George Steiner NDBooks

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Ensayo

Tolstói o Dostoievski

5 diciembre, 2002 01:00

George Steiner

Traducción de A. Bartra. Siruela. Madrid, 2002. 372 páginas. 22,5 euros

Tres décadas después de su edición mexicana se edita en España la traducción del que fue su primer libro de Steiner. Este estudio, asentado en los moldes disciplinares propios de un catedrático de Harvard, apunta sin embargo hacia una ambición totalizadora que se concretará en obras muy posteriores de su autor como, Presencias reales.

En este sentido, es digno de comentario el subtítulo de la versión original: An Essay in the Old Criticism. Al principio de sus dos capítulos iniciales Steiner puntualiza, en efecto, cuál es su posición teórico-crítica, especialmente identificada con la de R. Palmer Blakmur, que fue su profesor en Harvard. Escribiendo en 1959, como Steiner lo hace, el “close reading” de su maestro representaba ya la “vieja crítica”, por no hablar de la evolución experimentada por Blakmur desde el análisis textual hacia consideraciones más amplias en un contexto cultural integrador. Frente a ella, la “nueva crítica” se dedicaba, según ironiza Steiner, a analizar “el empleo de la metáfora en Faulkner” (pág. 66), embebida en puras consideraciones técnicas sin mayor proyección. Los “viejos críticos” realizaban su ejercicio como “una deuda de amor” hacia las grandes obras que admiraban, los que fueron capaces de reunir “los heroicos esfuerzos del espíritu humano por imponer un orden y una interpretación al caos de la experiencia” (pág. 16).

Esta vieja escuela obvia el relativismo que Steiner consideraba, ya en 1959, predominante en la sociedad neo-analfabeta de entonces, sobre la que volverá en Nostalgia del Absoluto. Sus grandes figuras se permitían la hipérbole y la valoración explícita más allá de cualquier forma de corrección política, y defendían su derecho a mantener un prejuicio: el de que los poetas supremos se sintieron obligados a aceptar o rebelarse contra el misterio de Dios.

Entre este Steiner de Tolstói o Dostoievski y el de Presencias reales no media sino un interregno temporal: la concepción de la literatura como aprehensión de lo trascendente es la misma. Y la elección de los dos autores estudiados es comprensible: se trata, para el crítico, de los dos novelistas más grandes del mundo, pero muy diferentes entre sí. Para Steiner, Tolstói es un novelista de estirpe homérica, el creador de una novela realista en la que se impone sobre cualquier otra una consideración humanista de la vida que no tiene principio ni fin. Por el contrario, Dostoievski articula su visión del mundo conforme a lo que él mismo denominaba “forma dramática”, lo que lo emparenta con Shakespeare.

Mientras el primero es el profeta egocentrista de un cristianismo sin Cristo, el segundo le parece a Steiner “un metafísico de lo extremo” (pág. 199). En ambos, sin embargo, las “mitologías centrales” son religiosas. En su lucha con el ángel, el uno exigía un mito coherente de Dios, el otro una explicación plausible de cómo Dios intervenía en el destino del hombre. En ello radica una de las grandes diferencias entre los autores de Ana Karénina y El idiota: la omnisciencia del narrador y el modo dramático, respectivamente. Crítico con los realistas franceses, y demoledor a la hora de valorar Madame Bovary, Steiner considera que la novela rusa de la segunda mitad del XIX, con sus dos grandes nombres al frente, representa el tercer gran momento literario de presencias reales, junto a la Grecia de la épica y de la tragedia, y la época isabelina de Shakespeare. Apenas si queda espacio para más. Cervantes, al menos, asoma en clave de Georg Lukács.