Image: Sciascia. El maestro de Regalpetra

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Ensayo

Sciascia. El maestro de Regalpetra

Matteo Collura

25 julio, 2001 02:00

Trad. M. P. Palomero. Alfaguara, 2001. 382 págs, 3.250 ptas

A medias entre un ilustrado y un observador del absurdo, de las realidades italianas en la segunda mitad del siglo XX, Leonardo Sciascia fue de ese tipo de escritores que hicieron del libelo una obra de arte. Toda su literatura parte del afán de aplicar la razón a un lugar (Sicilia) donde la irracionalidad es una forma de pensamiento y de conducta. Y donde esa irracionalidad crea un símbolo (la mafia) en el que se reúne esa desaparición del Estado que él ve como la más peligrosa consecuencia para la libertad individual. Polemista lúcido e insobornable ante una sociedad que cae de lleno en la corrupción, pertenecería a esa clase de escritores de los que habló Lichtenberg cuando decía que "es imposible llevar a través de la multitud la antorcha de la verdad sin chamuscar aquí o allá una barba o una peluca".

Eso es lo que nos cuenta Matteo Collura en esta biografía intensa, apasionante e inteligente que a la vez de una biografía vital es, sobre todo, una biografía intelectual. Collura retrata a Sciascia como un moralista, alguien de la estirpe de los ilustrados franceses o de Camus, para quien la literatura era una forma de denuncia y de regeneración. Por eso cuando nos habla de su infancia bajo la presencia de la solfatara de Rocalmuto, su pueblo natal y del que apenas se movió a lo largo de su vida, de sus trabajos editoriales o de maestro rural, de su juventud antifascista, de sus cargos como parlamentario, lo que está haciendo Collura es darnos los referentes reales de una vida que transcurre más apasionadamente en su trabajo intelectual.

Matteo Collura no nos aporta un material inédito que desvíe la visión que ya teníamos de Sciascia, sino que ordena, reflexiona y profundiza en sus libros, sus declaraciones y sus cartas para ofrecernos un retrato cabal, ese recorrido desde lo particular siciliano a lo general de Italia y de Europa que fue el argumento de la época en que vivió. La idea es descubrir siempre la esencia de Sciascia, el compromiso de un intelectual por denunciar un tiempo que estaba atentando contra las reglas de la convivencia social y política. El libro por eso revela todas las tramas ideológicas o de poder que han convulsionado la sociedad italiana en la segunda mitad del siglo. De este Sciascia, por tanto, se podría decir lo mismo que Kafka dijo de Bloy, "que su fuego se alimenta de todo el estiércol de nuestra época".

Pero Collura plantea algo más: la concepción que Sciascia tenía de la literatura. Es aquí donde el libelista adquiere su forma más noble. Para Sciascia estar fuera de la torre de marfil es dignificar la literatura, y hablar de asuntos humanos es emprenderla contra los que miran hacia otro lado como postura conformista. Sus novelas, con el drama pirandelliano al fondo, son un recorrido por acercarse a la verdad, por crear "metáforas del mundo actual". Por eso para él, "es menos burgués el escritor que vive en familia, que no traiciona a su mujer y que vive como un empleado de banco". Pero que, podemos añadir nosotros, vive los acicates de su propia tragedia.
Errante de sus propias ideas, ensombrecido a veces por la soberbia (que en él era una forma de testarudez), el Sciascia de Collura es alguien vivo y un ser conflictivo, por momentos demasiado virtuoso, pero humanamente cercano por el inconformismo con que resistió todos cantos de sirena. Nadie que quiera aprender del gran escritor debe perderse este libro, además en una exquisita traducción de M. P. Palomero.