo

El nuevo desorden mundial

Tzvetan Todorov

15 enero, 2004 01:00

Tzvetan Todorov. Foto: Javi Martínez

Península. Barcelona, 2003. 142 pp, 13 euros

En la cultura francesa destacan dos búlgaros prodigiosos: Tzvetan Todorov y Julia Kristeva. Nacido en 1939, Todorov deja Bulgaria y aterriza en Paris en 1963, y hoy está instalado en la historia del pensamiento y el análisis de la cultura. El nuevo desorden mundial forma parte de una doble preocupación que Todorov viene reflejando en su obra desde hace dos décadas. Por un lado, su interés por entender el significado de las distintas culturas a la hora de establecer los mecanismos capaces de permitir, en una sociedad dada y en un momento histórico concreto, la convivencia. Por otro, su defensa de los principios humanistas en la oposición entre totalitarismo y democracia.

Este volumen es la reacción de Todorov a la última guerra de Iraq. Se despliega en ocho breves apartados escritos sin aparato bibliográfico y en tono periodístico. Comienza cuestionando lo que desde EE. UU. se ha llamado "guerra preventiva" y que en su opinión no es más que "una intervención militar que no puede verse como legítima defensa". Los siguientes apartados empiezan por una reflexión sobre lo que denomina los neofundamentalistas, un grupo de "ideólogos de la Administración estadounidense" encabezados por George Kennan que trata de convertir la fuerza militar norteamericana en derecho. Por desgracia Todorov, que conoce la obra de Leo Strauss, uno de los inspiradores de un neoconservadurismo próximo al neofundamentalismo, soslaya un tema y unos personajes de importancia central en el imperialismo de EE.UU.

El último tercio del libro lo dedica al análisis de la posición de Europa en relación con el escenario mundial de tensiones bélicas. La Unión Europea debe constituirse como una "potencia tranquila" capaz de "asumir su defensa por sí sola". Una fuerza armada europea supondría articular tanto una identidad individual y colectiva como una estructura política. La identidad de los europeos descansaría en un conjunto de valores entre los que destacan la racionalidad, la justicia, la democracia, la libertad individual, el laicismo derivado del cristianismo y la tolerancia. El vehículo de comunicación entre los europeos sería el "inglés internacional". La estructura política e institucional pasa por convertir la Unión en una federación. Alemania, el Benelux, Francia e Italia son los países que Todorov contempla como fundadores de la Federación Europea en el seno de la Unión. A partir de ahí se engarzarían los 25 Estados y posteriormente los 35 con los países balcánicos, Moldavia y Noruega. Habría además que elegir un presidente de Europa y establecer un dia festivo como celebración de la construcción de una Unión Europea que debe pesar más en el concierto mundial.