Juan Tallón. Foto: Laura Ortega

Juan Tallón. Foto: Laura Ortega

Letras

'Mil cosas': Juan Tallón convierte las miserias domésticas en un divertido juego literario

El escritor relata en su nueva novela el día a día de una pareja en un tórrido día de calor, pero aplica una mirada penetrante capaz de calar en el fondo.

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Si la palabra costumbrismo no tuviera tan mala prensa, escribiría sin pensarlo dos veces que Mil cosas es una novela costumbrista. Eso sí, añadiría de inmediato que Juan Tallón (Orense, 1975) ejecuta un costumbrismo sagaz e irónico, propio de alguien que aplica al mundo una mirada penetrante capaz de calar en el fondo que suele escamotear el aspecto más superficial de la realidad.

Mil cosas

Juan Tallón

Anagrama, 2025
151 páginas. 18,90 €

Al servicio de estas cualidades dispone Juan Tallón un argumento cuyo primordial mérito consiste en contar anécdotas sabrosas que por sí mismas nos atraen; jugosas peripecias que tienen, además, la virtud de ser bastante corrientes y de aparecer sin mayores complicaciones formales.

En realidad, solo cuenta las menudencias del día a día de una pareja sobre el trasfondo cargado de un más o menos convencional simbolismo de un tórrido día veraniego –justo vísperas de las vacaciones– en el que menudean los difuntos por la dichosa ola de calor.

Él, Travis, es periodista y está con los apuros del día de cierre de la revista donde trabaja. Tipo un tanto histérico, anda liado en equívocos, despistes y malentendidos que él mismo se procura. Ella, Anne, cumple ambiguas labores administrativas en una despótica empresa comercial.

En la agitación del joven amenaza la posibilidad más imaginaria que presunta de un despido por los números rojos del negocio. En la desazón de ella, pesa el rencor torticero de su jefa y el baboseo de un compañero que ni siquiera disimula sus hábitos de rufianesco acosador ("Hace 14 meses, dos semanas y tres días que estoy obsesionado contigo, desde que te vi la primera vez. Quedar un día después del trabajo sería la cura ideal para la obsesión", le mensajea).

Para completar la estampa familiar, entre Travis y Anne anda en juego Iván, un bebé de meses a quien ninguno de ambos le dedica más estricta atención que los convencionales arrumacos consuetudinarios.

Esta trama sencilla la rellena Tallón con variados detalles típicos –las mil cosas del título– de un atento vistazo sobre la cotidianeidad. En ellos figuran complicaciones familiares, rutinas domésticas, aseo expeditivo, sexo fugaz, precariedad alimentaria remediada con platos preparados en el supermercado, prisas a todas horas, hábitos oficinescos, malquerencias laborales, millones de mails, una absurda y desquiciante estafa digital o historietas peculiares en la confección de la prensa.

Esta novela satírica y un punto pedagógica permite pasarlo bien sin romperse la cabeza en buscarle tres pies al gato

Semejante material anecdótico está bien elegido para proporcionar una imagen representativa de la vida hoy habitual. Tallón la encarna en esos personajes, Travis y Anne, que, aun teniendo mucho de común y de prototipos, reflejo de muchos de nosotros, poseen, sin embargo, suficiente entidad personal. No puede hablarse de caracteres con hondura psicológica, pues bordean la caricatura, pero funcionan como ideaciones imaginativas suficientemente individualizadas.

Y todo ello, situaciones, anecdotario y protagonistas están barnizados con una buena mano de humor, regocijante con frecuencia, alegre casi siempre. El resultado es una estampa sardónica de los rasgos de la vida moderna, de su incesante azacaneo y sus menudencias bobas.

En este socarrón retrato de un vivir sinvivir tampoco falta un punto de filosofía, nada pretenciosa, pura expresión del maleado sentido común. "La vida –leemos– funciona por acumulación de acontecimientos que se traducen en saciedad, aunque por el medio haya algunas risas y alegrías".

Refutación total de las muy vanas congojas que nos traen a maltraer en estos tiempos que corren, crítica afilada del mundanal ruido y reivindicación no poco frayluisiana de la vida sosegada, esta novela satírica y un punto pedagógica permite pasarlo bien sin romperse la cabeza en buscarle tres pies al gato.