Abdulrazak Gurnah. Foto: Asís G. Ayerbe

Abdulrazak Gurnah. Foto: Asís G. Ayerbe

Letras

Abdulrazak Gurnah: "Desde que gané el Nobel, escribo con más compostura y menos ansiedad"

El escritor tanzano publica 'Un largo camino', que narra las vidas de tres jóvenes en los 90, una época de grandes cambios en el país africano.

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El 7 de octubre de 2021, Abdulrazak Gurnah (Zanzíbar, 1948) estaba en su casa de Canterbury (Reino Unido), preparando una taza de té y pensando qué almorzar ese día, cuando una llamada telefónica de la Academia Sueca le informó de que había ganado el Premio Nobel de Literatura.

“Ahora mi vida es más ajetreada. Viajo más, conozco a otros escritores, presento mis libros, converso con periodistas… Es maravilloso para un escritor no solo que te digan que tu obra es buena, sino que más gente quiera saber acerca de ti. ¿Qué más puede querer un escritor que encontrar lectores y que su obra se difunda?”, afirma el escritor y profesor de literatura en conversación con El Cultural cuatro años después de la llamada que cambió su vida.

Desde entonces, sus libros son traducidos a muchos idiomas. Curiosamente, a raíz del premio, su obra, escrita originalmente en inglés, se traduce a su lengua materna, el suajili, idioma del que introduce palabras sueltas y expresiones —así como del árabe— para reflejar el mestizaje lingüístico y cultural de África oriental, donde ambienta sus novelas.

En España, solo las editoriales El Aleph y Poliedro, ya desaparecidas, habían publicado algunos libros suyos. Desde que obtuvo el Nobel, la editorial Salamandra se ha ocupado de traducir y publicar sus novelas Paraíso, A orillas del mar y La vida, después. También su última novela, publicada este mismo año en inglés con el título Theft, y cuya versión española lleva un título completamente distinto: Un largo camino.

¿Qué motivación tiene, para seguir escribiendo, una persona que ya ha ganado el mayor premio literario del mundo? "Es la misma. No escribes para ganar premios, sino por un deseo de hacerlo, porque tienes algo que decir. Eso, en mi caso, sigue intacto. Claramente, a medida que una carrera literaria se desarrolla y prospera, la ansiedad disminuye un poco, escribes con un poco más de compostura y menos ansiedad", señala el escritor, que presentó el libro este lunes en el Espacio Fundación Telefónica de Madrid.

El escritor de nacionalidad tanzana y británica reconoce que no ha leído nada de su nuevo homólogo húngaro, László Krasznahorkai, pero está deseando hacerlo. Si tuviera que darle un consejo de nobel a nobel, lo tiene claro: "Que lo disfrute".

Abrirse camino en la vida

Este nuevo libro de Gurnah, ambientado entre Zanzíbar y Dar es-Salam (la capital de Tanzania) en los años 90, es una novela de formación en la que narra las vidas interconectadas de tres personajes, Karim, Badar y Fauzia, procedentes de entornos y clases sociales distintas.

El asunto que da título a la novela original (Theft, “robo”) es una acusación de robo contra Badar, empleado como sirviente en la casa de la madre de Karim. A pesar de ello, ni este ni Fauzia abandonarán a su amigo.

“Lo primero que concebí de esta novela fue la injusta acusación contra el joven Badar, y lo primero que escribí fue el capítulo en el que fue llevado a esa casa como sirviente. Pero cuando lo llevé allí, pensé: ¿quién es esa mujer dueña de la casa? Así que tuve que pensar en ese personaje, Raya, y de hecho empiezo la novela con su historia”, detalla Gurnah sobre los entresijos de la escritura de esta obra.

Portada de 'Un largo camino', de Abdulrazak Gurnah (ed. Salamandra)

Portada de 'Un largo camino', de Abdulrazak Gurnah (ed. Salamandra)

Un tema fundamental en la novela es cómo marca nuestra vida el afecto (o la ausencia de él) que recibimos de nuestros padres, así como la importancia de la educación para salir adelante. “La educación es importante, por supuesto, pero sobre todo la curiosidad y la apertura a nuevas ideas, nueva información y nuevos conocimientos”, señala Gurnah.

Este es el caso de Badar, privado de la oportunidad de estudiar, quien se abre camino gracias a su hambre por aprender, ya sea escuchando desde la puerta las tertulias en torno a la radio que el señor de la casa y su padre mantienen con los vecinos cada noche o leyendo el periódico que el heredero (su futuro amigo Karim) tiró a la basura la noche anterior.

"Lo que me interesaba narrar, además de esta injusticia, era cómo Badar podría abrirse camino en la vida después de haber sido acusado, despedido y degradado de esta manera. Para salir de ahí necesitas que alguien venga y te eche una mano, te muestre solidaridad, amistad. Eso te ayuda a seguir adelante", explica Gurnah.

Así fue como ideó a Karim, que iba a ser "ese amigo" para Badar, aunque él mismo empieza con ciertas cargas propias, como haber sido rechazado por su madre siendo un niño (aunque años después retomará la relación con ella).

Abdulrazak Gurnah. Foto: Asís G. Ayerbe

Abdulrazak Gurnah. Foto: Asís G. Ayerbe

El tercer personaje, Fauzia, es una joven con facilidad para los estudios que desea convertirse en maestra, pero se encuentra asfixiada por un entorno sobreprotector y restrictivo. Karim le ofrece la esperanza de un futuro diferente. La aparición de Fauzia se debe a que, según Gurnah, "no puedes tener una novela sin algo de romance".

En resumen, el gran tema de la novela es, en palabras de su autor, "cómo se abren camino las personas en la vida".

La revolución de Zanzíbar

La pequeña isla de Zanzíbar fue durante siglos un importante punto de intercambio en las rutas comerciales del océano Índico, conectando el este de África con Arabia, Persia y Asia. Desde finales del siglo XVII perteneció al sultanato de Omán, que potenció el comercio de esclavos.

En 1890, Zanzíbar se convirtió en un protectorado británico y la presión internacional llevó a la abolición de la esclavitud.

Grabado de un musulmán zanzibarí, hacia 1880. En el libro 'A History of East Africa' (vv. aa., 1977, editorial Longman). Vía Wikimedia Commons

Grabado de un musulmán zanzibarí, hacia 1880. En el libro 'A History of East Africa' (vv. aa., 1977, editorial Longman). Vía Wikimedia Commons

Inmediatamente después de obtener su independencia del imperio británico, en 1964, hubo una sangrienta revolución en Zanzíbar que derrocó al sultán. Muchos habitantes de origen árabe e indio fueron asesinados, encarcelados, expulsados o desposeídos de sus propiedades y negocios.

La propia familia de Gurnah, de origen árabe, sufrió las consecuencias de esta revolución (tras la cual la República Popular de Zanzíbar se unió con la de Tanganica, fusión de la que nació Tanzania), y él mismo abandonó el país y se trasladó a Reino Unido porque las autoridades del nuevo país habían decidido que no podría seguir estudiando.

“Mi vida no corría peligro. No huí ni me expulsaron, pero me fui tres años después de la revolución, cuando terminé la escuela, ya que no me permitieron seguir estudiando. Yo tenía 17 años, quería continuar mis estudios y no era posible salir legalmente del país, así que tuve que hacerlo de forma ilegal”, recuerda.

Según explica Gurnah, la persecución contra el pueblo de Zanzíbar de ascendencia árabe e india se debía a que “la política en el periodo anterior a la independencia, en el período de descolonización, se había racializado”. Había un partido que decía representar a los auténticos africanos, mientras consideraba al resto población extranjera y opresora. “Lo cual es irónico, porque muchos de ellos eran del continente, no de la isla, mientras que una gran parte de la población que consideraban extranjera llevaba viviendo allí cientos de años”.

Mapa de Zanzíbar (región semiautónoma de Tanzania formada por las islas de Unguja o Zanzíbar y Pemba). Fuente: Wikimedia Commons

Mapa de Zanzíbar (región semiautónoma de Tanzania formada por las islas de Unguja o Zanzíbar y Pemba). Fuente: Wikimedia Commons

Aquella revolución estalló solo un mes después de que Zanzíbar obtuviera su independencia y, según afirma el escritor, “nadie la esperaba”.

Fue en cierto modo una limpieza étnica. Un gran número de personas fueron expulsadas, a veces de forma violenta. Muchas personas murieron, a veces de forma violenta, a veces por la privación de sus medios de subsistencia. Lo nacionalizaron todo, así que mucha gente no pudo dedicarse a sus negocios o perdió sus empleos, por lo que decidieron marcharse. Había un estado de terror", recuerda Gurnah.

No obstante, dice que las cosas han cambiado mucho. "Mucha gente está regresando, otras vuelven de visita, otras están reclamando sus antiguas propiedades, así que las cosas se están calmando”. El propio Gurnah va de vez en cuando al país porque la mayoría de su familia vive allí, y se siente “bienvenido de nuevo”.

La llegada del turismo

Las novelas en las que Gurnah aborda directa o tangencialmente la revolución de 1964, la citada persecución y sus secuelas son Paraíso, A orillas del mar y La vida, después. En la época retratada en Un largo camino (de los años noventa en adelante), el gran cambio de su tierra natal ha sido, sin duda, el turismo.

“Antes de mediados de los ochenta no había turismo. ¿Qué fue lo que marcó la diferencia? Muy sencillo: hubo una relajación en el intercambio de divisas. Antes de eso, nadie quería visitar Zanzíbar porque había muchas restricciones en cuanto a la cantidad de dinero que se podía traer, pero cuando empezaron a flexibilizar el cambio de divisas, el turismo tomó el mando", recuerda el escritor.

Abdulrazak Gurnah. Foto: Asís G. Ayerbe

Abdulrazak Gurnah. Foto: Asís G. Ayerbe

"Ante la llegada de turistas, algunos de los aspectos más autoritarios del estado tenían que cambiar. Los turistas no vendrían si había demasiados policías deambulando por ahí y violencia en las calles, arrestos o lo que fuera. Así que tuvieron que calmar las cosas", explica Gurnah.

"También tuvieron que arreglar las aceras para que el turista no tropezara y se hiciera daño; asegurarse de que hubiera agua corriente, electricidad... Todo eso también mejoró la vida de la población local, y creo que realmente marcó una gran diferencia”.

A nivel político, las cosas también han cambiado, al menos superficialmente. “Sigue gobernando el mismo partido político desde la revolución y es muy probable que no pierda una elección hasta dentro de 150 años. El presidente de Zanzíbar es hijo de un expresidente de Zanzíbar, y su antecesor también era hijo de otro presidente anterior", explica el ganador del Nobel.

"Pero la nueva generación de dirigentes piensa de manera diferente, están mejor educados y piensan de manera diferente sobre el futuro. Así que la década de los noventa fue el principio de este proceso de relajación del autoritarismo, aunque sigue siendo un Estado autoritario”, continúa el escritor.

Xenofobia en Europa

Como africano nacionalizado británico y residente en el país desde hace medio siglo, Gurnah ve con cierta preocupación el repunte de xenofobia que se está dando en el Reino Unido.

"No es algo nuevo, pero sí sorprendente. Hemos visto atisbos de esto no solo en Reino Unido, también en algunos lugares de Alemania y de España. Parece que de vez en cuando hay pánico generado por un evento o por la prensa o por algo lejano, como el movimiento Black Lives Matter", señala.

"A veces parece que se han hecho avances, especialmente las grandes ciudades de Estados Unidos y del Reino Unido son multirraciales". Niños y niñas de diferentes orígenes étnicos y culturales juegan juntos en la calle y sus padres traban amistad. Sin embargo, "parece que a puerta cerrada siguen perpetuándose esos sentimientos negativos tan fuertes y en un momento determinado ocurre algo que permite que salgan a la luz".

"Supongo que estamos progresando porque ahora mucha más gente conoce y quiere conocer las dimensiones históricas de la inmigración. ¿Por qué están aquí estas personas? ¿Por qué hay esta sensación de hostilidad? La gente lo entiende mejor que antes. Eso es progreso. Pero desafortunadamente, también hay una parte de la población muy a la defensiva, que ve las cosas como si hubiera algo de malicia detrás de este movimiento, y cree que los inmigrantes quieren destruir su cultura, quitarles sus trabajos y su prosperidad. No sé... Simplemente tenemos que seguir avanzando".

Precisamente, la lectura en general, y en particular la de obras como la de Gurnah, que nos acerca las vidas, cargas, anhelos y motivaciones de personajes marcados por el exilio y el desarraigo, puede actuar como antídoto contra esa xenofobia.

"Estoy seguro de que es así", coincide Gurnah. "No sé si es una cura, pero sin duda hace que nos entendamos más unos a otros. Siempre que me preguntan para qué sirve la literatura, digo que una de sus funciones es traernos noticias de aquello que no sabemos, pero también nos asegura que lo que sabemos es compartido por otros".